México borrado del mapa
La política exterior de México, otrora legendaria por su dinamismo y pluralidad, no solo fue otra víctima de la guerra de Calderón contra el narco, sino que cayó en una suerte de espasmo sexenal.
Mientras miles de muertos narcotizaban la diplomacia durante el segundo gobierno de la llamada “alternancia”, parecía que el eslogan era ‘no hacer olas’.
Moros y cristianos, casi sin excepción, coinciden en que la gestión de la canciller, Patricia Espinosa Cantellano, ha sido gris, opaca, de “poco lucimiento”.
María Lourdes Pallais
La política exterior de México, otrora legendaria por su dinamismo y pluralidad, no solo fue otra víctima de la guerra de Calderón contra el narco, sino que cayó en una suerte de espasmo sexenal.
Mientras miles de muertos narcotizaban la diplomacia durante el segundo gobierno de la llamada “alternancia”, parecía que el eslogan era ‘no hacer olas’.
Moros y cristianos, casi sin excepción, coinciden en que la gestión de la canciller, Patricia Espinosa Cantellano, ha sido gris, opaca, de “poco lucimiento”.
“Perdimos independencia y autonomía”, sentencia en entrevista la excanciller priista Rosario Green.
“Perdimos la noción de la política exterior como instrumento del desarrollo nacional y como base de la presencia de México en el mundo”, secunda el ex embajador de México en la ONU, Porfirio Muñoz Ledo.
“Fue una política burocrática”, agrega el veterano político.
En efecto, en la SRE todos callaron. La comunicación brilló por su ausencia. El equipo de la secretaria parecía más preocupado por la imagen de la jefa que por la del país. Y en ambos casos, perdieron la batalla.
En una de sus últimas apariciones públicas, la canciller fue abucheada. Mientras ella afirmaba que en México reinan los valores de la democracia, académicos y estudiantes universitarios, gritaban “fraude y asesinos de migrantes”.
Una diplomacia dividida
Analistas y politólogos coinciden que el sexenio por terminar no tuvo proyecto diplomático claro ni dirección. Algunos funcionarios lo dicen ahora, pero “en voz baja”: nunca creyeron en la política exterior del gobierno de Calderón porque no existía; “no se sienten con una causa”, a decir de Muñoz Ledo.
Una fuente diplomática, que prefirió el anonimato, aseguró que el problema estuvo en la génesis del nombramiento de Espinosa Cantellano. Sí, ella estaría al frente de la SRE, pero el embajador Arturo Sarukhán sería el encargado de la crucial relación con Estados Unidos. Esa división de responsabilidades, que recuerda un poco a la de Jorge Castañeda y Adolfo Aquilar Zínser en la época de Fox, provocó ruidos en la coordinación y comunicación entre los dos diplomáticos más importantes del país. Y se notó.
Con un magro presupuesto que no llega a los 500 millones de dólares anuales, la diplomacia ha sido la hija desfavorecida del sexenio de Calderón.
No hay duda que proyectar, y definir, una política exterior cuando el único afán es la lucha contra el narco y la estabilidad macroeconómica, que se ha delegado en el Banco de México, es equivalente a luchar contra molinos de viento.
Y además, la llamada guerra contra el narco se ha convertido en un inacabable baño de sangre donde, según el eterno crítico ex canciller Castañeda, “se han fijado en los resultados, no en los métodos“.
Ni lo uno ni lo otro. Calderón ni venció ni convenció. Si los métodos han sido cuestionables, los resultados han brillado por su ausencia.
Pero, insisten sus detractores –y hay muchos–, el México de Calderón tampoco habría defendido a sus connacionales, ni en el interior ni en el exterior.
Pocos recuerdan que México fue alguna vez el gran defensor de los derechos humanos, un ejemplo para América Latina. No después de incidentes como el de los 72 migrantes que aparecieron en San Fernando, Tamaulipas, el 23 de septiembre de 2010, con un balazo en la nuca, torturados, muertos, sin documentos.
San Fernando no fue la excepción.
Mario Santiago Juárez, experto en derechos humanos, ha dicho que 400 mil migrantes han pasado por México este sexenio rumbo a Estados Unidos y han sido víctimas de delitos, extorsión, secuestro, violaciones sexuales y trata de personas.
Además de este evidente desinterés, las ausencias de Calderón en momentos claves de la política exterior tampoco han sido la excepción.
