Las preguntas en mi visita a Medellín, Colombia, no son sobre otra cosa que no sea la situación del país.
No es la primera vez que siendo extranjera, en éste y otros países, se repite la misma escena: mi angustia de no saber qué decir, mi sonrisa tímida porque por dentro sé que no todo es narcotráfico ni violencia, pero nadie quiere cambiar el tema y mi preocupación de no saber exactamente qué estamos haciendo para llegar a un sinsentido de país. Es más, hasta mis deseos más profundos de no regresar.
Indira Kempis