En Nuevo León no pasa nada. No hay crisis de influenza y los 45 muertos que se han presentado y que ponen al estado en primer lugar en decesos a nivel nacional han sido por culpa de la misma gente y no por negligencia del secretario de Salud, Manuel de la O.

En Nuevo León no existe crisis de inseguridad y no se requiere ningún cambio en el gabinete de seguridad. Lo que existe es una campaña de los medios de comunicación para desprestigiar al gobierno independiente.

No hay duda que el asesor en seguridad del Estado, Aldo Fasci, está superando con creces a quien ocupó el mismo cargo en la pasada administración.

Si para Jorge Domene toda la inseguridad en el sexenio del exgobernador Rodrigo Medina era una cuestión de percepción, Fasci está tomando el papel de además de vocero, de juez también.

Al gobernador Jaime Rodríguez le salió el “pequeño Trump” que lleva adentro: ayer amenazó con promover una ley para obligar a los periodistas a revelar sus fuentes de información.

A “El Bronco” no le gustó que algunos periódicos ventilaran las pugnas en la Procuraduría del Estado, que encabeza el procurador Roberto Flores, y que el martes escalaron con la ejecución de un fiscal del Estado.

Los vacíos de información se llenan. Eso lo debería de saber “El Bronco” y su equipo de comunicación.

Si “El Cochi” no es en San Pedro

Hay varias líneas de investigación por la ejecución del fiscal José Luis de León, pero la más sólida hasta el momento es que este ataque es una amenaza para Bernardo González Garza, quien desde hace tres meses se desempeña como subprocurador del Ministerio Público en la Procuraduría General de Justicia.

El agente del Ministerio Público, de 48 años de edad, acribillado ayer en su casa en la Colonia Contry Las Águilas, recién se había incorporado a la oficina del subprocurador llevando los casos especiales y delicados de la oficina de González Garza.

En su fallido plan de utilizar al exmandatario Rodrigo Medina para subir su popularidad, encarcelándolo en el Penal del Topo Chico, el gobernador Jaime Rodríguez cometió un grave error de cálculo político: no midió las posibles consecuencias.

O si lo hizo las desestimó.

En México, sólo los ilusos podrían creer que encarcelar a un exgobenador del PRI no traerá represalias por parte del gobierno federal emanado del mismo partido político.