Adriana Amezcua
GUARDERíAABC Un dolor que no se apaga

Davinia estaba despierta la tarde en que la guardería ABC comenzó a incendiarse. No solía tomar siesta a la hora en que decenas de sus compañeritos de estancia lo hacían. 

Ella presenció cómo el horror comenzó a materializarse en forma de humo. Algunos niños comenzaron a despertarse, lloraban. 

La niña de casi cuatro años de edad alcanzó a escuchar a una maestra que les pedía dirigirse a la puerta, pero estaba sellada. No pudieron salir. Fue así como observó que todo dejó de verse a su alrededor. Hasta ahí recuerda lo que ocurrió ese fatídico día.