México tiene gran potencial en el sector automotriz, no obstante, debe de seguir escalando posiciones para competir con otros países. Foto: Cortesía

Abordando derecho

México figura como cuarto exportador y séptimo fabricante a nivel global de vehículos, es un actor importante en la industria automotriz en su zona inmediata

Por Juan Francisco Torres Landa Ruffo

Socio de Hogan Lovells México

@Hoganlovellsmex

Estamos en un momento de grandes definiciones para la industria automotriz en nuestro país. El sector que ha sido uno de los grandes dinamos de la economía mexicana se encuentra en una coyuntura bastante compleja derivada de distintas variables que impactan su presente y su futuro. Veamos algunos de los principales factores vigentes en este momento y posibles derivaciones en las semanas y meses por venir.

Empecemos por señalar que los constructores y proveedores del sector automotriz han gozado de una dinámica de crecimiento sostenido, en especial a partir de 1994 en que con la entrada en vigor del TLCAN se hizo la apuesta estructural de que seríamos en México parte de una sofisticada cadena de suministro en la zona económica de Norteamérica con gran integración.

Con ese impulso y diseño se logró en un par de décadas un crecimiento exponencial en todos los eslabones de la cadena, logrando que México se volviera destino de muchas inversiones de suma relevancia que lo colocaron como un jugador de alto impacto a nivel mundial. De hecho, se colocó con tal magnitud que hoy mismo figura como cuarto exportador y séptimo fabricante a nivel global. México es un actor importante en la industria del transporte automotriz en su zona inmediata, pero también en un sector económico que es de los más globales en cuanto a su organización, operación y entregas.

Sin embargo, el impulso decisivo que la ubicación geográfica y los tratados internacionales dieron a México no podían ser perennes. De entrada, la negociación del T-MEC y la carga que implicó el cambio de reglas de origen hizo de este ejercicio uno con mayores complejidades y obstáculos a sortear. Al tener nuevos requerimientos de contenido local y salarios de alto perfil, México hubo de ajustarse para no perder su lugar y dejar que se diluyera su importancia en las principales cadenas de suministro.

Luego vino el fenómeno del cambio en la relación geopolítica entre EUA y China. Se determinó necesario por los americanos el ya no permitir una sobre dependencia de productos provenientes de aquella nación asiática. Se abrieron así las puertas para permitir que en nuestro país vinieran enormes inversiones de empresas que no pueden permanecer en China para no perder competitividad. México resulta el destino más natural para esta relocalización, pero no sin un esfuerzo de hacer la tarea para dar a los inversionistas las condiciones que transparente y evidentemente son necesarias para no fallar en ese concurso que sí existe con otras jurisdicciones.

Agreguemos otra situación de riesgo. Nos referimos a lo que está pasando en materia de electrificación y electromovilidad. Si bien es cierto que nadie duda de que en el mediano y largo plazo la inmensa mayoría de los vehículos lleguen a ser de propulsión eléctrica, lo cierto es que el cambio no se está dando con la velocidad o definición prevista. Hay problemas serios a tomar en cuenta, incluyendo, pero no limitado a: la instalación de electrolineras, la capacidad de autonomía de los vehículos, la complejidad para el cambio y disposición de baterías, el impacto ambiental en todo el ciclo completo de proveeduría, y los costos incrementales de fabricación.

La industria automotriz en México: ¿Y ahora cómo avanzamos?

En nuestro caso, en México, hay un par de factores cruciales. En el sexenio que acaba no se ha potenciado el nearshoring a base de no concentrarse en el factor SEI– S de seguridad, E de energía, e I de infraestructura. Un gran problema pues se han perdido enormes posibilidades para beneficiar a la industria en su posible consolidación en una zona de libre comercio con gran penetración en el proceso mundial de competitividad.

Por si esto no fuera sencillo, ahora tenemos el caso de los resultados de las recientes elecciones en nuestro país. El nuevo gobierno no puede ni debe perder tiempo en encontrar el balance necesario para que en los días por venir mande las señales claras de una política industrial de alto perfil y de sentido común en que se aborden todos los rubros arriba indicados.

Solamente con esos ingredientes podremos ver que el potencial del sector automotriz y de movilidad en México pueda dar su pleno beneficio y escale de donde se encuentra ahora. En caso contrario se puede estancar y otros lugares geográficos disputarán el liderazgo en México, algunos sitios cercanos como Costa Rica o Brasil, y otros un poco más lejanos como Vietnam, Indonesia, Bulgaria o Austria, por citar algunos.

Así es que la mesa está puesta para una siguiente etapa de muy buenas noticias para el sector automotriz nacional. La pregunta es si nuestra clase política hará lo propio para eliminar trabas y obstáculos, y sean entonces las empresas las que hagan su trabajo para avanzar y seguir destacando la gran cantidad y calidad de vehículos fabricados, y ahora incluso diseñados y desarrollados en México. Esperemos tener buenas noticias pronto.