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¿Por qué perdió Margarita Arellanes?

Es la historia de una combinación de errores,  desaciertos y falta de oficio político lo que selló la caída de Margarita Arellanes.

La derrota de la panista, que se concretó ayer en la elección del candidato del PAN a la gubernatura de Nuevo León, pasa por una serie de confrontaciones y diferencias que tuvo con los líderes panistas del Estado.

Es la historia de una combinación de errores,  desaciertos y falta de oficio político lo que selló la caída de Margarita Arellanes.

La derrota de la panista, que se concretó ayer en la elección del candidato del PAN a la gubernatura de Nuevo León, pasa por una serie de confrontaciones y diferencias que tuvo con los líderes panistas del Estado.

Hace dos años, cuando llegó a la Alcaldía de Monterrey, Arellanes estaba en la cúspide de la popularidad. No había en el PAN, a excepción quizás de Mauricio Fernández, un panista mejor posicionado que ella en las encuestas para el 2015.

Pero Arellanes fracasó en el intento. Ella nunca pudo construir su candidatura entre los liderazgos panistas de Nuevo León que controlan el padrón albiazul desde hace 10 años.

La Mesa Nuevo León, avalada por Gustavo Madero, dirigente nacional del PAN, aglutinó a los líderes del PAN en torno a la candidatura de Arellanes.

Sin embargo, nunca hubo cohesión en torno a su proyecto y los jefes panistas estaban con Margarita más por conveniencia que por convicción.

La desconfianza y el riesgo de traición se mantuvo siempre en las relaciones entre Arellanes y la cúpula albiazul.

Margarita era una amenaza para ellos más que la cabeza de un proyecto político.

Nunca les garantizó sus espacios y la  seguridad que necesitaban –para que incluso llegando a la gubernatura- continuaran con sus cotos de poder.

Arellanes se confrontó primero con Fernando Larrazabal, su antecesor y figura clave para su designación como candidata a la alcaldía regia.

Luego hizo menos al senador Raúl Gracia, a quien le tumbó a su candidato a la presidencia del PAN de Nuevo León, Mauro Guerra.

Confiada en su imagen, Margarita se enfrenta también a La División del Norte, de José Serrano, grupo panista que era el más cercano a su gobierno y su candidatura.

Tuvo un error ahora costosísimo para sus aspiraciones: en lugar de negociar la alcaldía de Monterrey para Felipe Cantú, el contrincante que ayer la venció, permite que la candidatura regia sea elegida por elección para favorecer a Iván Garza.

La última ruptura de Margarita la tuvo apenas hace una semana con el Grupo San Nicolás, que encabeza Zeferino Salgado y Víctor Fuentes, que fue clave en el triunfo de ayer de Cantú.

En su camino a la candidatura Margarita Arellanes restó apoyos cuando necesitaba sumar. Su voto negativo creció y su popularidad comenzó a bajar. Se alejó de los empresarios.

Su equipo pecó de soberbia cuando se necesitaba trabajo en la calle y operación política. Sus colaboradores más cercanos, novatos en la operación política, se sintieron en Palacio de Gobierno sin haber ganado primero la candidatura albiazul.

La designación en el PRI de Nuevo León de Ivonne Álvarez terminó por perjudicar a Margarita: las dos aspirantes eran tan iguales –hasta en el tema del chapulineo- que una campaña de contraste era imposible en Nuevo León.

De pronto los caídos y desplazados por Arellanes se convirtieron en un bloque que ayer se volcó con Felipe Cantú para convertirlo en el candidato panista a la gubernatura de Nuevo León.

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