La nueva Ley Estatal Electoral, que anoche los diputados alistaban aprobar en el Congreso, es un traje a la medida para asegurar los intereses del PRI y del PAN y sus líderes, los alcaldes metropolitanos.
Pero esta reforma electoral, que pretende resucitar la figura de las diputaciones plurinominales y representa un golpe contra la paridad de género, nació muerta.
Voluntaria o involuntariamente, los diputados dejaron pasar el tiempo para crear este dictamen electoral, llegando a su aprobación en el límite de su publicación en el Periódico Oficial del Estado de Nuevo León.
Jesús Padilla