No hay imagen disponible

La Ouija del Diablo

Más de mil 980 presos continúan con procesos penales fincados en acusaciones que parten del uso de la llamada Ouija del Diablo, la que en su momento indicó a las Fuerzas Federales sobre la ubicación de drogas, armas, dinero o explosivos, pese a que luego se demostró que el detector era un fraude.

652
de esos presos se encuentran recluidos en cárceles federales

Más de mil 980 presos continúan con procesos penales fincados en acusaciones que parten del uso de la llamada Ouija del Diablo, la que en su momento indicó a las Fuerzas Federales sobre la ubicación de drogas, armas, dinero o explosivos, pese a que luego se demostró que el detector era un fraude.

La Ouija del Diablo, cuyo nombre técnico es Detector Molecular GT-200, fue el instrumento favorito de la procuración de justicia en el periodo del presidente Felipe Calderón. Con base en los señalamientos de ese instrumento se envió a prisión a más de 5 mil personas. Casi 3 mil de esos acusados ya han sido devueltos a la libertad.

En la mayoría de los casos, la representación social –encarnada por el agente del ministerio público de la federación– tuvo que desistirse de las acusaciones; en los casos que se mantienen vivos, la PGR no quiere reconocer que la Ouija del Diablo fue un engaño, y que ese instrumento nunca sirvió para aportar pruebas que hoy tratan de incriminar a algunas personas.

Raúl Santoyo, abogado defensor de al menos una docenas de reos federales que soportan la acusación de diversos delitos fincados todos por el uso de la Ouija del Diablo, considera como una exhibición del sistema judicial mexicano el hecho de que casi 2 millares de persona sigan detenidas en base a la mentira que encarna el Detector Molecular GT-200.

Durante la administración de Calderón, la Secretaría de Gobernación autorizó la compra de mil 112 Detectores Moleculares, los que se distribuyeron entre las Fuerzas Federales encargadas de combatir al narcotráfico. A la propuesta de la Federación se sumaron 27 gobiernos estatales que también equiparon a sus policías con el detector molecular para ubicar drogas, armas, dinero y explosivos.

Las primeras compras de detectores moleculares por parte del gobierno mexicano fue a mediados del 2008, fecha en la que se incrementó el número de personas acusadas de delitos contra la salud y delincuencia organizada. Se registraron detenciones masivas al interior de las viviendas tras cateos avalados por la señal indicadora del detector.

Las últimas compras de la llamada Ouija del Diablo –por la desgracia que le aseguraba al que señalara– se registraron en los últimos meses del 2011, cuando en la prensa europea se comenzó a señalar la posibilidad de un fraude con este tipo de detectores, que en realidad no detectaban nada, solo encendían sus indicadores en forma aleatoria.

De los mil 980 presos que se estiman están sujetos a proceso penal a causa del señalamiento del detector molecular, 652 de ellos se encuentran recluidos en cárceles federales, la mayoría de esos presos están en los Ceferesos de El Altiplano, en el Estado de México, y Puente Grande, en el estado de Jalisco.

La máquina no se equivoca

El mayor número de indiciados a causa del detector molecular se registró en Sonora, Sinaloa, Tabasco, Durango, Michoacán y Baja California, donde arreciaron los operativos de las Fuerza Federales, y aun cuando en la mayoría de los casos no se incautó drogas, explosivos o armas, la acusación de la posesión quedó en firme al ser respaldada por efectivos militares.

La empresa que capacitó a los elementos del Gobierno Federal en el uso de la Ouija del Diablo fue Global Technical, una firma inglesa que aseguraba tener más de una década de experiencia en el diseño y desarrollo de tecnologías y dispositivos para la seguridad militar y combate al crimen organizado.

Aun cuando se sabe que la Ouija del Diablo no es funcional, todavía algunas policías estatales y algunos cuerpos municipales la utilizan en retenes, o como parte de su equipamiento para la detección de evidencias.

Sin pruebas, van a la cárcel

Quesos por cocaína

Una de las primeras pifias que expuso la falta de credibilidad sobre la Ouija del Diablo ocurrió sobre la carretera México-Nogales a mediados del mes junio del 2009. Un retén militar detuvo, cerca de Tepic, un camión de carga que procedía de Michoacán. Iba con destino a Tijuana. En el indicador del detector molecular se alertó sobre un cargamento de cocaína.

