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Un voto desde el olvido

La negación es también la representación alterna del olvido.

El cineasta de origen español y naturalizado mexicano, Luis Buñuel, el mismo que no soportaba la simetría, proyectó en 1951 la realidad de un país con dos realidades; la de “Los olvidados” y la de los afortunados.

La negación es también la representación alterna del olvido.

El cineasta de origen español y naturalizado mexicano, Luis Buñuel, el mismo que no soportaba la simetría, proyectó en 1951 la realidad de un país con dos realidades; la de “Los olvidados” y la de los afortunados.

En México, poco ha cambiado desde entonces. Sin embargo, en este momento de la historia nos encontramos con una tercera realidad que floreció y cuyas raíces se abrieron paso poco a poco entre las ciudades más desarrolladas de Estados Unidos. Esa es la realidad de los millones de “paisanos” que han migrado hacia el norte durante décadas y que ahora enfrentan un futuro incierto.

Entre ellos, se encuentran al menos 12 millones de mexicanos que residen oficialmente en la Unión Americana, y de los cuales el 44 por ciento son de la generación millennial. Es decir, son aquellos dreamers que han sido olvidados por México y que se han visto obligados a cumplir sus sueños en otro lado.

La incertidumbre en la vida de nuestros compatriotas es hoy por hoy la constante. Y es que, sí la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca con una agenda estrictamente anti inmigrante no fuera poco, lo acontecido el fin de semana pasado en Charlottesville y el inicio formal de la renegociación del Tratado de Libre Comercio, en donde todo y nada puede pasar, deja claro que las condiciones para los millones de paisanos que habitan en “el gabacho” no mejoraran en el corto plazo. La polarización social expresada en forma de violencia, odio y racismo entre supremacistas blancos, neo-nazis y todo lo que no sea blanco o caucásico representa el peor escenario para los mexicanos en el país en el que Lincoln debe estar revolcándose en su tumba. Por ello que regresar al país que los olvidó a ellos pero no a los billones de dólares que generan en remesas no es ya la peor idea.

Pero como dice la canción popular de “La Arrolladora Banda Limón”, ¿Qué me vas a dar si vuelvo, que merezca el sacrificio? La respuesta es incierta. Porque de entrada habría que darles no sólo el derecho si no las condiciones para decidir a que país quieren regresar. Y eso solo se puede hacer mediante el ejercicio democrático del sufragio.

Por ello, cuando el INE organiza y presume un foro internacional como el que celebró los últimos días; “La Diáspora Mexicana y el voto de los mexicanos residentes en Estados Unidos”, muchos se quedan sorprendidos. Y otros más lo encontramos contradictorio. Porque si usted atendió a ese foro en donde participaron distinguidos académicos y expertos en la materia se dará cuenta que hasta para los panelistas la realidad de las condiciones para que los mexicanos que residen en el extranjero voten son precarias y obsoletas. En un universo de una decena de millones de mexicanos con la mayoría de edad, solamente se tiene previsto la expedición de 500 mil credenciales para votar. ¿Así, cómo? No es ciencia nuclear, ni siquiera es ciencia política; es más bien sentido común. Porque, si no se puede promover la activación automática de credenciales, facilitar el registro y emisión, si se puede sustituir por la matrícula consular o el pasaporte.

Pero ya lo dijo el consejero presidente, Lorenzo Córdova, la responsabilidad del INE es solamente agilizar el proceso de credencialización, lo demás es responsabilidad del migrante.

Claro que no todo es culpa del INE, la reforma política aprobada por el congreso en 2014, produjo uno de los sistemas más restrictivos del mundo para que un migrante vote desde el extranjero. Pero eso sí, el Senado reproduce sus spots a favor de los dreamers en la radio, noche y día.

Bien dijo Charles DeGaulle que la política era demasiado seria para dejarla en manos de los políticos. Todas las investigaciones y encuestas demuestran que el interés por parte de los migrantes para votar están ahí, y en este momento con todo lo que acontece en el mundo y rumbo a las elecciones del 2018, las condiciones sociopolíticas están dadas para que exista una participación histórica. Solamente hay que facilitarles el derecho a votar desde el olvido para quizás así nos acordemos de ellos. Al tiempo.

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