La Fórmula 1 vivió uno de sus momentos más impactantes en toda la historia que se vivió en el Gran Premio de Bahreín, donde el piloto francés Romain Grojeann sufrió un brutal accidente del cual milagrosamente consiguió sobrevivir.
My God the crash of Grosjean turning into fire.
He is safe and already rescued pic.twitter.com/3hU4UKTN3X
— Tancredi Palmeri (@tancredipalmeri) November 29, 2020
De hecho, el incidente ya está dando de qué hablar en redes sociales porque por un momento se pensó que Romain Grojeann habría muerto ya que tras perder el control de su auto éste se estrelló e incendió, lo que causó una fuerte impresión en el público.
El choque de Romain Grojean se dio tras la largada del Gran Premio de Bahreín, en la decimoquinta fecha de la temporada. El Haas del francés se prendió fuego y se partió a la mitad.
El momento en el que Grosjean sale del coche tras estrellarse e incendiarse#GPBahreinpic.twitter.com/Z5CZp0I1ch
— ElHuffPost Deportes (@HuffPostDeporte) November 29, 2020
Sin embargo, y pese a la brutal naturaleza del accidente, el piloto francés solo sufrió unas leves quemaduras y un gran susto, así como los mejores deseos expresados por usuarios de redes sociales.
Especialistas profundizaron en el hecho de que el accidente se dio luego de un toque con el Alpha Tauri del ruso Daniil Kvyat, por lo que monoplaza estadounidense chocó contra el guardarrail y empezó a prenderse fuego, que habría sido por la rotura del tanque de combustible.
La llamarada fue típica de otras décadas, como los accidente de los años setenta y ochenta. Algo que no venía ocurriendo gracias al desarrollo de la tecnología y los distintos sistemas de seguridad desarrollados para la categoría.
De ese modo, el auto de Romain Grosjean se partió a la mitad, algo que desde 1981 no se veía cuando John Watson en el Gran Premio de Italia corrido en Monza el McLaren MP4 se partió, sin consecuencias para el piloto irlandés.
En cuanto a un auto en llamas, algunos casos para recordar son los de Josh Verstappen (padre de Max) en Alemania 1994 y el de Gerhrad Berger en Imola, en 1989, donde cinco años más tarde se mataron Ayrton Senna y Roland Ratzenberger.