Las guerras de las visas
En junio de 2012, estalló una miniguerra de pasaportes entre México y Madrid por el aumento de casos de ciudadanos mexicanos, unos 400, rechazados a su llegada a España.
“Es un hecho que no refleja los excelentes niveles de cooperación bilateral”, según la SRE de Patricia Espinosa, que resaltó que el objetivo de la mayor parte de los viajeros mexicanos era el turismo y visitas académicas, de negocios o familiares y amenazó con represalias similares.
Tras una reunión bilateral, España garantizó que “no se producirán inadmisiones, salvo aquellas que sean plenamente justificadas” y flexibilizó las medidas que ahora se hacen a través de Internet.
Fue un desastre diplomático para México, país que se enorgullece de haber abierto las puertas a miles de refugiados españoles que huyeron del franquismo en el siglo pasado.
España no fue la única.
La peor iniciativa fue adoptada por Canadá, que alegó un aumento en las peticiones de refugio fraudulentas desde 2005, para endurecer los requisitos de entrada. Para Rosario Green, esto fue resultado de una falla diplomática de México.
De presidente a presidente
Han sido 10 encuentros en seis años, con dos presidentes distintos para Calderón:
— 9 de noviembre de 2006
Bush y Calderón se reúnen después de que este criticó el muro erigido por Estados Unidos en la frontera
— 13 de marzo de 2007
Bush se reúne con Calderón dentro de su gira latinoamericana y promete sacar adelante la reforma migratoria
— 21 de abril de 2007
Comienza la gira de trabajo de dos días de Calderón en Estados Unidos
— Agosto de 2007
Macrocumbre de los líderes de Norteamérica en Canadá. Bush y Calderón se reúnen en privado y hablan de inmigración, seguridad y narco
— 12 de enero de 2009
Con el telón de fondo del informe publicado en noviembre de 2008 por el Departamento de Defensa de Estados Unidos en el que se califica a México de Estado fallido Calderón y Obama se reúnen en Washington una semana antes de que este tome posesión para fomentar la lucha contra las drogas, el comercio ilegal de armas y el Tratado de Libre Comercio.
— 16 de abril de 2009
Barack Obama viajó a la Ciudad de México donde se comprometió a poner fin a la guerra contra el narco y, aunque no hubo acuerdos sobre migración, aludió a establecer una frontera segura entre los dos países.
— 19 de mayo de 2009
Primera visita de estado de Calderón a Washington donde fue objeto de las críticas del Partido Republicano por mostrarse en contra de la ley SB 1070 de Arizona que criminalizaba la inmigración indocumentada.
— 19 de mayo de 2009
Cumbre después de varias alertas del Gobierno de EU a su personal diplomático, tras la creciente violencia en el país. No hubo grandes logros, pero acordaron seguir el rastro del dinero del narco.
— 4 de marzo de 2011
La cumbre bilateral en Washington fue más productiva de lo usual. Obama anunció que pediría la extradición del presunto responsable del asesinato de un agente de la oficina de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos ocurrido semanas atrás en territorio mexicano.
— 18 de junio de 2012
Último encuentro en Los Cabos con motivo de la cumbre del G20 donde abordaron los progresos de la relación bilateral.
Caso Florence Cassez
Un script de Genaro García Luna Productions Inc encendió las pasiones en México y enfrentó a los gobiernos galo y mexicano. Florence Cassez está presa desde diciembre de 2005 y condenada a 60 años, acusada de ser parte de una banda de secuestradores que supuestamente dirigía Israel Vallarta, su ex pareja.
Las apelaciones judiciales de la francesa, que alega que no formó parte de la organización criminal, y las peticiones del entonces presidente francés Sarkozy para que fuera trasladada a su país natal, no fueron escuchadas hasta que, el 21 de marzo de 2012, el máximo tribunal dictaminó que la policía había violado los derechos de Cassez ya que su detención fue televisada en directo el 9 de diciembre, y que ella y su pareja fueron golpeados para que confesaran ante las cámaras de las televisoras más importantes del país.
Las denuncias de la presa francesa le granjearon el odio de García Luna, entonces director de la Agencia Federal de Investigación, al que Calderón, en su lucha de egos contra Sarkozy, lo nombró Secretario de Seguridad Pública. El caso, a la espera de una resolución de la SCJN, ha dibujado el listón que se llevó EPN en su primera gira extranjera como presidente electo.
