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El filósofo de la basura

La basura es más que un reflejo de lo que somos: Es lo que somos.

A los desperdicios de los condominios los pepenadores le dicen “basura rica”, tiene muchos botes de aluminio y de metal, trae esos rectángulos de cartón que la gente suele llamar “tetra pack”, tiene libretas usadas y ellos separan el alambre de las hojas y las pastas. Las pastas se van con el cartón, las hojas con el papel y el resortito que sostenía todo se va con el alambre.

"A veces, llegan los pavos. Cuando se va acercando la Navidad. Ya ven que en las empresas le dan sus pavotes a la gente, porque ellos tienen mejor medio, pues ni los quieren y nos los mandan para acá. Aquí llegan las cacerolas y, de todo, chiles, jitomates, aquí llega de todo”
Marcos García ValdezPepenador en el Bordo de Xochiaca
"Los perros son felices aquí, comen de lo mejor, y yo también. Aquí no come el que no quiere. Aquí llega comidita”
"A mí me gusta este trabajo por la libertad y porque aquí como ahora sí que de lo mejor. Llega pollito del Kentucky en sus cajas y todo. Está bueno”

La basura es más que un reflejo de lo que somos: Es lo que somos.

A los desperdicios de los condominios los pepenadores le dicen “basura rica”, tiene muchos botes de aluminio y de metal, trae esos rectángulos de cartón que la gente suele llamar “tetra pack”, tiene libretas usadas y ellos separan el alambre de las hojas y las pastas. Las pastas se van con el cartón, las hojas con el papel y el resortito que sostenía todo se va con el alambre.

Los residuos que se recogen de las zonas pobres tienen pocas libretas. Los pobres casi no estudian. Por eso, la basura es más que un reflejo de lo que somos, porque es lo que somos.

La basura muestra nuestro estilo de vida. Lo que alguien no quiere en la ciudad, en el basurero alguien puede valorarlo. Eso lo sabe don Marcos García Valdez, un hombre de 53 años que los últimos 15 se ha dedicado a vivir de la pepena y afirma que es feliz en el Bordo de Xochiaca, el basurero municipal de Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. Un día alguien lo animó a buscar un mejor modo de vida y dejó Zitácuaro, Michoacán, donde era jardinero en una escuela.

“A mí me enseña el Todopoderoso a quien yo llamo Dios: ‘Mira, hijo, todos los días te doy felicidad, todo depende de tu estado de ánimo. Mira, si amanece y tú ves un día nublado ¿qué piensas?, ¿qué feo día? No, hijo. El día que te estoy dando es hermoso, tu estado de ánimo es el que lo ve así, pero si amaneces con un buen estado de ánimo todo lo ves hermoso y en lugar de ponerte alabestrino y renegar del día me das gracias porque te estoy permitiendo vivir un día más. Sólo con eso ya te estoy dando felicidad’”, dice convencido don Marcos, quien deja de lado el trabajo unos minutos para platicar.

En medio de aquellas montañas de basura se escucha una quietud parecida a la de una playa solitaria. Se oye el vuelo de las gaviotas en busca de comida.

“Tienes familia, tienes trabajo, convives con tus semejantes, los respetas y te respetan, cotorreas con ellos. ¿Qué más quieres? Ahí está la felicidad. Siente el aire, el aire es felicidad, sin ese aire no vivirías. Yo todos los días encuentro la felicidad en mi diario vivir porque sencillamente con despertar a un nuevo día ya estoy bien rayadote”.

En su trabajo lo que más disfruta es la libertad de ser su propio patrón, de hacer lo que le dé la gana. Ahí puede fumar los cigarros que quiera. Eso sí, lo apaga con mucho cuidado para no ocasionar una tragedia. Se fuma caja y media, unos de a 10 pesos que en la cajetilla dicen “Made in Vietnam” y consigue en los tianguis. Los empezó a fumar porque sabían feo y creyó que así dejaría el vicio, pero ya se acostumbró. A veces se fuma hasta dos cajas. Ese y el trabajo son sus únicos vicios.

Hace nueve años dejó de beber alcohol y drogarse. Esas adicciones ocasionaron un rompimiento con su primera esposa y sus primeros hijos emigraron. Hoy viven en San José, California.

