Los Titans ya demostraron que son un ‘dolor de cabeza’ para cualquiera; sin embargo, para llegar a la élite, y al Super Bowl, deberán hacer algo extraordinario.
En los finales de los 80 y principios de los 90, esta franquicia aún era conocida como los Houston Oilers y liderada por el QB Warren Moon, y representaba un verdadero “dolor de cabeza” para las potencias de aquellos años.
Sin embargo, nunca pudieron trascender e incluso son recordados por el mayor regreso en la historia de la NFL, en cuanto puntos se refiere, tras perder una ventaja de 32 unidades ante los Buffalo Bills, en la ronda de comodines de la temporada de 1992. En el tercer cuarto ganaban 35-3 y cayeron 41-38 en tiempo extra. Increíble.
Siete temporadas más tarde, ya con el mote de Tennessee Titans, por fin llegaron al Super Bowl (XXXIV) y es icónica la imagen del receptor Kevin Dyson estirándose lo más posible para alcanzar la zona de anotación en la última jugada del partido; la gloria fue para los Rams.
Y así, llegamos a la actualidad. Los Titans, de tres temporadas a la fecha han vuelto a ser ese “dolor de cabeza” en la Conferencia Americana e incluso ya estuvieron cerca de volver a la disputa del trofeo Vince Lombardi, esto en la temporada 2019; sin embargo, la apuesta para este año es, de una vez por todas, dejar de quedarse en la orilla.
En 2020, tras cuatro campañas consecutivas con récord de 9-7, los Titans subieron un escalón y terminaron con marca de 11-5; sin embargo, los Ravens tomaron revancha de la derrota ante Tennessee en los Playoffs de 2019.
Fue un juego donde la defensiva de Titans no pudo para el juego terrestre de Baltimore y por ello, el gerente general del equipo, Jon Robinson, invirtió importantes recursos para asegurarse de que eso no vuelva a suceder.
De esta manera, firmaron al ala defensiva Denico Autry, proveniente de Indianapolis, y al linebacker Bud Dupree (Pittsburgh) para reforzar el frente defensivo.
Sin duda, estas dos adiciones tendrán que compensar las pérdidas de los backs defensivos Malcolm Butler, Adoree’ Jackson y Desmond King, aunque también confían en el novato Caleb Farley, Janoris Jenkins, llegado de New Orleans, y Kevin Johnson para suplirlos de la mejor manera.
Por su parte, la ofensiva también enfrenta retos importantes. El ala cerrada Jonnu Smith y el receptor Corey Davis le dieron al quarterback Ryan Tannehill profundidad en su arsenal ofensivo, pero ya no contarán con ellos para esta temporada.
El veterano Julio Jones hará pareja con A.J. Brown para darle, también, versatilidad, a un ataque donde la figura se llama Derrick Henry, quien, en 2020, rebasó las dos mil yardas por tierra (2,027) y se convirtió así en apenas el octavo jugador en la historia de la NFL que lo consigue.
Tanto Jones como Brown estarán presentes para cuando Henry se canse de eludir y derribar rivales.
El COVID-19, un rival más para Titans
A dos semanas del inicio de la temporada regular, hay incertidumbre al interior de la organización, luego de que el head coach Mike Vrabel, anunció el domingo pasado que dio positivo a COVID-19.
El hecho se dio a conocer después de que Tennessee tuvo prácticas conjuntas con los campeones Tampa Bay Buccaneers.
Vrabel ya está aislado y volverá a someterse a una prueba el lunes y mencionó que el coach de equipos especiales, Craig Aukerman, se recargará del equipo durante su ausencia.
“Estoy seguro de que estaré involucrado en las reuniones de Zoom, pero estoy cómodo con Craig Aukerman, junto con (el coach de linebackers, Jim) Haslett y (el coordinador defensivo Jim) Schwartz”, expresó Vrabel.
La campaña pasada, los Titans tuvieron un brote de COVID-19, el cual resultó en 13 jugadores y 11 elementos de personal contagiados en menos de un mes. Tennessee tiene programado regresar a las prácticas el lunes por la tarde.
Así, los otrora Houston Oilers buscarán en 2021 dar ese último paso que se les ha negado históricamente. Ganarán su división, pero deberán hacer algo extraordinario en la Postemporada para dejar de ser solo un “dolor de cabeza”.
