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Mi #amigo #Colosio

Conocí a Luis Donaldo Colosio cuando tenía 20 años, tuve la oportunidad de asistir al mítico encuentro que sostuvo con miles de simpatizantes en el Monumento a la Revolución. Desde aquel 6 de marzo de 1994, quedé impresionado por sus ideas y enganchado con sus ideales.

Por supuesto desconocía que en menos de 20 días, el candidato de todas y todos los mexicanos, moriría trágicamente asesinado en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana, Baja California.

Conocí a Luis Donaldo Colosio cuando tenía 20 años, tuve la oportunidad de asistir al mítico encuentro que sostuvo con miles de simpatizantes en el Monumento a la Revolución. Desde aquel 6 de marzo de 1994, quedé impresionado por sus ideas y enganchado con sus ideales.

Por supuesto desconocía que en menos de 20 días, el candidato de todas y todos los mexicanos, moriría trágicamente asesinado en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana, Baja California.

No hizo falta que pasara más tiempo para seguir de cerca los pasos del sonorense, pues fue precisamente a partir de ese discurso que su campaña se catapultó hacia una victoria inevitable.

Abandoné todo lo que tenía que hacer para poder unirme a la campaña más impresionante que se haya vivido hasta entonces. Dejé momentáneamente la universidad y me enfrenté a la negativa de mis padres.

Bastaron 17 días para que me empapara de lo que significaba ser “colosista”; es que jamás me había sentido tan identificado con una plataforma política, con las palabras de un candidato y, sobre todo, con el empuje que mostraba en sus mítines.

Cada ciudad, cada municipio, cada pueblo que visitamos con nuestro amigo Luis Donaldo al frente, era como conquistar una nueva tierra donde sembrar esperanza e ideales democráticos. Definitivamente, México sería democratizado por Colosio. 

Desgraciadamente, esos sueños democratizadores nunca se cristalizaron, pues no llegamos a la presidencia, ni siquiera tuvimos oportunidad de contender en las urnas, donde definitivamente les íbamos a demostrar quien era Luis Donaldo Colosio y el nuevo PRI que encabezaba.

De acuerdo a la versión oficial, dos balas mataron al hombre que transformaría al pueblo de México, que nos llevaría de una vez por todas a la excelencia como país, como ciudadanos, como ¡mexicanos!

Nuestro compatriota y amigo Luis Donaldo Colosio Murrieta yacía muerto en un hospital de Baja California, y con él, todos nuestros sueños, nuestros ideales, nuestras metas como país, se vinieron abajo.

A 20 años de distancia de aquellos turbulentos días, veo la triste realidad y reitero que México sería otro país, si nuestro amigo Colosio nos hubiera gobernado. Seguro, otro gallo nos cantaría.

Y a pesar de que en todos estos años, he actuado con firme apego a las lecciones que nos dejó Luis Donaldo, no hay que perder de vista que la mejor manera de honrar su memoria es siguiendo el legado que nos dejó.

Más aún, enseñar a nuestros hijos que México es un mejor país, gracias a las enseñanzas de nuestro Colosio, que al igual que él, vivirán por siempre en nuestra memoria.

P.D. Nada de lo publicado anteriormente es real. Ni fui colosista, ni entiendo un trunco “legado”, ni siquiera conocí a Colosio, pues apenas entraba a la carrera de Ciencias de la Comunicación cuando el candidato fue asesinado.

Solo quise resaltar gráficamente los deplorables tuits, publicaciones en Facebook, entrevistas en radio y televisión que la clase política mexicana nos recetó todo el fin de semana y el lunes, con motivo del aniversario número 20 de uno de sus hombres y nombres más limpios.

A excepción de dos o tres personas que hicieron alarde de haber conocido o trabajado con Luis Donaldo Colosio, los demás seguramente no estarían en política, si el sonorense hubiera llegado a ser presidente.

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