Lucía Morett y las FARC
El ataque del Ejército colombiano del presidente Álvaro Uribe, fiel aliado contra la violencia, el primero de mayo de 2008, contra un campamento de las FARC en Ecuador, en el que Lucía Morett resultó herida y otros cuatro estudiantes mexicanos muertos, desató fuertes críticas.
La incursión, que acabó también con la vida de Raúl Reyes, el número dos de la organización, abrió un debate sobre la relación de los guerrilleros con la UNAM y la tradicional política mexicana de puertas abiertas.
Pero muchos no cuestionaron tanto el fondo como las formas. Calderón apenas pronunció unas palabras de pésame, no hubo reparaciones para los familiares de las víctimas y la investigación de la PGR se cerró casi antes de abrirse.
Lo bueno…
Sí hubo un par de buenas noticias, no menores, que sin embargo no hicieron una política exterior.
Durante el bienio 2009-2010, por cuarta vez en su historia, México ocupó uno de los dos puestos no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU reservados a América Latina y el Caribe. Lo hizo con el respaldo de 185 de los 193 países miembros.
En dos votaciones, México desempeñó un papel constructivo: apoyó la resolución unánime de condena a Corea del Norte y reforzar las sanciones contra Irán por sus ambiciones nucleares.
Pero, en general, la política mexicana en Naciones Unidas fue “muy abstinente”, mostró “falta de interés” en los países del sur, los aliados naturales después de Estados Unidos, a decir de Muñoz Ledo.
En la dirección del director de la FAO, por ejemplo, “votamos contra el candidato de Brasil que al final ganó. En el asunto de Palestina, prácticamente todos los países emergentes y del Tercer Mundo votaron por su ingreso en la Unesco. Y México se abstuvo”.
Además, la presencia de México en el Consejo de Seguridad no sirvió de trampolín para un puesto permanente en este organismo, un antiguo deseo en el que choca con Brasil, ni para salir de su aislamiento internacional. México no participa, por ejemplo, en operaciones de mantenimiento de la paz.
Terremoto de Haití
El sismo más devastador en el país más pobre de América Latina, que dejó en 2010 más de 50 mil muertos, trajo consigo un enorme esfuerzo de cooperación internacional. México colaboró con 11 millones de dólares para paliar la tragedia, ocho aportados por el gobierno y tres por fundaciones privadas, a pesar de que solo hubo una muerta mexicana entre las 45 personas de esa nacionalidad que se encontraban en Haití cuando ocurrió la tragedia.
Influenza al ataque
El virus HIN1 tuvo a México en alerta sanitaria desde finales de abril de 2009 hasta junio de 2010 y causó la muerte de mil 251 personas. En 2012, ha vuelto a registrarse un repunte de los casos con 333 confirmados en todo el territorio, aunque no puede hablarse de emergencia y las autoridades descartaron que haya que tomar mayores medidas. Pero el país logró proyectar una imagen de control en esta crisis.
Hay otro tema que podría considerarse un logro: por primera vez en 24 años, la secretaría de Relaciones Exteriores va a cumplir un sexenio bajo el mando de un solo canciller. Aunque la gestión haya sido “opaca” para sus críticos y “discreta” para dos o tres que la defienden, en Cancún Espinosa cosechó y unió las voluntades de todos los países, salvo Bolivia.
La COP16
Haber logrado que México fuera la sede y el facilitador de los Acuerdos de la Cumbre Climática de la ONU en Cancún en diciembre de 2011 fue un acierto. Entre otras propuestas, se creó un fondo verde de 100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020, un acuerdo para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación y que dichas metas se verifiquen en el marco de la Convención y no solo dentro de proyectos nacionales.
Muñoz Ledo califica la COP16 como “lo que mejor les salió” porque “estuvo en manos de diplomáticos profesionales”. No se resolvieron problemas, pero sí se alentaron esperanzas de que siga funcionando.
Para otros críticos, sin embargo, los acuerdos de Cancún fueron un paso atrás en la lucha contra la reducción de gases de efecto invernadero ya que quedaron por debajo del porcentaje exigido en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU.
Vecinos distantes: México y EU
Aunque “el impulso integrador” viene de sur a norte, y el TPP es el futuro comercial de la región, Estados Unidos sigue siendo el socio indispensable de México. No es para menos. El 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino al vecino del Norte. Esto representa 1.2 mil millones de dólares de comercio diario.
Pese a este volumen, la seguridad ha sido la fea niña bonita de la relación bilateral que este sexenio no ha pasado por sus mejores momentos y, en ocasiones, ha bordeado el desencanto.
