Casi todos, hasta la mayoría de los normalistas de Ayotzinapa, estamos de acuerdo en condenar la violencia, venga de donde venga.
Sin embargo unos cuantos, aunque sean pocos, han sido los suficientes como para vender la imagen de que somos un país en llamas, con tal de lograr el objetivo de desestabilizar al Gobierno Federal.
Y es que nada justifica el camino de la violencia que solo conduce a generar más violencia.
Algo que por cierto jamás entendió Felipe Calderón, y cuyas consecuencias está padeciendo el presidente Peña Nieto.
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