Fue, sin salir del asombro, el primer pensamiento que me llegó de botepronto desde mi lugar en el Estadio de Olímpico de Tenis en aquella tarde triste del 15 de agosto.
Para quienes como yo somos Federer-Fans incondicionales y que a manera de reflexión editorial, comenté en todos mis espacios de PALCO DEPORTIVO como respuesta a esa ola de comentarios ligeros y oportunistas, que se fueron con el canto de las sirenas augurando y sentenciando “a muerte” con injusticia similar a los abominables jueces de la maldita Inquisición, al Gran Roger Federer que contra todos los pronósticos salía derrotado a manos del moreno norteamericano James Blake, quien hizo lo mismo que aquel burro que tocó la flauta, una sola vez, un churrazo, una campanada, solo que esta vez mucho más dolorosa al dejarlo fuera del reparto de medallas olímpicas.
Más tarde Roger y Stanislaw Wawrinka se llevarían el oro en dobles, pero la verdad no es lo mismo.
La noche más triste…
Aquella tarde de agosto, la bruma y nubes de lluvia envolvían Beijing con un efecto térmico que generaba un calor denso, pegajoso, molesto, de hecho algunos aguaceros intermitentes provocaron más calor vaporoso, retrasando la jornada hasta por tres horas, 4-6 y 6-7 fue el resultado, Blake nunca había podido ganarle a Federer en los siete enfrentamientos anteriores, solo que éste fue en los Olímpicos y la repercusión en el ánimo del suizo fue mucho mayor.
Las voces oportunistas lo cuestionaron de inmediato en la conferencia de prensa acerca de un retiro eventual, algunos pocos protestamos la pregunta ofensiva, pero hoy acepto que me equivoqué, era la pregunta correcta para un número uno que dejaba de serlo después de 237 semanas. Además del vacío Olímpico, Roger rechazó con aplomo aquella pregunta que sonaba a sugerencia burlona, la clase y dignidad del suizo le hicieron dibujar una tenue sonrisa, pero seguramente con la sangre hirviendo, el mundo, en apariencia, parecía venírsele encima a Roger Federer.
Aquella debe haber sido una noche muy larga y más triste, seguramente en la intimidad de su almohada él mismo se hizo la misma pregunta, la respuesta ya la sabemos, había Roger para rato.
El camino sería difícil y tortuoso, habría que reinventar estrategias, afinar detalles para lograr el objetivo trazado de inmediato, mantenerse entre los primeros allá en la élite y de ahí buscar el regreso a la cima que hoy se veía más alta que el Everest, las luces enfocaban ahora al nuevo rey: Rafael Nadal, que le había derrotado en una batalla épica en Wimbledon 2008 hacía solo unas semanas, los veleidosos reflectores del tenis y del deporte universal siempre convenencieros cambiaron su dirección hacía el español que venía dando pasos de gigante, éste Rafa en ascenso llegaría para quedarse, nadie lo sabía mejor que Roger, quien esa misma noche dejó atrás la frustración de no alcazar la medalla olímpica que ya no llegaría, centrarse en el dobles, que no es lo suyo, junto con su compatriota Wawrinka. La semana sería larga y este dobles en el que finamente se alza con el oro no sabe igual al “Otro Oro”, el de singles, que con orgullo presumía Rafa Nadal, la plata para el chileno Fernando González, quien había arrasado al buen James Blake y el bronce para este “joven con futuro” Novak Djokovic.
Es el principio del fin…
Al día siguiente, la oleada del oportunismo y del inmediatismo dictaban una sentencia inquisitoria que para mí, y así lo señalé en infinidad de ocasiones, siempre fue precipitada, asegurando por todas partes que estábamos en el principio del fin de la brillante carrera de Federer y el inicio de la “Era Nadal”.
La marejada era fuerte, los resultados a partir de aquel Wimbledon y aquellos Olímpicos se decantaron del lado de Rafa cuya consistencia y disciplina le pagaban dividendos, los enfrentamientos Nadal- Federer fueron siempre tremendos, solo que ahora Rafa tenía la onza de oro en las manos. Roger finaliza el 2008 de pesadilla redoblando esfuerzos, puliendo detalles, corrigiendo defectos, cambiando estrategias sin dar tregua ni para la Navidad, había que encarar con más ahínco que nunca la temporada 2009, que pintaba toda de color Nadal y así se vino aquel Australia 2009.
