Juan Fabila, él si se la creyó en Tokio 64

La delegación mexicana de Tokio 64 solo tuvo un medallista: Juan Fabila, quien se sobrepuso a adversidades internas y externas para conseguir el bronce, impulsado por el apoyo de su padre
Manuel Cuéllar Manuel Cuéllar Publicado el
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Retrocedamos 56 años en el tiempo. Son los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 y la delegación mexicana parece que está a punto de regresar del ‘Sol Naciente’ con las manos vacías, pero surge Juan Fabila Mendoza, boxeador forjado en las calles de Tlalpan, quien, pese a todo pronóstico en contra, se cuelga la medalla de bronce, la única para el país en esa edición.

De vuelta al presente, Juan Fabila recibe a Reporte Índigo en su gimnasio del barrio La Joya, donde es un héroe local, y no es para menos, porque conseguir esa presea le costó mucho, enfrentar una pelea que recuerda como “de las más canijas que tuve, porque todos me daban por vencido, no apostaban por mí”. Pero en los momentos más difíciles, cuando la derrota parecía cercana, en su mente resonaron las palabras de su gran ídolo, su padre.

Haber sido el único medallista mexicano en la incursión asiática le permitió a Fabila cumplir un ‘capricho’ que tenía

“Cuando se enteran que iba contra el ruso (Oleg Grygoryev), nadie daba un peso por mí, todos me decían que yo iba a perder porque el ruso había ganado la medalla de oro en los Olímpicos anteriores (Roma 1960), pero recordé lo que me dijo mi padre antes de irme a Japón: ‘usted es muy bueno. Usted vaya a ganar porque lo que usted tiene en las manos, muy pocos lo tienen’, después supe que mi padre se refería a mi talento y a mi pegada a la hora de boxear”, relata el medallista olímpico.

Haber sido el único medallista mexicano en la incursión asiática le permitió a Fabila cumplir un ‘capricho’ que tenía, pues colocó a su deporte, el box, en el ‘Olimpo’, con la tercera medalla que el pugilismo le daba al país en Juegos Olímpicos, además, pudo robarle cámara al futbol, pero reconoce que sigue obsesionado con que pudo haberse traído la de oro.

“Gracias a esa medalla pude decir que un deporte tan bonito como es el box le ganó al futbol, que es al deporte que más le ponen atención y ahora fue al revés, pero siempre estaré en deuda con mi país, porque yo me fui pensando en traer la medalla de oro, y aunque fui el único mexicano que conseguí medalla, estoy muy apenado con México porque fracasé, siempre me va a quedar ese sentimiento de que no me pude traer la de oro”, asegura Fabila, mientras sostiene la presea de bronce, en el ring de su escuela de box.

Enemigo en casa para Juan Fabila

Las semifinales de Tokio 64 lucían para que Juan Fabila llegara a la disputa por el primer lugar en el podio, enfrente tenía a un rival en teoría más débil, el surcoreano Chung Shin Cho; sin embargo, además de vencer los problemas en el ring, el mexicano tuvo que lidiar con las constantes peleas con su entrenador, un argentino que se convirtió en su ‘Caballo de Troya’, ya que se dedicó a hacerle la vida imposible desde antes de viajar a Japón.

“No gané la medalla de oro porque tuve muchos problemas con mi entrenador, batallé mucho en estos Juegos Olímpicos. En ese momento mi entrenador era un argentino y me trataba muy mal, era especial para insultar”. Fabila matiza los improperios que recibía.

Siempre estaré en deuda con mi país, porque yo me fui pensando en traer la medalla de oro, y aunque fui el único mexicano que conseguí medalla, estoy muy apenado con México porque fracasé
Juan FabilaMedallista Olímpico de Tokio 1964

“Cada que peleaba me decía: ‘eres un maricón ‘mishka’, la ‘viruta’ que te parió’ y eso me desconcertó porque eran peleas tras peleas con él, no entrenaba bien, porque antes de subir a pelear siempre eran discusiones, siempre trató de lucirse pero yo no me dejaba.

“Si yo aguanté ese trato en México era porque yo quería representar a mi país, y en esa pelea contra el ruso le dije que yo me aguantaba porque no era tonto, que si yo me ponía al brinco en México era seguro que no me iban a traer, y yo, mi sueño, siempre fue representar a mi patria, que su orgullo como entrenador no me importaba, valía más el orgullo por mi país que presumir que él era mi entrenador”, menciona.

A su regreso a México, Fabila pensó muchas veces en denunciar los maltratos que tuvo, pero cambió de opinión cuando entendió que la hazaña que había logrado era por él, por la fe que su padre le tuvo, y no por su entrenador.

“Sí pensé en decir a la prensa todo lo que me pasó con ese entrenador que ya no recuerdo su nombre, pero no lo hice porque era darle más fama. Por eso me quedé callado valía más lo que yo traía en mis manos (la medalla) que lo que me había pasado”, explica.

Breve historia profesional

Con la medalla olímpica en sus vitrinas, Juan Fabila incursionó en el boxeo profesional el mismo año de su hazaña en Tokio, y debutó con una victoria sobre el también debutante Cuervo Frausto. No obstante, su historial en el pugilismo de paga se limita a nueve combates, uno en Estados Unidos, con seis triunfos, dos derrotas y un empate.

La etapa profesional de Fabila se divide entre 1964 y 1965, para luego regresar en 1971 y retirarse de nuevo en 1972. Durante la entrevista con Reporte Índigo, el medallista olímpico reconoce que fue el amor por su esposa lo que lo llevó a olvidarse del boxeo al máximo nivel.

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