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No me ayudes comadre

La señora Marta Sahagún de Fox rompió el silencio. 

La esposa del expresidente Fox alzó su voz como hace mucho tiempo no lo hacía, para defender a Mamá Rosa. Y eso no está mal. 

Sobre todo cuando sobran los testimonios, incluidos los del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, que señalan que en el albergue de Mamá Rosa hay “verdaderos héroes” que hacen cosas buenas por los demás. 

La señora Marta Sahagún de Fox rompió el silencio. 

La esposa del expresidente Fox alzó su voz como hace mucho tiempo no lo hacía, para defender a Mamá Rosa. Y eso no está mal. 

Sobre todo cuando sobran los testimonios, incluidos los del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, que señalan que en el albergue de Mamá Rosa hay “verdaderos héroes” que hacen cosas buenas por los demás. 

Lo malo está en que la señora Marta al defender a Mamá Rosa, alegue que es comprensible que el albergue de Zamora esté plagada de ratas, como las que hay en su rancho de San Cristóbal. 

Y es que si el tema son las ratas, lo cierto es que no se pueden comparar las ratas que hay en San Cristóbal, con las ratas que hay en la casa de Mamá Rosa. 

Las ratas de San Cristóbal nadan en la abundancia, en tanto que las de la casa de Mamá Rosa viven en la pobreza.

No obstante, habrá que reconocer que la señora Marta tiene toda la razón cuando critica al gobierno porque no era necesaria la presencia del Ejército, ni de la Policía Federal, cuando en todo caso el operativo se podría haber realizado con la Policía Municipal.

La expareja presidencial le debería reclamar al comisionado Alfredo Castillo, quien por cierto trabajó en el gobierno del cambio, concretamente en la PGR, cuando el procurador era el general Rafael Macedo de la Concha. 

Y es que el operativo fue todo un “éxito”. Ya nadie habla del doctor Juan Manuel Mireles. 

¡Hágale como quiera!

Por más que el senador David Penchyna trate de justificar la aplicación de la ley mordaza en las comisiones del Senado, en los hechos ayer quedó demostrado que el parlamento fue  diseñado para hablar, y no para quedarse callados. 

Aunque a muchos no les gusten las formas, la senadora Layda Sansores puso ayer el ejemplo. 

No se  dejó que le apagaran el micrófono para ejercer su derecho a decir en la tribuna del Senado lo que ella creyó que debía decir. Para eso es senadora.  

Cuando a la campechana le pidieron que dejara de hablar, porque se le había acabado el tiempo, se negó. 

Dijo: “Háganle como quieran” y siguió hablando, y no por eso se acabó el mundo. 

Contundencia

Lo que sea de cada quien, el senador Alejandro Encinas, sin estridencias, fue contundente al demostrar que eso de la “ocupación temporal” no es más que una marometa jurídica para legitimar expropiando los terrenos agrícolas a favor de las compañías explotadoras de energéticos.

Y el senador Armando Ríos Piter, quien fuera subsecretario de la Reforma Agraria, terminó de ponerle la cereza al pastel.

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