Se busca…Presidente fuerte
Imagine que es 1 de diciembre del 2018. Donald Trump lleva casi dos años en el poder. Ha deportado a millones de personas; ya comenzó a construir el muro; decenas de empresas han decidido no salir o regresar a Estados Unidos; los ataques de odio contra migrantes mexicanos se han multiplicado. México vive las consecuencias de la devaluación, la falta de empleos y la pérdida de la válvula de escape que representaba poder irse “de mojado” al norte.
Imelda García
Imagine que es 1 de diciembre del 2018. Donald Trump lleva casi dos años en el poder. Ha deportado a millones de personas; ya comenzó a construir el muro; decenas de empresas han decidido no salir o regresar a Estados Unidos; los ataques de odio contra migrantes mexicanos se han multiplicado. México vive las consecuencias de la devaluación, la falta de empleos y la pérdida de la válvula de escape que representaba poder irse “de mojado” al norte.
En ese escenario, ¿a México le convendría tener un gobierno dividido en tercios, sin apoyo de sus adversarios?
Desde que el PRI dejó de ser el partido hegemónico, las elecciones divididas han sido usuales en los últimos años; el porcentaje de votos que han obtenido los candidatos ganadores ha sido de alrededor de la tercera parte.
En el 2006, Felipe Calderón ganó con el 35.89 por ciento; Andrés Manuel López Obrador tuvo 31.59 por ciento; y Roberto Madrazo, 22.26 por ciento.
Esta división en tercios se ha sentido tanto en el impacto de las decisiones de gobierno como en el apoyo que se brinda al Ejecutivo desde el Congreso de la Unión.
En 2018, México no puede darse el lujo de tener un gobierno dividido. Hacer frente a la
Administración del republicano Donald Trump requerirá unidad, más allá del discurso.
Por ello, ahora se han multiplicado las voces que proponen que, en caso de que un candidato presidencial no alcance un mínimo de votos –de más del 40 por ciento-, esté obligado a conformar un gobierno de coalición con las otras fuerzas políticas.
La pregunta obligada es: ¿se necesita un Presidente fuerte o un Gobierno fuerte?
Porque un gobierno de coalición traería más apoyo político al ganador pero, ¿por cuánto tiempo?; ¿para qué lo usaría?; y la duda más importante: ¿tendría más apoyo popular?
¿Gobiernos de coalición?
La figura de los gobiernos de coalición fue introducida en la Constitución Política en la reforma político electoral del 2014.
Más allá de las alianzas electorales, el gobierno de coalición significa crear un pacto con diferentes fuerzas políticas para garantizar apoyo en el Congreso y para crear un plan de gobierno conjunto que podría trascender a un solo periodo de gobierno.
A partir del 2014, en el artículo 89 quedó establecida la facultad del Presidente de la República para poder elegir si lleva a cabo o no un gobierno de coalición.
El gobierno de coalición es voluntario; queda como decisión del primer mandatario.
Sin embargo, hay quienes consideran que la formación de una coalición debería hacer obligatoria de no obtener cierto porcentaje de votación.
La primera propuesta fue la de Manlio Fabio Beltrones, expresidente nacional del PRI, quien ha buscado que sea una obligación de los presidentes electos conformar una coalición de gobierno.
“Un gobierno de coalición, en que el que gana, no gana todo, y el que pierda, no pierda todo. Que lo potestativo quede para aquel que tenga más de 42 por ciento; y que la obligación quede para el que tenga menos de 42 por ciento de la votación”, expuso Beltrones.
Con esta nueva medida, Beltrones considera que se iniciaría una nueva etapa en el país; de otro modo, dice, la elección del 2018 puede dividirse hasta en cuatro partes.
Hace unos días, el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, presentó una iniciativa ante el Congreso de su estado para que quien no obtenga el 42 por ciento de la votación, esté obligado a conformar un gobierno de coalición y, de no respetar esa disposición, se iría a una segunda vuelta obligatoria.
Mirar hacia adentro
Para Fernando Dworak, analista político y académico del ITAM, el secreto para que México esté fuerte frente al nuevo gobierno de Estados Unidos no está en los gobiernos de coalición, sino en mirar y enfrentar los problemas del país.
Aun sin un documento de coalición, consideró, los partidos pueden desde hoy trabajar sobre los grandes temas de la agenda que están pendientes y que ahora afloran por la situación en Estados Unidos.
“El problema de Donald Trump no es externo, sino interno. ¿Y esto qué significa? Durante 22 años del TLCAN, no trabajamos en temas para liberalizar mercados, ni en el tema energético –hasta hace pocos años-, ni nada. Está también el no fortalecimiento del mercado interno, un Estado de derecho débil.
“No podemos caer en la equivocación de que un gobierno de coalición va a generar unidad y que es lo único que nos va a salvar”, expuso el catedrático.
Dworak recordó que Winston Chuchill formó en el Reino Unido un gobierno de coalición total para que el país pudiera enfrentarse a los nazis; sin embargo, no es la misma situación que México enfrentará a partir del próximo año.
Entre los puntos en contra, el experto apuntó que dicho gobierno solo tendría una duración efectiva de dos años, pues al haber elecciones cada tres años, las fuerzas políticas comenzarán a luchar por el poder, lo que dificultaría la toma de acuerdos. Tal y como ocurrió con el Pacto por México.
“¿Necesitamos un gobierno de coalición para hacer cabildeo en serio con el gobierno de Estados Unidos, por el asunto del TLC; o con el gobierno para proteger a los mexicanos? Sí, pero no creo que eso dependa de un gobierno de coalición.
“Lo que se necesita es que los partidos empiecen a hablar ya de una agenda clara de pendientes y reformas que faltan; Trump es un problema fundamentalmente interno (para México)”, comentó.
Además, insistió, un gobierno de coalición podría dar más soporte político a un presidente; pero eso no le garantiza mayor apoyo popular, que solo puede lograrse cuando un líder convence a la gente de acompañarlo hacia su visión de país.