Cuba (por la) libre
El gobierno cubano de Raúl Castro se ha preparado durante los últimos cinco años para que una eventual caída del régimen chavista no le haga repetir la crisis que significó la eliminación de la Unión Soviética.
A diferencia del “periodo especial” que sumergió a la isla en la peor crisis económica de su historia durante los años noventa, desde 2008, el gobierno del hermano menor de Fidel Castro ha tomado medidas para reestructurar el gasto público estatal, “aligerar” el aparato de gobierno y promover la inversión externa.
Peniley Ramírez
El gobierno cubano de Raúl Castro se ha preparado durante los últimos cinco años para que una eventual caída del régimen chavista no le haga repetir la crisis que significó la eliminación de la Unión Soviética.
A diferencia del “periodo especial” que sumergió a la isla en la peor crisis económica de su historia durante los años noventa, desde 2008, el gobierno del hermano menor de Fidel Castro ha tomado medidas para reestructurar el gasto público estatal, “aligerar” el aparato de gobierno y promover la inversión externa.
Los cambios interpuestos por Raúl Castro se encaminan a una apertura económica que ayudaría a una segunda supervivencia, aún por encima de las bases mismas del sistema socialista.
Aún así, solo en 2011, la dependencia con Venezuela en materia petrolera representó tres mil 600 millones de dólares en subsidios para el gobierno cubano.
No queda duda que esta alianza ha sido la más importante para La Habana desde que cayera la Unión Soviética, pues le garantizó desde 2005 petróleo, con un pago inicial de solo el 5% y un financiamiento de 25 años con apenas 1% de interés anual a través del acuerdo Petrocaribe.
¿Alianza en peligro?
En los videos aparece joven y con un cabello aún abundante y negro. Era 1994. Y era Hugo Chávez en su primera visita a Cuba, dos años después de que saliera de la cárcel después del fallido intento de golpe de estado del que formó parte en 1992.
Faltaban cuatro años para que ganara su primer periodo como presidente, pero ya fue recibido en el aeropuerto por Fidel Castro, con tratamiento de jefe de Estado.
“En sueños a Cuba vinimos infinidad de veces los soldados bolivarianos del Ejército venezolano que desde hace años decidimos entregarle la vida a un proyecto revolucionario, a un proyecto transformador”, dijo entonces en su discurso en el aula magna de la Universidad de La Habana.
Desde entonces, para el chavismo que apenas empezaba a construirse –y que ahora es la piedra angular de una democracia cuestionada por muchos, pero firme–, la isla ha significado una guía ideológica y una permanente orientación política.
“Cuba le ha dado a Venezuela un modelo para garantizar un poder estatal y partidario fuerte y a la vez le ha proporcionado un aparato de inteligencia que le permite reforzar el poder del partido gobernante en condiciones donde existe una oposición legal”, explica el investigador cubano Armando Chaguaceda, especialista en el proceso bolivariano venezolano.
En su opinión, el modelo de Chávez ha estructurado un sistema político que entra en los moldes formales de la democracia pero donde existe una creciente concentración de poder y un creciente control político.
Para lograrlo, el gobierno de Fidel Castro tiene en Venezuela 40 mil profesionales entre médicos, maestros y asesores, para sustentar las “misiones” sociales que el gobierno bolivariano instauró desde 2003.
Al año siguiente en la isla se imprimieron las millones de playeras rojas en contra del referéndum revocatorio que Chávez ganó a la oposición.
La colaboración política cubana, entre otras cosas, le ha permitido al proyecto chavista mantener durante una década el 55% de la preferencia electoral y acotar a la oposición diez puntos debajo.
Más profundamente, detalla Chaguaceda, los servicios de inteligencia cubano han sido insertos en el gobierno venezolano.
En el aeropuerto de Caracas hay actualmente funcionarios cubanos en las áreas de aduanas y seguridad, lo cual molesta incluso a algunos sectores del chavismo que sienten atentada su soberanía, relata el investigador desde Xalapa, donde reside.
Fue también la isla la que elaboró y vendió el software que usa el país sudamericano para su sistema electoral y para sus cédulas de identificación personal. El mismo sistema que ha sido elogiado por moros y cristianos como transparente y eficiente.
“Fidel siempre logró bastante autonomía política respecto a la Unión Soviética. Aún cuando dependiéramos económicamente de ellos, o militarmente para las armas, Cuba siempre mantuvo una posición bastante autónoma y crítica”, agrega.
Pero esta vez es Cuba quien se ha convertido en un régimen más consolidado, con su aparato de inteligencia y de partido, con el control de los medios de comunicación y la economía estatizada.
