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La otra ‘familia’ de La Tuta

A lo largo de su carrera delictiva, Servando Gómez Martínez tejió una red de protección que incluía desde magistrados, mandos policiacos, periodistas y políticos. Todos negociaban o recibían dinero de él.

Su paso por La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios colocó a “La Tuta” como el eje de una de las historias del narcotráfico en México más oscuras, corruptas y sanguinarias.

La Procuraduría General de la República (PGR) tiene material que documenta la vida delictiva, las andanzas, atropellos y crímenes del recién capturado capo.

En el 2009, la Secretaría de Seguridad Pública informó sobre la ejecución de 12 elementos de la PFP en Michoacán. El informe aseguraba que ‘La Tuta’ había ordenado los ataques
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A lo largo de su carrera delictiva, Servando Gómez Martínez tejió una red de protección que incluía desde magistrados, mandos policiacos, periodistas y políticos. Todos negociaban o recibían dinero de él.

Su paso por La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios colocó a “La Tuta” como el eje de una de las historias del narcotráfico en México más oscuras, corruptas y sanguinarias.

La Procuraduría General de la República (PGR) tiene material que documenta la vida delictiva, las andanzas, atropellos y crímenes del recién capturado capo.

Reporte Indigo tuvo acceso a esas páginas. He aquí, algunas de esas historias:

Los Policías Federales ejecutados

En el 2009, la Secretaría de Seguridad Pública informó sobre la ejecución de 12 elementos de la PFP en Michoacán. El informe aseguraba que ‘La Tuta’ había ordenado los ataques

El 12 de julio del 2009, Servando Gómez Martínez acudió a visitar María Teresa Martínez, su madre, en la casa que habitaba en la calle Doctor Miguel Silva número 53, de la colonia Centro en Arteaga, Michoacán.

Pasaban las nueve de la noche. “La Tuta” hacía cuentas con algunos colaboradores de cuánto “ice” habían logrado colocar y vender en el mercado, cuando fue interrumpido por su madre.

Doña Teresa le contó que apenas unos días antes, enfrente de su casa, habían llegado a rentar cuatro hombres que decían ser estudiantes, aunque por la edad que aparentaban parecían muy grandes para en realidad serlo.

“Hay que revisar la casa y hay que ver quienes son”, ordenó de inmediato “La Tuta” a sus hombres.

Cruzaron la calle a zancadas, tocaron la puerta y nadie salió. Para ese momento, “El Huacho”, “El Joquer”, “Chelis”, “Lico” y “El mocho” -todos sicarios- se preparaban para abrir la puerta.

Era ya la media noche cuando lograron brindar la barda y ya estaban adentro. No había muebles, comenzaron a empujar las puertas de los cuartos y descubrieron las armas largas recargadas en la pared. No había muebles. En esa casa se escondían Policías Federales, no tuvieron tiempo de defenderse, según el relato de los expedientes.

“Les gritamos: ‘tírense al piso con las manos en la cabeza’, ya todos nosotros con las armas en las manos, apuntándoles. Uno de ellos trató de agarrar un rifle, ‘El Profe’ lo alcanza a ver y le dispara como en cuatro ocasiones, hiriéndolo en la cabeza y cae al piso. De ahí nadie levantó ningún arma de fuego”, contó ante el Ministerio Público Federal uno de los testigos protegidos identificados con el nombre de “Carlos”.

Los sicarios pidieron refuerzos. Llegaron 8 más, quienes ayudaron a esposarlos y sacarlos de la casa. Luego los subieron a una camioneta tipo pick up.

“Suben a los 12 policías a la caja de la camioneta, toma la carretera a Arteaga, Tumbiscatío, llevándose también las armas de fuego, localizadas en el interior de la casa, siete armas de fuego largas y siete pistolas”, sigue.

“Carlos” contó que recogieron también ropa, teléfonos, una computadora lap-top, mochilas, playeras y también identificaciones con la leyenda de la Policía Federal.