Si George W. Bush fue el presidente más cercano a México, lo que ocurría al sur del río Bravo no fue tan importante para el primer periodo de Obama, más distraído en otros asuntos y otras guerras.
La debilidad de FCH, producto de su llegada al poder con poca legitimidad y de las largas que su antecesor Fox dio a Bush para no intervenir en Irak, hicieron que abrazara con entusiasmo compromisos para reconquistar a Estados Unidos, presentándose como un aliado eficaz en la lucha contra el narcotráfico, capaz de controlar la frontera y, de paso, arrancar al tejano la reforma migratoria tan ansiada por sus antecesores.
De ahí su decisión de declarar en 2006, muy en la línea de la guerra contra el terrorismo de Washington, su propia cruzada contra el narcotráfico, un asunto que ha empañado su sexenio, atrayendo todas las miradas, dentro y fuera de México, ninguna cariñosa.
Cuando Obama -el presidente estadounidense global por excelencia- llegó a Washington en 2008, encontró a un gobierno mexicano inmerso en una estrategia militar, que hizo poco por desalentar, ocupado como estaba en dos conflictos y una debacle económica heredados de la anterior Administración.
Pero algunos analistas señalan que a Estados Unidos “pudo haberle interesado rescatar al gobierno (mexicano) y darle alguna movilidad, pero fueron dominados por los planteamientos que les hizo México a partir de la famosa Iniciativa Mérida”, en opinión de Muñoz Ledo, que la rechaza, como muchos, por inconstitucional, pero también por inoperante.
“Un acuerdo que compromete al Estado mexicano no suscrito por el Senado no es constitucional. Y ha sido desastroso porque no nos hemos dado la posibilidad de tener una estrategia propia. ¿Qué pasó con la introducción de armas en México? Ése es un tema central de la relación. No basta que Estados Unidos nos diga que por razones internas no puede impedir la introducción de armas de asalto”, alega el político.
Green, de nuevo, coincide con Muñoz Ledo. “En el momento en que Calderón llega a Mérida con la mano extendida, perdimos autoridad y autonomía”.
Pero una fuente diplomática cercana a esas negociaciones asegura que la importancia de la Iniciativa no fue económica.
“El grado de intercambio de inteligencia que tenemos hoy no tiene precedentes. Hay muchas cosas intangibles que no se pueden medir ni con números, ni con acuerdos firmados ni con leyes pactadas”, dijo la fuente.
“Sí pagamos un precio, pero éste hubiera sido mucho mayor sin el nivel de cooperación que tenemos ahora. Tiene que pasar algún tiempo para medir el valor de esta cooperación y contrastarlo con lo que podemos tener en el futuro”, asegura la fuente.
Haiga sido como haiga sido, la relación bilateral con Estados Unidos, centrada en la seguridad por encima de los demás temas, fue responsabilidad absoluta del embajador en Washington. Ahí, si hubo logros fueron tan secretos o mal comunicados, que apenas empiezan a trascender.
Sarukhán se defiende
En entrevista, Sarukhán rechaza “contundentemente” que la seguridad haya sido el único tema de la agenda bilateral y dice que esto es “una muletilla muy fácil que entiendo refleja la preocupación de la ciudadanía”.
Y agrega:
“Es cierto que la seguridad ocupó un lugar prominente en la agenda bilateral, pero (esta) es muchísimo más amplia que el mero tema de la seguridad”.
En terso lenguaje diplomático procede a hacer una defensa de su gestión antes de listar, uno a uno, los temas tratados y resueltos desde 2006 hasta la fecha, que incluyen asuntos comerciales y fronterizos.
“Solucionamos disputas comerciales, como en el caso del atún, que llevaba 30 años; del autotransporte, que llevaba desde la firma del Nafta y del etiquetado de origen, desde 1996”.
En el tema medular de la frontera, a raíz de la declaración de frontera Siglo XXI (firmada en la visita de Estado de Calderón a Washington en mayo del 2010), Sarukhán recuerda que “por primera vez en la relación bilateral hay una visión integral de los distintos temas que convergen en la frontera” como el agua, las infraestructuras, la facilitación comercial, los cruces y puentes fronterizos, la seguridad o el medio ambiente.
Se firmó un acuerdo que ha permitido “un manejo integral de los recursos acuíferos en las dos cuencas hidrológicas del Bravo y del Colorado” y, por primera vez en más de una década, se construyeron cuatro nuevos cruces fronterizos entre México y Estados Unidos.
