Ahí están, frente a la rejilla de prácticas, muchas veces sin entender cuáles son los cargos y las penas que se les imputan por la barrera de la lengua.
Son 469 indígenas presos en los diferentes penales de la Ciudad de México, privados de su libertad por los delitos de robo calificado y simple.
Enfrentar un proceso judicial es por sí mismo delicado, pero el problema se agudiza cuando no se entiende el español y la única forma de comunicación es el náhuatl, zapoteco, otomí u otra lengua que nadie entiende.
Icela Lagunas