Abanderan la esperanza

Dejar atrás su país y ser un refugiado no es la única noticia esperanzadora en sus vidas. La llama olímpica iluminará su andar al participar por primera vez en la justa veraniega más importante del mundo.

Con el estandarte de la ilusión, un grupo de 10 atletas protegidos competirán por primera ocasión en la historia de los Juegos Olímpicos al recibir la oportunidad previo a la edición de Río de Janeiro 2016.

Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Dejar atrás su país y ser un refugiado no es la única noticia esperanzadora en sus vidas. La llama olímpica iluminará su andar al participar por primera vez en la justa veraniega más importante del mundo.

Con el estandarte de la ilusión, un grupo de 10 atletas protegidos competirán por primera ocasión en la historia de los Juegos Olímpicos al recibir la oportunidad previo a la edición de Río de Janeiro 2016.

Se trata de seis hombres y cuatro mujeres, todos ellos con historias desgarradoras en condiciones adversas que ahora cuentan con el apoyo del Comité Olímpico Internacional para dar paso a un mejor porvenir.

Pese a sus muy particulares experiencias, Rami Anis, Yiech Pur Biel, James Nyang Chiengijek, Paulo Amotun Lokoro, Yomas Kinde, Popole Misenga, Angelina Nada Lohalith, Rose Nathinke Lokonyen, Yolande Bukasa Mabika y Yusra Mardini buscarán seguir adelante en sus disciplinas sin mirar al pasado.

Estos 10 deportistas, que serán acompañados por 15 funcionarios, debutarán en las Olimpiadas durante la ceremonia de apertura pactada en el mítico estadio Maracaná, por delante del país anfitrión Brasil.

“Estos refugiados no tienen hogar, ni equipo, ni bandera, ni himno nacional. Les ofreceremos una casa en la Villa Olímpica, junto con todos los atletas del mundo. El himno olímpico se jugará en su honor y llevarán la bandera olímpica en el estadio”, dijo el presidente del COI, Thomas Bach.

“Esto va a ser un símbolo de esperanza para todos los refugiados en el mundo, y pretende que el mundo conozca mejor la magnitud de esta crisis”, añadió Bach sobre la oportunidad que tendrán estos nobles atletas.

Rami Anis:
Comenzó a entrenar la natación formal a los 14 años de edad en su natal Alepo. Cuando los secuestros y los atentados se hicieron más frecuentes, su familia lo envió a Estambul, pero después navegó en bote inflable a la isla griega de Samos. Con el tiempo llegó a la ciudad Gante, en Bélgica, donde se estableció positivamente. “La natación es mi vida. La piscina es mi casa”, dijo Rami.

Popole Misenga:
De la República Democrática del Congo. Competirá en judo, 90 kilogramos. Sobrevivió a la guerra. Resistió a las condiciones de entrenamiento inhumanas de la selección de judo de su país y huyó a Brasil, donde vive como refugiado. “El judo me ha salvado la vida una vez. Ésta puede ser la segunda”, aseguró el judoka.

Yusra Mardini:
Competirá en natación. Salió de Siria en un bote junto a otras 20 personas. Cuando la embarcación comenzó a hacer agua, saltó al mar junto a su hermana Sarah y empezaron a empujarlo hacia Grecia. “Había personas que no sabían nadar”, dijo Yusra, quien ya representó a Siria en un campeonato mundial de natación.

Yolande Bukasa:
Huyó de la República Democrática del Congo. Descubrió el judo en un centro para niños desplazados en Kinshasa. Ahora, como refugiada en Brasil, recibió entrenamiento en la escuela fundada por el judoka Flavio Canto. “Voy a ser parte de este equipo y voy a ganar una medalla”, contó la refugiada olímpica.

Anjelina N.  Lohalith:
Competirá en los 1,500 metros planos. Es de Sudán del Sur. No sabe nada de sus padres desde los seis años. Supo que era buena en atletismo tras ganar algunas carreras en el campo de refugiados de Kenia. “¿La primer cosa que haría con una gran victoria?, construirle a mi padre una mejor casa”, aseguró.

James N. Chiengijek:
Especialista en 400 metros. Dejó Sudán del Sur a los 13 años cuando reclutaban a los niños soldados. Llegó a Kenia y ahí asistió a una escuela conocida por sus corredores. A veces le prestaban calzado adecuado, otras veces usó los equivocados. “Tuvimos tantas lesiones por no usar zapatos ideales”, relató.

Yomas Kinde:
Nació en Etiopía, pero las situaciones de riesgo lo llevó a refugiarse en Luxemburgo. Se gana la vida gracias a un taxi que conduce diariamente, y en ocasiones hasta lo empuja para poder convertirse en mejor corredor. “Los refugiados pueden hacer que todo sea posible”, dijo.

Yiech Pur Biel:
Es corredor de 800 metros, nació en Sudán del Sur pero temeroso de los constantes combates huyó por sus propios medios en 2005. Terminó en un campo de refugiados en Kenia. “La mayoría de nosotros nos enfrentamos a muchos desafíos, ni siquiera tenemos zapatos”, contó Yiech.

Rose Lokonyen:
Atleta de los 800 metros. Huyó de la guerra de Sudán del Sur a los 10 años. Hasta hace un año no sabía del talento que poseía, pero durante una competencia en su refugio en Kenia, su entrenador le sugirió prepararse para los 10 kilómetros. “Voy a ser muy feliz y simplemente voy a trabajar duro y mostrarme lo que soy”, declaró.

Paulo Amotun Lokoro:
Es corredor de los 1,500 metros. Vivió casi toda su vida entre la guerra de Sudán del Sur. Los conflictos bélicos lo llevaron a Kenia donde aprendió mejores ambiciones. “Quiero ser campeón del mundo. Si lo hago bien, voy a usar esto para mantener a mi familia ”, dijo.

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