Los llevaron hasta una zona donde hay una antena de comunicación conocida como El Pinito.

“El Dimas”, otro de los sicarios, recibió la instrucción de entregárselos a Nazario Moreno González, “El Chayo”, quien odiaba a los federales, militares y marinos.

Este habría torturado, interrogado y ejecutado a los 12 Policías Federales y una vez asesinados, ordenó que sus cuerpos fueran abandonados en la autopista Siglo XXI, a la altura del Poblado Nuevo Centro.

Monte Alejandro Rubido García, secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad en aquellos años, confirmó la noticia.

Los vínculos con Godoy

El poder corruptor de La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios y de la propia “Tuta” facilitó su empoderamiento en Michoacán.

Durante la administración del gobernador perredista, Leonel Godoy Rangel, estalló el escándalo de la relación y compadrazgo entre Servando Gómez y Julio César Godoy Toscano.

Las versiones de su cercanía, camaradería y negocios también forman parte de actas ministeriales en poder de la Procuraduría General de la República.

El 28 de enero de 2009 se desplegó un fuerte operativo policiaco por parte de la Policía Federal en Arteaga, Michoacán con la intención de captura a la “La Tuta”.

Por esas fecha se celebran las fiestas tradicionales de La Candelaria, del 25 de enero al 7 de febrero, en donde “La Tuta” acudía a los palenques de gallos.

“(…) siendo Julio César Godoy Toscano la persona que alertó a ‘La Tuta’ sobre el operativo que se estaba preparando con la intención de detenerlo. Esto lo sé porque ‘La Tuta’ nos alertó a toda su gente sobre dicho operativo para que tuviéramos cuidado y no asistiéramos al palenque, mencionándonos a los que conformábamos su escolta que quien le había dado aviso del operativo fue Julio César Godoy. Por ese motivo no asistió ‘La Tuta’ al palenque y solo fue detenido su hijo de nombre Luis Servando Gómez Patiño”, declaró el testigo “Carlos” en octubre de 2010.

De acuerdo con esta versión, el líder criminal se reunió con Julio César Godoy en el restaurante La Glorieta, donde le entregó 20 mil dólares en efectivo por haberlo alertado del operativo de las Fuerzas Federales.

“(…) en ese momento me manda ‘La Tuta’ por el dinero que estaba abajo del asiento delantero del lado del conductor, de la camioneta Honda CRV color azul claro, me dirigí a la camioneta y saque la bolsa tipo mariconera de color negro que contenía los dólares, que era un total de 20 mil dólares”.

En otra ocasión, “La Tuta” y Julio César Godoy se habrían reunido en casa de la mamá del capo, para darle 30 mil dólares en una bolsa negra de plástico en apoyo a su campaña.

“(…) es lo que acordamos compadre, son 30 mil dólares. Cuéntelos. A lo que Julio César Godoy le contestó: ‘no hace falta compadre, yo confío en usted’.  ‘La Tuta’ le respondió: ‘el dinero y los chismes son para contarse, así que cuéntale compadre”, y Godoy sacó los fajos y contó los dólares, y le dijo: ‘efectivamente compadre son 30 mil dólares que le garantizo que van a ser bien invertidos’”.

De esa relación de amistad y compadrazgo también queda constancia en la averiguación previa PGR/SIEDNO/UEIDCS/349/2009 que contiene la declaración de Carlos Martell Delgado, alias “Don Carlos”, “El greñas”, “Don Pancho” o “El gallero”.

“(…) me consta que Julio César cuando contendió para diputado federal en el año de 2009, aproximadamente en el mes de mayo, le pidió apoyo ‘El profe’ para que moviera a toda la gente de su área para que votaran a su favor, o sea a los miembros de La Familia de los municipios de Arteaga, Tumbiscatio, Nueva Italia, Lázaro Cárdenas y Caleta de Campos, entre otros municipios”, dijo el testigo.

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> El último refugio Por J. Jesús Lemus 

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