Índira Kempis
INDIRAKEMPIS El Rey está desnudo

Por más que intentamos hacer la vida cotidiana y distraernos con la primera insignificancia que se nos atraviese… No podemos. 

La situación social de México se pone “color de hormiga” y da señales de no saber siquiera por qué ni cómo empezar a reinventarnos una nueva vida en común. 

No lo escribo para desahogarme. Es más, creo que de ese lapsus emocional tengo una dosis casi a diario. 

Entiendo que no existe botón de pánico alguno que nos solucione rápidamente los problemas. 

INDIRAKEMPIS Casas sin ciudad

Hace algunos años mi madre adquirió su primer y único crédito hipotecario –bueno, creo que no le alcanzaría la vida para otros-. 

Para nosotras, inmersas en una situación familiar adversa, esta oportunidad que da la vida burocrática significó la diferencia entre nuestra futura calidad de vida y no tenerla. 

INDIRAKEMPIS El gobierno que nos merecemos

El frenesí de la noche del domingo pasado llegó a su cúspide con una frase que, como “cereza del pastel”, hizo eco: “Ruego porque podamos encontrar y construir el gobierno que nos meremos”, decía con énfasis el galardonado Alejandro González Iñárritu. 

Y, tal parece, que en México se nos bajó la emoción patriotera, esa que da cuando un mexicano que en “autoexilio” triunfa en el extranjero, para coincidir en que si alguien lo ruega es porque no lo tenemos. 

Pero, ¿qué tipo de gobierno es el que merecemos? Esta pregunta no está resuelta. 

INDIRAKEMPIS Desnudar al activismo

La traición a los ideales, el sistema que “traga”, la necesidad, el ego, llámele como sea, pero nuestra historia de movilización social también se cuenta por el número de veces que creímos ciegamente –quizá ahí el error- en el liderazgo de una persona.

Que cuando por alguna de esas razones se rompió la burbuja terminamos literalmente odiándolo. 

La desconfianza no sólo es sobre nuestra clase política, también por los activistas. 

INDIRAKEMPIS Mil pesos por un voto

Intentaba ayudar a una señora de aproximadamente 80 años a sacar sus documentos correctos para su trámite. Era tanta su insistencia de buscar el comprobante de domicilio para poder completar la documentación ante el Instituto Nacional Electoral que no dudé en preguntarle cuáles eran los motivos. 

Ella no dudó en contestarme: “No es para mí. Es para mi hija”. 

Cuando observé a su hija de mediana edad me percaté de su evidente discapacidad. 



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