“Nunca le pegué, pero verbalmente sí la llegaba a lastimar. Después de 15 años ya no aguantó y tomó la decisión de decir ‘hasta aquí llegamos y tú por tu camino y yo por el mío’. El día de hoy afortunadamente ya tengo otra familia y tengo un niño de tres años”, cuenta.

En el grupo de rehabilitación leyó algunos libros y se enseñó a hablar en público. Ahí perdió el miedo. A veces lo llaman para que dé su testimonio en diferentes ciudades de la República. Gracias a eso conoce Cancún, Zacatecas, Aguascalientes y otras ciudades.

La libertad, piensa don Marcos, es que todo dependa de ti mismo. “Aquí soy feliz, tengo de todo. Libertad, comida, centavitos, hago ejercicio”.

Don Marcos se pone el cigarro entre los labios y casi no lo vuelve a tomar con las manos, que tiene ocupadas en la selección de plástico y latas de aluminio. Así se avienta una jornada laboral de hasta 14 horas en la que sólo toma tiempo para almorzar y comer. Es su propio patrón, pero es un patrón exigente.

“Yo me levanto a eso de las 3:30 o 4:00 de la mañana y me estoy aventando un Nescafé con unos ricos panecitos antes de venirme. Ahorita me vengo ya como a las 6:00, ya tarde, precisamente por eso de los atracadores”, cuenta ante la cámara. “La neta les sacateo a los atracadores. Ya varias veces me han quitado mis bicicletitas, que es mi medio de transportación”.

Muchas veces está cansado o a punto de oscurecer y se va a su casa con la ropa de trabajo. La gente lo insulta. El pepenador afirma que en esta vida, tengamos o no cosas materiales, debemos de respetarnos porque todos somos seres humanos.

“El señor Benito Juárez dijo ‘el respeto al derecho ajeno es la paz’. Hay que respetar los derechos. Muchas veces yo salgo así, con mi ropa de trabajo a la calle y hay discriminación de la sociedad. Pero es comprensible porque ellos no saben la diversidad de trabajos que hay muchas de las veces. Le dicen a uno mugroso, apestoso, entonces, simplemente, yo en mi situación, pues no los tomo en cuenta”.

“No los tomo en cuenta porque carecen del conocimiento de lo que mi trabajo se refiere. Les doy tantita comprensión”, afirma.

Don Marcos tiene de mascotas a 25 perros a los que les consigue agua y el Bordo de Xochiaca se encarga de conseguirles comida. Ahí se come bastante bien, dice don Marcos, llega fruta en buen estado, milanesas y “pollo del Kentucky” todavía en su caja.

“Aquí comen. La basurita trae bastante comida. Trae los bistecitos, las milanesas, el pollito. Aquí estos perros son mucho más felices que los que están allá en la calle”, dice. 

Él mismo ha probado la comida que llega en buen estado al basurero, que ahora opera el municipio de Nezahualcóyotl. Antes, cuando se descargaba más basura del Distrito Federal, en los días cercanos a la Navidad llegaban los pavos enteros, los pepenadores los cocían con cebolla y chiles cuaresmeños. Don Marcos, recuerda, era el encargado de ir por tortillas y las cocas para bajarse al estómago aquellos “tacotes exquisitos”.

“En una ocasión un compañerito me llama a descargar su carreta. Al estar descargando me sale una charola con dos mojarrotas envueltas en papel aluminio. Agarre y abrí la bolsa, destapé el papel aluminio”.

Don Marcos mueve las manos como si abriera un regalo. Hasta cierra los ojos.

“Las olí, estaban buenas. Que las pongo al solecito para que se calentaran y a eso de las dos de la tarde que me las refino. Llega mucha comida buena.”

> Nombre: Marcos García Valdez

> Edad: 53 años

> Ciudad de origen: Zitácuaro, Michoacán

> Tiempo de trabajar en el Bordo de Xochiaca: 15 años 

> Material que pepena: Hule, botes de chiles, envases de leche (tetra pak), envase soplado, pet, aluminio, cable de cobre, plástico duro (cubetas de pintura) y vidrio.

> Jornada de trabajo: 12 a 14 horas, con tiempo para almorzar y comer

> Días de trabajo: De lunes a domingo. Fines de semana vende chácharas en un tianguis.

> Seguridad social: No

> Grupo de basureros para el que trabaja: Fucsa

> Lugar de residencia: Chimalhuacán, Estado de México

> Tiempo que lleva rehabilitado: 9 años sin probar alcohol ni drogas

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