Con todo y que la reacción fue lenta, el presidente Peña Nieto finalmente tomó la decisión de remover a Humberto Benítez de su cargo.
Aunque en estricto derecho, no existe evidencia de que el ahora exprocurador federal del Consumidor hubiese apoyado los caprichos de su hija, el imperativo de la vergüenza debiera haber sido más que suficiente para que Humberto Benítez hubiese presentado su renuncia voluntariamente.
Si por la mente de Benítez nunca pasó la idea de renunciar, por la mente del presidente sí pasó la idea de remover al procurador.
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