Además Sarukhán menciona la “desregularización aduanera y comercial” iniciada con la adhesión de América del Norte al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). “Lo que el TPP abre es la modernización del Tratado de Libre Comercio” sin necesidad de renegociar nada. También “la profundización de la relación comercial que, vía el mercado Asia-Pacífico, aumentará, y finalmente a crear lo que yo llamaría`un eje pensante´de países en la Cuenca del Pacífico”; es decir, acota, “un sistema de comercio libre y justo, con reglas preestipuladas”.
Fue la seguridad, y nada resolvió
El alegato de Sarukhán llega un poco tarde quizás. Lo que queda en el imaginario colectivo es que la seguridad fue la joya de la Corona, y la única verdadera preocupación de México en su relación con Estados Unidos.
Ni hablar. “Fue una política exterior subordinada a Estados Unidos. Desde luego, la relación con (el vecino país) estuvo concentrada en el tema de la seguridad. Y sin embargo, no resolvimos los problemas que se plantearon, varias injerencias como Rápido y Furioso, el Receptor Abierto (ambos permitieron la entrada ilegal de armas a México) hasta el tema de Tres Marías, los Drones o Aviones no Tripulados”, dice Muñoz Ledo.
La operación “Rápido y Furioso”, que permitió entre 2009 y 2010 la entrega ilegal de unas dos mil armas a cárteles mexicanos para rastrear su uso, causó irritación en el gobierno mexicano, que inició su propia investigación sobre el caso, un pendiente mayúsculo.
Green dice que ella hubiera “exigido el contenido de ese programa y quizás comprometerme a no divulgarlo”.
Para la ex canciller priista, no hay duda. México perdió autonomía, último listón que distinguía al país frente a la comunidad internacional durante décadas.
“Hubo falta de coraje para defender algunos puntos como las operaciones encubiertas y el lavado de dinero”.
¿Y la reforma migratoria?
En su libro “Un hijo desobediente”, Calderón predice que en 2012 “logramos finalmente un acuerdo migratorio en el que ayudó mucho cambiar la polarización en la relación México-Estados Unidos”.
Nada más lejos de la verdad. La reforma migratoria se estancó.
Al igual que Vicente Fox, Calderón llegó en 2006 con el tema como prioritario en la agenda bilateral. Dos años más tarde, Obama prometió cambiar la ley, pero se tropezó con la oposición del Congreso, la crisis económica y su propia cruzada en pro del sistema sanitario universal, que logró.
Y un año después, Arizona aprobó la polémica SB1070 que declaraba a los migrantes ilegales, aunque fue frenada por los jueces, y en 2011, la Cámara de Representantes, el llamado Dream Act que legalizaba la situación de miles de jóvenes mexicanos que entraron ilegalmente en el país siendo niños, suspendida hoy por el Senado.
El gobierno de Obama expulsó 1.4 millones inmigrantes indocumentados, la tasa más elevada de deportaciones de presidente alguno de Estados Unidos. Tampoco tomó medidas contundentes para reducir el tráfico de armas hacia México, y su procurador de justicia, Eric Holder, estuvo directamente implicado en el fallido operativo Rápido y furioso que auspició la venta de miles de armas de alto poder a los narcotraficantes mexicanos.
En este escenario, Calderón la tenía difícil. Hasta ahora, ningún presidente estadounidense ha estado dispuesto a reformar una ley ante la oposición frontal de los sindicatos AFL-CIO.
Para Sarukhán, la reforma migratoria “no es nuestra para negociar; es un tema de política interna”.
Pero, a decir de Muñoz Ledo, eso no debería impedir que México haga la lucha.
No “basta que el ejecutivo norteamericano diga que no tiene mayoría para la política migratoria. Es necesario construirla (…) con mucha más imaginación, con talento”. En todo caso, el futurismo de Calderón en su libro de campaña fue fallido.
En conclusión, todo esto ha provocado que la imagen internacional del país legendario como “pródigo”, tras dar la bienvenida en el siglo pasado a españoles que huían del franquismo y a latinoamericanos, de las dictaduras, se resintiera.
La postal del México calderonista en el mundo es, hoy por hoy, un señor del narco, un incendio en un casino, una balacera, una decapitación, un grupo de ahorcados bajo un puente o un episodio de vergonzosa negligencia en materia de seguridad.