Mezclar política y futbol, dos temas que encienden pasiones en un país como Argentina, no es buena idea, así lo está comprobando el presidente de ese país, Mauricio Macri, quien es acusado de orquestar un complot en contra del River Plate, eterno rival del Boca Juniors, equipo del que fue dirigente el mandatario.
Las acusaciones surgieron luego del polémico empate que tuvo River este fin de semana a dos goles ante Godoy Cruz, pues durante el cotejo el árbitro no marcó un claro fuera de lugar que terminó siendo anotación para el conjunto Tomba.
“Quiero creer que no hay nada detrás, pero con partidos así, será difícil”, dijo Marcelo Gallardo, técnico de River en conferencia de prensa tras el empate de su equipo en el Estadio Monumental.
Una postura más que tienen los aficionados de River es el pasado de Macri con Boca Juniors, pues fue su presidente durante más de una década, además de que el actual mandamás de la Asociación de Futbol Argentino, Claudio Tapia, es fan confeso del conjunto boquense.
River está a 21 puntos de Boca (40 unidades) como consecuencia de su juego más que de los errores arbitrales. Pero a sus hinchas nadie les quita de la cabeza que hay mano negra.
En tanto, Horacio Elizondo, director nacional de arbitraje, desmintió las acusaciones que señalan que recibe órdenes de Macri y explicó que él es el único que decide las designaciones arbitrales.
“No piensen que hay algo más allá, una mano, una voz o una imposición. Nunca tuve más libertad para trabajar que ahora”, dijo Elizondo.
Sin embargo, el arbitraje argentino vive una severa crisis y en las últimas jornadas han tenido trabajos polémicos.
Macri no se pronunció sobre los insultos ni las acusaciones, pero ayer recibió en Casa de Gobierno al técnico de Boca, Guillermo Barros Schelotto, un encuentro inoportuno que disparó más suspicacias.