Polémica ante declaraciones por el virus del COVID-19
Las declaraciones tanto del presidente de México como del subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, en torno a la pandemia han desatado diversas controversias entre los mexicanos
Noemí GutiérrezLa llegada del COVID-19 a México estuvo marcada por la polémica. Aunque el 4 de febrero del año pasado ya se había confirmado la presencia en China del SARS-CoV-2, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, dijo que se tenía una alta probabilidad de que llegara al país, pero que era una enfermedad de “baja virulencia” si se comparaba con la influenza que “es más agresiva en términos de causar enfermedad grave y la muerte”.
El 28 de febrero se confirmó el primer caso de COVID-19 y se anunció en la “mañanera” ante el presidente Andrés Manuel López Obrador. Ese mismo día arrancaron las conferencias vespertinas a las 19:00 horas.
Para el 4 de marzo, el subsecretario López-Gatell afirmaba que “no hay necesidad de un hospital especial específicamente diseñado para el coronavirus”.
El vocero de la estrategia contra el nuevo coronavirus generó polémica cuando el 16 de marzo en la “mañanera” expresó que en caso de que el presidente López Obrador se contagiara, se “va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune”, además de que “la fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”.
Dos días después, se viralizó la imagen del primer mandatario que en la conferencia matutina presumió su escudo protector, el famoso “detente” (una estampa religiosa católica).
Mientras se disparaban los casos de coronavirus en otros países, principalmente europeos, el 22 de marzo, López Obrador dijo: “no dejen de salir (..) no ayudamos si nos paralizamos sin ton ni son de manera exagerada”.
El 23 de marzo se anunció la “Jornada de Sana Distancia”, la cual se extendió hasta mayo. En ese tiempo el primer mandatario suspendió las giras. El titular del Ejecutivo federal comentó que el subsecretario López-Gatell le recomendó mantener la sana distancia, pero no el uso del cubrebocas.
Las críticas contra López-Gatell se intensificaron cuando pronosticó varios picos de contagio en el Valle de México, fechas que no se cumplieron, además declaró que el escenario “catastrófico” para México sería de máximo 60 mil muertos, cifra que ya se triplicó.
Pese a la demanda de créditos a empresas porque se estaban perdiendo empleos, el presidente López Obrador advirtió que no se rescataría “a los de arriba” como sucedió en el periodo neoliberal, y optó por créditos a la palabra para pequeños negocios.
Tras aumentar los contagios en diciembre, la tarde del 24 de enero de este año, el primer mandatario informó que dio positivo a coronavirus, por lo que tuvo que permanecer en aislamiento dos semanas en Palacio Nacional, situación que provocó especulaciones por la poca información sobre su salud y tratamiento.
Al reaparecer el 8 de febrero en la “mañanera”, reiteró que no era necesario usar el cubrebocas, porque de acuerdos con los médicos ya no contagiaba.
Funcionarios afectados por el COVID-19
La primera integrante contagiada del gabinete legal y ampliado fue la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, que pese a dar positivo el 20 de abril, lo informó 7 días tarde.
Después se conoció que también se infectaron el secretario de Hacienda, Arturo Herrera; de Comunicaciones y Transporte, Jorge Arganis; de Agricultura, Víctor Villalobos; de Energía, Rocío Nahle; de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, y de Marina, Rafael Ojeda, por segunda ocasión el 23 de febrero.
Rosa Icela Rodríguez se recuperaba de COVID cuando el presidente la propuso como secretaria de Seguridad Ciudadana.
También se enfermaron el embajador de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente; el director del IMSS, Zoé Robledo; el titular de Profeco, Ricardo Sheffield; la titular del SAT, Raquel Buenrostro, entre otros. Falleció Leticia Ánimas, coordinadora nacional del Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez.
Otro contagio que generó polémica fue el de Hugo López-Gatell.
Quien también ha jugado un papel fundamental es el canciller Marcelo Ebrard, pues además de ser el encargado de conseguir pipas cuando inició el combate al huachicol, ahora coordinó la compra de las vacunas anticoronavirus, cuyos contratos fueron reservados.
Por su parte, además de coadyuvar en tareas de seguridad, sembrar árboles y construir sucursales del Banco del Bienestar, así como el nuevo aeropuerto, Felipe Ángeles, la Secretaría de la Defensa Nacional, junto con la Marina, son las encargadas de distribuir las vacunas antiCOVID.
Por ahora, López Obrador se impuso la meta de vacunar para el mes de abril 15 millones de adultos mayores, cuando menos con una primera dosis. Una tarea monumental si se toma en cuenta la irregularidad en la distribución de los fármacos.
De acuerdo a lo establecido en el Plan Nacional de Vacunación, para este año debe estar vacunada prácticamente toda la población, es decir, cerca de 126 millones de mexicanos.