La copa de los mil millones

La historia de Roman Abramovich, el magnate ruso dueño del Club de Futbol Chelsea, es digna de una película de Hollywood.

Nació el 24 de octubre de 1966 en Saratov, una importante ciudad rusa ubicada a 854 kilómetros al sureste de Moscú, que en la era soviética estaba prácticamente cerrada a cualquier extranjero, era una fábrica de aviones militares y hogar de Yuri Gagarin, el primer ser humano que viajó al espacio.

A los cuatro años de edad ya se había quedado huérfano, es por eso que su tío paterno decide adoptarlo, un alto funcionario de la industria petrolera soviética.

Alfredo Domínguez Rius Alfredo Domínguez Rius Publicado el
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2003
año en el que Abramovich compró al Chelsea.
Apoyo al deporte, a toda velocidad. El 30 de abril de este año, el empresario ruso se unió a la Fórmula Uno tras ser patrocinador de la escudería Sauber, en la que corre el piloto mexicano Sergio Pérez.

La historia de Roman Abramovich, el magnate ruso dueño del Club de Futbol Chelsea, es digna de una película de Hollywood.

Nació el 24 de octubre de 1966 en Saratov, una importante ciudad rusa ubicada a 854 kilómetros al sureste de Moscú, que en la era soviética estaba prácticamente cerrada a cualquier extranjero, era una fábrica de aviones militares y hogar de Yuri Gagarin, el primer ser humano que viajó al espacio.

A los cuatro años de edad ya se había quedado huérfano, es por eso que su tío paterno decide adoptarlo, un alto funcionario de la industria petrolera soviética.

En los años 80 se va a estudiar a Moscú al Instituto Gubkin de Petróleo y Gas, pero no queda claro qué es lo que estudió.

Es a partir de este momento que conoce a su padrino, Boris Berezovsky, ex matemático ruso quien tenía acceso a la familia de Boris Yeltsin, el primer presidente electo en elecciones libres a la caída del imperio soviético en 1991.

Fue  precisamente el empresario Berezovsky quien guió al joven Abramovich a su primer gran negocio, en una época que la naciente democracia rusa en medio de corruptelas y leyes muy endebles, otorgaba concesiones y privatizaba a precios irrisorios monopolios y empresas estatales.

Es así como se hacen con una empresa de la vieja industria petrolera soviética que les fuera vendida a ellos a precios de insulto, unos 110 millones de dólares, porque poco tiempo después la venderían en miles de millones.

Poco a poco, la figura de Abramovich ensombreció a la de Berezovsky y comenzó a expandir su imperio, quedándose con una importante parte de la televisión rusa, de Aeroflot, empresa emblemática de la industria aérea, así como con gran parte de la industria rusa de aluminio.

La telaraña de sus negocios es altamente compleja. Su origen judío también le ha llevado a invertir grandes cantidades en compañías y organizaciones israelíes.

Actualmente, su empresa matriz se encuentra registrada en Milhouse, Gran Bretaña.

En 1999 participó en la política, siendo elegido representante en la Duma por la región de Chukotka en el oriente de Rusia.

En el 2000 fue elegido gobernador de aquella zona. Todo esto  pudiera estar en la biografía de algún mega millonario de 70 años, solamente que él apenas había cumplido 33 y ya lo había conseguido todo, o casi todo, porque le faltaba fama mundial.

Es entonces que tres años más tarde, en 2003 decide comprar un equipo quebrado del futbol inglés, el Chelsea, del lujoso barrio de Londres, lugar de residencia de gran número de ricos y famosos.

Y con una transferencia de 220 millones de dólares en efectivo cierra la transacción e inmediatamente sale al mercado a comprar jugadores, costaran lo que costaran.

Es por eso que muchos lo acusan de ser el autor del encarecimiento de los jugadores de futbol que se vive actualmente.

Así llegó José Mourinho, proveniente del Porto de Portugal, equipo con el que había conquistado la Champions League, desde entonces obsesión de Abramovich, ofreciéndole un sueldo sin precedentes de 9.6 millones de dólares garantizados más primas.

Pero como Mourinho también llegaron y se fueron muchos otros, ejemplos sobran.

Didier Drogba, centro delantero letal, por quién pago 38 millones de dólares en 2004, autor del gol con el que se coronan en su primera Champions y quién por cierto anuncia su salida del club.

El ucraniano Andriy Shevchenko, del AC Milan, por quien pagó casi 50, Michael Essien, por quién pagó 39 millones de dólares, o más recientemente el español Fernando “El Niño” Torres, por quién pagó 80 y no necesariamente le ha rendido en el campo, entre muchos otros más.

Aquí lo cierto es que desde la llegada de Abramovich al Chelsea, el equipo inglés ha ganado más títulos que en los 98 años previos a su llegada: 3 de sus 4 Premier League, 3 de sus 6 FA Cup, 2 de sus 4 Charity Shield, 2 de sus 4 Carling Cup y ahora mil millones de dólares más tarde, el torneo más importante a nivel de clubes del planeta: la Champions League, la meta que quería alcanzar. 

¿Cuál es el siguiente paso del magnate ruso?

Solo él lo sabe, pero una cosa está clara, se sabe adaptar a los cambios, hace 25 años vivía en la Unión Soviética, no podía hacer libremente muchas cosas que en ese entonces quería hacer, era uno más de los millones de trabajadores y estudiantes que tenían una vida monótona y al servicio del “bien común”.
Hoy se dice que tiene una fortuna acumulada de más de 20 mil millones de dólares, se traslada con un séquito de 40 guardaespaldas, tiene un mega yate con vidrios blindados, rutas de escape por helicóptero y submarino, pero aún así vive apasionadamente cada uno de los partidos del Chelsea en su estadio.

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