“No recuerdo haber visto militares soviéticos en La Habana, es conocido que hay especialistas cubanos que controlan o tienen acceso importante a los elementos de cedulación de Venezuela como los registros de propiedad.
“Se da la paradoja de que Cuba es ‘la metrópoli política de Venezuela’ siendo su dependiente económica”, consideró Chaguaceda.
En cambio, el pago por los servicios de salud que Cuba le hace a Venezuela, que sobrepasan el precio regular de este tipo de servicios en otras partes del mundo, significa una buena parte de los ingresos de divisas del gobierno de Castro.
Por 30 mil médicos cubanos y 15 mil asesores, en 2011 el gobierno de Chávez pagó a Cuba 5 mil millones de dólares.
Durante las campañas electorales del año pasado el candidato opositor Henrique Capriles declaró que negociaría con Raúl Castro pero no iba a “regalar” petróleo venezolano para financiar un modelo político.
Venezuela representa además la seguridad energética de la isla, que ha fallado en sus intentos repetidos que encontrar petróleo en las aguas profundas que le corresponden en el mar Caribe.
Tan solo en 2005, La Habana recibió de Caracas 90 mil barriles diarios de crudo subsidiado, de acuerdo con un estudio de la Universidad venezolana de Carabobo.
El acuerdo de Petrocaribe tiene aún pendientes 7 mil millones de dólares en subsidios petroleros por cobrar.
Se acabó el pichón
Ante este posible escenario adverso, el gobierno de Raúl Castro ha ido moviendo desde 2008 las bases del sistema para que el gobierno reduzca su gasto público.
Algunos analistas creen que para Cuba las consecuencias del fin del chavismo serían similares a lo que ocurrió con la caída de la URSS, pero diplomáticos extranjeros y especialistas cubanos comparten la idea de que Raúl Castro aprendió de aquella experiencia y se ha preparado para no depender nunca más de un solo país.
Dicen que una posible desaparición de Chávez ha sido analizada por la inteligencia isleña desde hace años.
De hecho, el gobierno cubano ha diversificado las fuentes de ingresos y créditos de Cuba; fortaleció lazos con potencias aliadas como China y Rusia, amplió acuerdos con países petroleros de Medio Oriente y África, y potenció las mejores relaciones de cooperación y comercio con economías fuertes de América Latina, entre ellas Brasil.
Las medidas tomadas por el hermano menor de Fidel Castro se enfocan a dos objetivos primordiales: apertura económica y eliminación del “paternalismo” del Estado.
Incluyen aligeramiento del aparato estatal y la corrección de los “errores” de la Revolución.
Las cifras son claras: más de medio millón de personas han sido despedidas de sus empleos, además de 15 mil maestros, 54 hospitales han cerrado, los impuestos aduanales y a los pequeños comerciantes aumentaron a más del doble, se ha permitido la apertura a la pequeña inversión privada, con licencias de por medio.
“Hay que borrar para siempre la noción de que Cuba es el único país del mundo en que se puede vivir sin trabajar”, dijo Raúl Castro ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento cubano, en noviembre de 2010.
Anunciaba la ola de permisos autorizada en septiembre por el gobierno para los “trabajadores por cuenta propia”.
Agregó: “Se modificará el tratamiento laboral y salarial (…) suprimiendo los enfoques paternalistas que desestimulan la necesidad de trabajar para vivir”.
El gobierno eliminó los “comedores obreros” y los sustituyó por prestaciones para que compraran sus alimentos. En algunos casos, el dinero que los trabajadores perciben ahora para el almuerzo equivale a su sueldo mensual, que es en promedio de 20 dólares mensuales.
Los cubanos tuvieron permiso para poner su propio negocio, mediante una lista de 178 oficios para los que debían sacar licencia y pagar impuestos.
Desde entonces, se instauró como requerimiento tener licencia para ser “carretillero”, “desmochador de palmas”, “forrador de botones”, entre otros.
Fue el inicio de una campaña para contrarrestar la práctica de que los cubanos eran como pichones que solo sabían comer de la mano del gobierno.
“Muchos cubanos confundimos el socialismo con las gratuidades y subsidios, la igualdad con el igualitarismo”, recalcaba Castro en otro discurso el 22 de diciembre de 2010.
“Se trata de transformar conceptos erróneos e insostenibles acerca del socialismo, muy enraizados en amplios sectores de la población durante años, como consecuencia del excesivo enfoque paternalista, idealista e igualitarista que instituyó la Revolución en aras de la justicia social”, ampliaba.
