La semana pasada sucedieron una serie de eventos desafortunados en los que se pintó al Congreso de la Unión de cuerpo entero, y no precisamente para bien.

Por un lado, en la Cámara de Diputados, la Comisión de Salud rechazó por quinta ocasión una iniciativa sobre derechos y salud sexual reproductiva de los adolescentes para introducirla en las escuelas como materia general.

En el Senado, el senador Víctor Hermosillo (PAN) declaró que la mujer ha perdido mucho con la libertad que tienen ahora.

Josefina Vázquez Mota reapareció en Guadalajara para hablar como si su partido o ella misma hubieran iniciado ayer. En un evento de apoyo electoral, la excandidata presidencial aseguró que en México impera la impunidad.

Si bien no es algo nuevo y bastante tiene de cierto su crítica, habría que también decir que bastante responsabilidad hay de los dos expresidentes panistas y de las dos últimas legislaturas en las que Acción Nacional en una tenía la mayoría y en la otra era la segunda fuerza.

Al líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros no le gusta que lo critiquen. Pero lo que hace para evitarlo es contraproducente.

Por ejemplo, ayer hubo un evento en Coatzacoalcos con la empresa Mexichem y decenas de trabajadores estaban dispuestos a protestar para hacerle ver el descontento que hay ante su polémica gestión, pero obvio no se pudo. A los manifestantes les quitaron las pancartas y les prohibieron la entrada al encuentro en el que habría además de trabajadores otro tipo de asistentes.

Ahora sí en San Lázaro no lo pudieron evitar y tanto los legisladores como el Gobierno federal no ocultan que intentan por todos los caminos apagar un fuego que podría crecer en tamaño e intensidad.

Se trata de la llamada “Ley Ficrea”, la iniciativa que fue trabajada por diputados y senadores para solucionar la crisis de las ahorradores de Ficrea y endurecer las reglas para las sociedades de ahorro.

Panistas y algunos priistas decidieron posponer su discusión debido a que algunas sociedades de ahorro se inconformaron porque las nuevas reglas les harían perder el registro.

En los pasillos, ahí en lo más íntimo de sus oficinas, ya dan por perdidas las delegaciones Iztapalapa y Cuauhtémoc, que hasta ahora eran dos bastiones del perredismo y que, según sus propias encuestas, se las llevará Morena. Así que los empleados cuya camiseta no sea otra que llevar el pan a su mesa, podrían estar buscando unirse a Morena para tratar de no irse en picada junto con el PRD y sus líderes, a los que parece que no les preocupa perder dos pilares en la Ciudad de México.

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