Una chica asmática en tiempos en los que la medicina no se encontraba tan avanzada estaba condenada a vivir el deporte de lejos; sin embargo, desde ahí Dawn Fraser dio muestras de que nunca se dejaría vencer porque su espíritu rebelde se lo impedía.
En el mundo de la natación, Fraser consiguió la medalla de oro en tres Juegos Olímpicos consecutivos (1956, 1960 y 1964), y solo una intervención tendenciosa de las autoridades deportivas de su propio país, Australia, la dejó fuera de un posible tetracampeonato en los 100 metros libres de la natación en México 1968.
La vida de Dawn Fraser no fue sencilla fuera de la alberca, el hecho que más la marcó fue la muerte de su madre en un accidente de auto en el que también viajaba ella, su hermana y un amigo.
Durante 40 años, Fraser vivió con la idea que su madre había muerto por un ataque al corazón después del accidente, pero en 2004 confesó a un medio australiano que recién se daba cuenta que “yo maté a mi madre”.
El éxito de Fraser también se debió a la rivalidad con su compatriota Lorraine Crapp, con quien mantuvo un constante intercambio de triunfos y récords rotos, pero en los Olímpicos fue Dawn quien se llevó la medalla de oro, además de haber bajado del minuto durante una competencia internacional.
Los logros dentro de la alberca la llevaron a ser considerada una de las mejores deportistas australianas de todos los tiempos, aunque su comportamiento fuera de la natación, desde que era atleta, y tras su retiro, siempre dejó mucho qué desear.
Entre sus escándalos se cuentan desfilar en la inauguración de Tokio 64 pese a que se lo habían prohibido porque competía un día después, el uso de uniformes no autorizados por su delegación, el robo de banderas olímpicas y, ya retirada, un breve paso por el Parlamento australiano y constantes ataques hacia los migrantes, lo que la llevó a un choque verbal con el también polémico tenista Nick Kyrgios.