Los dos tripulantes de la unidad de carga que transportaba cerca de dos toneladas de quesos cotija fueron puestos bajo resguardo. El detector molecular acusó que los quesos estaban mezclados con cocaína y fueron entregados ante el agente del ministerio público. Los acusados fueron llevados a la cárcel federal de Puente Grande, en Jalisco.  

Los dos detenidos pudieron demostrar mediante peritajes que los quesos no contenían sustancias ilícitas, pero la Federación no desistió en su intento por alcanzar una sentencia condenatoria: les abrió un segundo proceso penal, acusando a los dos trabajadores del transporte de carga de estar a las órdenes de un cártel de las drogas en Michoacán.

A más de siete años de estar encarcelados, los dos señalados de transportar cocaína en quesos cotija ya superaron el proceso primero con una sentencia absolutoria. Demostraron que eran simples quesos lo que llevaban. Pero aun encaran un proceso penal por delincuencia organizada, el que les fue abierto luego de ganar a la PGR la primera acusación.

Cocaína, armas y vacas

Lucio Martínez es otro de los mil 980 presos federales que actualmente encaran un proceso penal luego de la acusación que sobre él hiciera la Ouija del Diablo. Fue detenido la tarde del 3 de agosto del 2009 en una comunidad aledaña a la ciudad de Nueva Italia, en Michoacán. Se disponía a realizar la ordeña de la tarde, cuando arribó un convoy del Ejército.

Cerca de 50 efectivos militares le rodearon la casa. El oficial a cargo le indicó que el Detector Molecular GT-200 dio positivo a la presencia de armas y drogas en esa localidad. El oficial dirigió la antena del detector hacia diversos puntos de la casa, y la luz de alerta se encendió solo cuando señaló hacia donde estaban las vacas.

El oficial dijo que en esa dirección tendría que haber cocaína y armas, por eso ordenó la detención de Lucio y dos de sus trabajadores. Los soldados buscaron en todo el rancho lo que estaba acusando la Ouija del Diablo, pero no pudieron encontrar nada. Hasta una vaca destazaron en espera de encontrar algo irregular. La ausencia de evidencias fue suplida con un parte informativo.

Como en muchos casos, los militares indicaron que a una distancia de más de 500 metros “el Detector Molecular GT-200 advirtió de la presencia de drogas y armas en la vivienda, por lo que se procedió a la revisión del lugar encontrando a varias personas que se daban a la fuga, logándose la detención de tres de ellas”.

A Lucio se le responsabilizó del delito de delincuencia organizada -y a dos de sus trabajadores se les acusó de posesión de mariguana-, asegurando que es parte de un cartel de las drogas. En primera instancia los trabajadores de Lucio fueron puestos en libertad tras tres años de proceso penal, en tanto que él todavía está buscando la forma de revertir la sentencia inicial que le asegura su permanencia en la cárcel por al menos 15 años.

Otro más de la lista

A José Luis -hoy reo de la cárcel federal de Puente Grande- lo detuvieron elementos del Ejército en el interior de su domicilio, en Querétaro. Eran las cuatro de la mañana cuando un ariete reventó la puerta y un grupo especial entró a su vivienda. Catearon su casa y se lo llevaron preso.

El Ejército no encontró nada en el interior de su domicilio, pero dos oficiales firmaron un parte en donde explican que “aun cuando no se encontró armas ni drogas, el Detector Molecular GT-200 indicó la presencia de sustancias ilegales en algún lugar de la casa (sic)”.

Ese señalamiento fue suficiente para que a José Luis se le procesara. Se le acusó de ser parte de una célula del crimen organizado con presencia en Michoacán, y aun cuando se le liberó de la posibilidad de posesión de drogas, fue sentenciado a 10 años de prisión, de los que ya ha cumplido más de la mitad de su condena.

Antes de ser preso, José Luis era mecánico. Tenía su propio taller y paralelamente se dedicaba a la compra venta de autos usados. Tras su detención hubo diversos operativos sobre sus propiedades y cada vez que llegaron las Fuerzas Federales, haciendo uso de la Ouija del Diablo, le incautaron vehículos y propiedades. Perdió todo, y lo único que quiere recuperar es su libertad.

Te puede interesar