Los milicianos del grupo extremista Estado Islámico (EI) expulsaron a Ayman Hussein de su hogar. Dieciocho meses después, el deportista envió el equipo de futbol de Irak a las olimpiadas.
Hussein anotó el gol ganador contra Catar el mes pasado en un partido de clasificación, uniendo a los iraquíes en un inusual momento de victoria y convirtiéndose en celebridad nacional. Pero su historia ha estado marcada por la misma violencia y desplazamiento que ha conmovido las vidas de tantos de sus seguidores.
Hussein y su familia huyeron de su casa en una aldea en las afueras de la ciudad norteña de Kirkuk cuando el grupo EI atravesó el norte y occidente de Irak a mediados del 2014. Su hermano, quien trabajaba para la policía local, fue capturado por los extremistas y desde entonces no se sabe de él.
Le contaron que el hogar familiar fue demolido, y su madre y hermanos han encontrado refugio con miembros de su familia extendida en Kirkuk, mientras que Hussein vive con su equipo en Bagdad. Su padre murió en un ataque en Bagdad en el 2008 que Al Qaeda de Irak se adjudicó, un predecesor del grupo EI.
“No es la primera historia de terrorismo para mi familia”, dijo. “Probablemente no sea la última”.
El tímido hombre de 23 años recién se está acostumbrando a su nueva fama. Durante una reciente práctica con su club local en un terreno precario en un complejo deportivo en Bagdad, hizo una pausa para que un admirador se tomara una foto con él mientras sus colegas lo felicitaban.
“Nunca pensé que un gol podría causar tanta felicidad”, dijo Hussein.
Como la mayoría de los iraquíes, Hussein creció jugando futbol pero nunca pensó que pudiera seguir una carrera deportiva. Eso cambió cuando el entrenador de su equipo local lo vio jugar en un parque y después le pidió que sustituyera a un jugador lesionado. Ansioso por ayudar a mantener a su familia tras la muerte de su padre, aprovechó la oportunidad.
Hussein continuó jugando durante la más reciente conmoción familiar. “Si dejo el futbol, nada cambia. No podría recuperar nada de esas cosas”, dijo. “Agradezco a Dios mi situación. Tengo un muro a mi alrededor (…) La mayoría de los iraquíes desplazados viven en carpas”. (AP)