Luego se anunciaron las medidas para el cierre de hospitales, de plazas de servicio público y de maestros, mientras cada vez más cubanos podían abrir un pequeño negocio propio.
Menos garantías sociales
En este panorama de apertura económica, las garantías sociales que habían sido bandera del socialismo cubano parecen estar en un hilo, aunque Castro ha negado en sus discursos que eso vaya a suceder.
En opinión de Osmin Martínez, editor del diario El Nuevo Herald de Miami, estas nuevas “libertades económicas” no afectarán las bases del sistema.
“Se encaminan a un modelo de capitalismo de estado controlado por un grupo muy pequeño de individuos.
“El gobierno trata de que la gente pueda tener algunos negocios, cierta libertad económica, pero sin la posibilidad real de enriquecerse”, apunta.
Los profesionales cubanos se han enfrentado desde los noventa a la contratación por parte de extranjeros, quienes han pagado una mano de obra muy preparada y barata, pero tenían la contraparte de los subsidios estatales.
“Si se expande el espacio de la cobertura privada, hay gente que podía ganar 20 dólares (mensuales) pero tenía un buen médico de la familia, podía operarse del corazón.
“Si se amplía el espacio de contratación privada cubano-extranjero, pero hay una merma a los servicios sociales entonces la propia legitimidad del discurso se erosiona”, considera Chaguaceda, quien es miembro de la Red Observatorio Crítico, que agrupa a intelectuales cubano en pos de la crítica desde dentro del régimen.
Capitalismo en ciernes
“Ya corregimos algunos errores de los últimos años, ahora el que quiera puede ir a un hotel, siempre que pague”, dijo un empleado del gobierno cubano.
El problema es tener el dinero para pagar. En noviembre de 2011, el gobierno de Raúl Castro permitió que las personas compraran y vendieran sus casas, para corregir la enorme red de corrupción que se había adueñado del sistema de intercambio de inmuebles que se conocía como “permutas”.
Logró con esto que la compraventa de inmuebles pasara por los bancos estatales y que tanto el vendedor como el comprador pagaran un cuatro por ciento del valor del inmueble como impuesto estatal.
Desde entonces las casas en la isla comenzaron a cotizarse en dólares y triplicaron su precio.
Lo mismo sucedió con los automóviles, cuyo comercio igualmente estaba restringido a particulares y fue autorizado en octubre de 2011.
También permitieron desde 2008 que los ciudadanos cubanos pudieran comprarse un celular, eliminando la práctica que imperó en los últimos años, la cual consistía en que un extranjero compraba un celular a su nombre para que algún amigo cubano pudiera usarlo.
La más reciente de estas aperturas fue la eliminación del permiso de salida, que representará una pérdida económica para el gobierno, parcialmente equilibrada con la subida al doble del precio del pasaporte.
Cifras borrosas
No se sabe de manera oficial en qué situación económica enfrenta Cuba la crisis política venezolana. No hay cifras certeras de a cuánto asciende el déficit de las finanzas estatales ni a cuánto la deuda externa.
La última información publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas hablaba de 17 mil 790 millones de dólares al concluir 2007. En el exilio la calculan en 31 mil millones.
Ninguna de estas cifras parece real. Tan solo a Rusia el gobierno cubano le debe 25 mil millones de dólares, según declaró en septiembre el viceministro de finanzas de ese país, Serguéi Storchak.
Es un adeudo acumulado desde que La Habana tenía fuertes nexos con Moscú, cuando aún existía la Unión Soviética.
Hace cinco años México pidió que se congelaran las cuentas cubanas en bancos europeos, para cobrar un adeudo de 554 millones de dólares, vigente desde 1989.
En sus discursos, Raúl Castro ha hecho múltiples referencias a la deuda externa. En cada ocasión asegura: “existe una situación tensa con los acreedores”. Pero no dice cuánto se debe ni cuánto se ha pagado.
El pretendido salvavidas que ha orquestado Raúl Castro permite que actualmente empresas brasileñas estén invirtiendo en fabricación de cigarrillos, que la exploración petrolera en aguas profundas esté a cargo de compañías europeas.
La hotelería está en manos españolas. La mayor parte de los refrescos que se consumen en la isla vienen de inversionistas chilenos o son importados desde México.
Difiere del hermetismo que tenía Cuba cuando se disolvió el bloque socialista, pero aún no queda claro si alcanzará para salvar un nuevo declive en las finanzas de la isla, en caso de que la “ola bolivariana” saque a Cuba de su actual posición privilegiada.
La autora del artículo nació en La Habana en 1987 y vive en México desde 2001. Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana. Es colaboradora de Reporte Indigo.