Robert Lewandowski salvó al Barcelona en Balaídos ante el Celta por un marcador de 1-2 con un gol de penalti en el minuto 97, y le dio un triunfo gris que alimenta las dudas sobe el equipo de Xavi Hernández unos días antes de jugar contra el Napoli en la Champions League.
El Celta buscó esperar al Barcelona y casi todo el partido les funcionó con el estilo de Rafa Benítez con orden, sin aventurarse, y buscando la contra. Así fue como se dio el juego con el Barcelona controlando el balón, sin brillo, sin ofensiva y sin ser peligrosos.
Las oportunidades escasearon en el primer tiempo. Y eso que Balaídos se sobresaltó en los primeros minutos con un lanzamiento de Yamal, tras una combinación con Vitor Roque, la apuesta de Xavi Hernández para flanquear a Lewandowski.
El regreso de Iago Aspas al equipo titular fue la gran novedad del Celta. Fue un llanero solitario. El objetivo del conjunto celeste era defenderse. Y esperar algún contragolpe. Solo tuvo una opción de ejecutar ese plan: una buena salida rápida de Aspas por la banda derecha que finalizó Larsen con un tiro flojo. Fue en el minuto 11.
El paso de los minutos adormiló el encuentro sin nada que provocase un gran cambio. El Barcelona se acercó a la portería de Guaita con un cabezazo de Christensen a la salida de un córner y un centro de Yamal cerca del descanso.
Fue entonces, con el crono próximo al final del primer tiempo, cuando apareció el único chispazo brillante, el ingenio de Lewandowski para hacer un gran control orientado tras un pase de Yamal y marcar un golazo con un gran disparo desde la frontal del área.
La reacción celeste fue inmediata. Mingueza cerró el primer tiempo con un aviso; Aspas abrió la segunda mitad con un gol en el primer minuto. Fue una jugada fantástica: un ataque por la banda derecha adornado con dos taconazos de Larsen y Mingueza, y un lanzamiento final de Iago Aspas que desvió Koundé hacia su portería.
La estrategia de Culé
Ese temprano empate sorprendió al Barcelona. Xavi Hernández refrescó el equipo con Gündogan y Raphinha. Pero no logró el efecto que deseaba, sino que se encontró con un escenario inesperado.
El Celta creció como un gigante: se adueñó de la pelota, adelantó su línea de presión, acorraló al conjunto catalán. Solo le faltó pegada. Tuvo varias aproximaciones peligrosas, con centros sin precisión o algún tiro desviado de Aspas.
Ese nuevo guion de partido desorientó al Barcelona, nulo en ataque, más metido en su campo que en el del rival. Solo tuvo un tiro de falta de Raphinha, que sacó Guaita. El equipo de Xavi Hernández quedó bloqueado, gris, sometido por el Celta, una mala imagen en busca de un gol imposible que, sin embargo, llegaría con la opción de un penalti cuando en el minuto 93 Beltrán derribó a Yamal con una patada al intentar despejar el balón.
El suspense acompañó el lanzamiento de penalti. Guaita paró el tiro de Lewandowski, pero el árbitro mandó repetir el disparo por estar el portero adelantado. Lewandowski marcó el agónico gol de la victoria en su segunda oportunidad desde los once metros.