“…Dios mío, esto me está matando…”
Roger y Rafa iniciaron el primer Grand Slam de la temporada con el mismo objetivo pero con diferentes motivaciones, mientras Rafa iba “a por todas” en su vertiginoso ascenso y consolidación.
Roger iba con todo para evitar que Nadal se le fuera a la estratósfera y recuperar lo que fue su bastión por 237 semanas, el “UNO” del mundo, así desde los polos opuestos del draw llegaron a la finalísima, lo más esperado por el mundo deportivo universal en mucho tiempo.
Lágrimas de un valiente
Fue aquella una batalla de dos poderes similares con diferentes estilos y estrategias. Los dos primeros sets se los reparten, uno a uno, un solo quiebre por lado, parejos en todo, el tercero es igual y así se va a muerte súbita que se lleva Rafa. Roger hace un solo gesto de frustración y regresa para llevarse el cuarto con un quiebre y set, otra vez todo igual y a jugársela en un set, el quinto, de pronto aparecen los Fantasmas para Federer que pierde el toque fallando puntos “hechos”, la presión parecía matarlo, Rafa “huele” el momento y se tira a matar asumiendo riesgos y tiros ganadores, alzándose con un 6-2 definitivo y el título del primer Grand Slam del 2009, Australia se rinde al nuevo número uno. Rafael Nadal y España entera viven su momento.
Soportar esto después de haber tenido tan cerca ese título ahí en la cancha, observando las ovaciones a Rafa mientras la organización coloca los pódiums y la alfombra roja para recibir al los VIP’S en la ceremonia de premiación, una eternidad seguramente para Roger, quien parece rumiar su frustración.
La “Era Nadal” en su apogeo y a Roger que no le alcanza, es humano, la impotencia, frustración y el dolor se hacen insoportables, en la premiación le ceden el micrófono y el MAESTRO FEDERER rompe en llanto, que solo atina a decir “Dios mío, esto me está matando…” lágrimas de un valiente que soportaría el apogeo y cenit de Rafa durante los meses siguientes hasta que llega…
El punto de quiebre para Roger
El Masters 1000 de Madrid se había preparado como una parte de la estela triunfadora de Rafa Nadal. El escenario impresionante de La Caja Mágica de Madrid, con su cancha de arcilla preparada como alfombra roja para el flamante “Rey Nadal” y su racha impresionante de triunfos, la final se da con Federer y la gente acude a festejar el triunfo vaticinado.
Roger lo había soportado y padecido todo, incluso mantenerse a la sombra de Rafa a pesar de la cortesía con que éste se expresaba de él, no era suficiente, había que dar un golpe de autoridad, un punto de quiebre, una señal al mundo pero principalmente a sí mismo de que la era Federer todavía tenía para rato.
Fue una final magistral, Roger quiebra dos veces, una en cada set para alzarse con el título más valioso de mucho tiempo, el vencer a Rafael Nadal, al número uno en su propia casa y en su propia superficie, para mí es este sin duda el punto de quiebre en el regreso de Roger Federer que a partir de ese momento se sacude los fantasmas, reinventa su juego, se olvida del número uno como obsesión, retoma el gusto y disfruta sus torneos, sus momentos, subidas y bajadas, el regreso a la cima del tenis es solo una consecuencia y ya no hay obsesión de quedarse ahí, el tiempo no perdona ni a los grandes como él y el propio Federer está consciente de esto.
¿Qué se viene? Una abierta, maravillosa y apasionante competencia torneo tras torneo, Grand Slam tras Grand Slam con Federer, Nadal y Novak Djokovic allá en lo más alto, en la cima, muy cerquita del Olimpo, que a los tres los espera en cuanto el padre tiempo y los Dioses de las Canchas lo decidan.
Hoy, para mí, Rafa lleva la ventaja, es igual, a Roger se le fueron sus fantasmas para siempre, Djokovic luchará con alma de partizano para sostenerse y Rafa lo tiene todo para abrir su espacio en los próximos meses, por lo pronto, el primer gran encuentro de estos tres “Fuera de Serie” se nos viene ya en el pasto sagrado de Wimbledon, los Juegos Olímpicos Londres 2012, ¡ya en dos semanas! Así de fácil…