Cadena de estupideces

Puede ser que la palabra estupidez incomode a muchos, pero no hay otra en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que defina con exactitud, cada uno de los actos que se sucedieron después de la patada en medio de la pelea en una maniobra aparentemente pactada con antelación, como ocurre en todas las funciones de lucha libre, y que le provoca la lesión de la que después le costaría la vida al Hijo del “Perro” Aguayo.

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
Comparte esta nota
6
minutos después del incidente, fue retirado del Auditorio

Puede ser que la palabra estupidez incomode a muchos, pero no hay otra en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que defina con exactitud, cada uno de los actos que se sucedieron después de la patada en medio de la pelea en una maniobra aparentemente pactada con antelación, como ocurre en todas las funciones de lucha libre, y que le provoca la lesión de la que después le costaría la vida al Hijo del “Perro” Aguayo.

Por supuesto me descalifico como experto en lucha libre y mucho menos en cuestiones médicas, sin embargo, las declaraciones de gente clave y experta así como de los médicos responsables y principalmente de las autoridades de la Comisión de Lucha de Tijuana, se unen al sentido común para unir estos hechos que con ignorancia, estupidez y negligencia, desencadenan esta tragedia.

NO soy quién para suponer siquiera que con un protocolo impecable se hubiera podido salvar la vida del luchador, pero sí puedo sacar conclusiones que inviten a las autoridades civiles, autoridades de los organismos que rigen la Lucha Libre en nuestro país, los entrenadores y preparadores y principalmente al gremio de los luchadores, a formar un estricto protocolo para que esto no se repita. 

Lo mueven sin protocolo

Los primeros en darse cuenta, ya terminada la pelea, fueron los propios luchadores, que sin protocolo alguno lo mueven e intentan reanimarlo.

Las reglas elementales que todos deberían saber como el Padre Nuestro a los niños que van a comulgar, comienzan por la regla elemental de no mover al lesionado en caso de un accidente, salvo casos excepcionales, y esperar que sean paramédicos quienes lo hagan.

Ya tirado sobre la lona en la que lo depositan sus compañeros, ahora sí se aparecen para “hacer algo”, casi dos minutos después, el Comisionado y el médico.

¡El publico quería pelea!

Mientras se vivía esta tragedia, el sonido local nada hace por colaborar con el mínimo elemental de información, quizá un llamado a informar que se suspende la pelea porque hay un luchador lesionado para no crear pánico, pedir que se despejen los pasillos abarrotados, nada se dice y ante el vacío de información la gente exige que la función continúe.

Llega entonces el luchador Rey Misterio JR. a solicitar que se desaloje el pasillo para que pase el tablón con Aguayo.

Ni camilla, ni collarín, ni nada

Para ligar una estupidez más en la maniobra, retiran a AGUAYO cuatro minutos y medio después sobre ¡UN TABLÓN!, y para otro error más, sin collarín ni mucho menos inmovilizarlo.

Ya para entonces había dos médicos que habían colocado una cánula para evitarle el ahogo, pero no le inmovilizan el cuello.

Lo bajan tirado sobre ese tablón para cambiarlo a una camilla a mitad del pasillo.

Seis minutos después, el luchador finalmente ya estaba en una ambulancia que lo trasladaría al Hospital del Prado, nosocomio ubicado muy cerca del Auditorio Municipal de Tijuana, en donde se llevó a cabo la función. 

Casi una hora después del incidente, Pedro “Perro” Aguayo Jr. es declarado sin vida.

Preguntas sin respuestas:

1.- Colgado inconsciente

El Hijo del “Perro” Aguayo recibe, como es natural, golpes, caídas y patadas a lo largo de la lucha, pero es una patada de Rey Misterio JR. la que lo pone inconsciente y colgado de la segunda cuerda. Pasan dos minutos antes de recibir ayuda.

2.- Réferi inepto

El “Perro” queda colgado inconsciente, muchos dicen que parecía parte de la rutina, pero el réferi debe reconocer por tela elemental de su oficio y con su experiencia, cuándo es show y cuándo es un golpe con consecuencias.

3.- Los comisionados Fuentes y Pelayo ¡se lavan las manos!

Más preocupado por deslindarse que por ir a fondo, el Comisionado de Box y Lucha y Artes Marciales de Tijuana presente esa noche, Mario Fuentes, exluchador bajo el mote de Médico Asesino, irresponsablemente tampoco intervino, aunque el reglamento lo autoriza a ordenar al médico en turno a detener la pelea para revisar a un luchador aparentemente lesionado.

Eso sí, el Comisonado en jefe, Juan Carlos Pelayo señala que esa noche “no hubo negligencia, fue un accidente deportivo”.

4.- El médico tampoco hace nada

Durante esos casi dos eternos minutos en los que el Hijo del “Perro” Aguayo permanece entre colgado sobre la segunda cuerda, su compañero Konnan se acerca le dice algo, lo pasa a la primera cuerda, pero sigue la pelea y las zarandeadas a Aguayo. 

Hay dos patadas que casi lo golpean ahí mismo, inerme sobre la cuerda, ni el médico en turno, Ernesto Franco, ni alguno de sus auxiliares, reaccionan como es lo mínimo que se les exige en su profesión y en su compromiso al contratarse como especialistas en estas funciones, vamos, no hacen nada para meterse como sea siquiera a mirar al luchador caído, a verle la mirada, a buscar reacciones corporales, el pulso, comprobar por qué ya no se movía ni reaccionaba, entender por qué parecía un muñeco de trapo colgado ahí sobre la cuerda, la doctora de nombre teresa se acerca e inexplicablemente ¡no hace ni señales!, o no se atreve a interrumpir o parar la pelea que se desarrollaba a centímetros de la tragedia.

¿Qué sigue?

No pretendo colocar culpas, estoy seguro que en el mundo de la lucha hay mucha solidaridad y trabajo en conjunto, todos saben que en este peligroso show una maniobra mal ejecutada le cuesta la vida o una lesión a cualquiera.

Solo describo hechos que reflejan negligencia, irresponsabilidad, incapacidad, indiferencia, ignorancia y una enorme falta de protocolos estrictos por parte de las comisiones, que dependen de los gobiernos locales, que exijan sin excepciones a los promotores de las funciones las medidas de seguridad más allá de lo elemental. Hoy el Fantasma de la Muerte se llevó a un luchador experimentado y triunfador, que pone en evidencia todas estas carencias, ignorancias que forman una autentica cadena de estupideces que culminan con la muerte de Pedro Aguayo Ramírez, el Hijo del “Perro” Aguayo, a sus 35 años de edad. descanse en paz, mis oraciones con su familia.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil