Para Mauro Guerra, candidato a la dirigencia estatal del PAN, la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, es la principal responsable de la debacle electoral panista.

Guerra no se cansa de culpar en sus eventos de campaña a Arellanes del desastroso resultado que obtuvo el PAN el pasado 7 de junio.

En el pobre ejercicio de autocrítica que realiza Mauro, no influyó en la derrota del PAN, por ejemplo, la falta de liderazgo de la dirigencia de la que formó parte como secretario general albiazul.

El gobernador electo de Nuevo León, Jaime Rodríguez, tuvo que salir a aceptar lo publicado el pasado martes en esta columna sobre su viaje en avión privado a Colombia.

En un intento de estrategia de control de daños, “El Bronco” confirmó lo revelado aquí: que el jet que lo llevó a Sudamérica es propiedad del constructor Fernando Maiz.

La designación de Manlio Fabio Beltrones como presidente del PRI Nacional repercutirá en el priismo de Nuevo León.

De entrada hay dos priistas que ganarán poder con la llegada de Beltrones a la dirigencia tricolor en sustitución de César Camacho.

Se trata del diputado federal Abel Guerra y del exlegislador Héctor Gutiérrez, priistas muy cercanos a Manlio.

Tanto Guerra como Gutiérrez destacaron por ser operadores de confianza para el coordinador tricolor en la Cámara de Diputados. 

Muy pronto el excandidato del PAN a la gubernatura, Felipe Cantú, olvidó sus promesas y las traiciones que recibió de los líderes panistas de Nuevo León en su campaña.

Felipe regresó de sus largas vacaciones y se dejó ayer ver con Mauro Guerra, candidato oficial a la dirigencia estatal del PAN.

El exalcalde regio acompañó a Mauro al Congreso estatal para presentar una iniciativa para derogar la tenencia, que era una de sus propuestas de campaña.

Lo que hizo público ayer Felipe –con su respaldo a Mauro– también fue su traición a la panista Tere García de Madero.

Se equivocan los que aseguran que no hubo línea ayer en la designación por consenso del nuevo presidente del Poder Judicial del Estado y del Consejo de la Judicatura.

No hubo una, sino varias líneas las que lograron imponer a Carlos Arenas Bátiz como nuevo titular del Tribunal Superior de Justicia.

La primera  -y la más importante- fue la del grupo de los 7 magistrados rebeldes que apoyaron a Arenas Bátiz y lograron convencer al resto de sus compañeros de hacerlo también.