¡Al banquillo!
Genaro García Luna se ensañó con Florence Cassez.
Quizá por la osadía de no aceptar esa madrugada del 9 de diciembre de 2005 la amenaza para declararse culpable ante las cámaras de televisión, quizá por revelar públicamente que todo había sido una escena armada por la Agencia Federal de Investigación.
Él le devolvió el golpe, sostiene el abogado de la francesa, Agustín Acosta. Agregó al montaje mediático inicial una serie de duros testimonios inverosímiles, que la consagraron como una villana.
Peniley Ramírez
Genaro García Luna se ensañó con Florence Cassez.
Quizá por la osadía de no aceptar esa madrugada del 9 de diciembre de 2005 la amenaza para declararse culpable ante las cámaras de televisión, quizá por revelar públicamente que todo había sido una escena armada por la Agencia Federal de Investigación.
Él le devolvió el golpe, sostiene el abogado de la francesa, Agustín Acosta. Agregó al montaje mediático inicial una serie de duros testimonios inverosímiles, que la consagraron como una villana.
Pero más duro fue el montaje jurídico. Se armó un expediente de 15 mil páginas en que los testimonios contradictorios e incompletos abundan, pero que sirvió para asestarle a la francesa dos sentencias condenatorias y siete años de cárcel.
Acosta luce ahora tranquilo y convencido. Asegura que ella es inocente y que la Corte lo aceptó “técnicamente” aunque cree que por cuestiones políticas los ministros no lo dijeron.
Inocencia técnica
Los cinco ministros que intervinieron en la sesión de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación aclararon que no se pronunciaban sobre la inocencia o la culpabilidad de Cassez, sino solo sobre la violación a sus derechos humanos.
Pero su abogado Agustín Acosta sostiene que implícitamente sí la declararon inocente y su libertad inmediata es la mejor prueba de ello.
“El proyecto de la Corte dice que las pruebas no son viables, no son creíbles, no son dignas de fe, eso quiere decir que el ministerio público no pudo probar, más allá de toda duda razonable, que Florence Cassez era culpable y por tanto lo que procede es ponerla en libertad.
“La Corte efectivamente no hace el análisis de los hechos pero a través de las violaciones nos dice una cosa: las pruebas que sirvieron para condenar a Florence Cassez no sirven. El ministerio público no pudo probar, no pudo vencer la presunción de inocencia de Florence Cassez, con eso quiero decir que es una persona hoy inocentada por la justicia”, sostiene.
El litigante insiste en que García Luna, quien dos semanas antes de dejar la administración pública dijo que había servido al país “con pasión y orgullo” tuvo a Florence Cassez como uno de sus objetivos.
Defendió a la francesa sin cobrarle un centavo porque estaba convencido de su inocencia y de la envergadura que tendría su caso para la justicia mexicana.
“Entiendo perfectamente por qué la mayoría piensa que Florence Cassez es una secuestradora, porque se los han repetido una y otra vez en los medios”, menciona.
Para acreditar esta creencia que llama “profunda” de que Cassez nunca fue secuestradora y que la imagen que hay de ella en la población es una construcción de los medios, explica en detalle las contradicciones que encontró en el expediente.
¿Debe ser liberado Israel Vallarta?
A raíz de la liberación de Florence Cassez, ha surgido un cuestionamiento interesante:
¿Si los derechos fundamentales de Israel Vallarta, también fueron violados al ser detenido en las mismas circunstancias y condiciones que la ciudadana francesa, debería ser liberado al igual que Florence?
La ministra de la Suprema Corte de Justicia, Olga Sánchez Cordero, sin desconocer el derecho que le asiste a Israel Vallarta para intentar un juicio de amparo semejante al de Florence, en una entrevista de radio señaló:
“No. Porque en primer lugar él no tiene las mismas características de la ciudadana francesa en muchos sentidos, en tanto que él, por ejemplo, no tenía derecho a una asistencia consular, entre otras cosas.”
“Pero adicionalmente (Israel) tiene otros procesos abiertos y no sé si inclusive ya ha sido sentenciado por otros secuestros que él había cometido.”
Por su parte, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, coincidió con la ministra Sánchez Cordero al señalar que “en el derecho penal, la responsabilidad es personal”.
Doble montaje
Florence fue detenida en la carretera que va de Cuernavaca a la Ciudad de México el 8 de diciembre de 2005.
Ese día estaba terminando de mudar sus cosas del rancho Las Chinitas, donde había vivido con su exnovio, Israel Vallarta, a un departamento en la Zona Rosa que acababa de rentar.
Los policías la llevaron en una camioneta, primero le dijeron que no se preocupara, que no era con ella el problema.
Luego tomaron las llaves de su departamento, sacaron sus cosas, las llevaron al rancho, la hicieron regresar y esperar a que la prensa entrara a presenciar un operativo que no era en vivo ni la recreación de algo que había sucedido antes.
Esta es la descripción que hace Cassez de esos momentos en su libro “A la sombra de mi vida”. Es la misma de su abogado.
La revelación de montaje se dio en febrero de 2006. Asegura que a partir de ahí el caso se centró en ella y los testigos modificaron sus dichos para incriminarla directamente.
Según la versión oficial, los policías detuvieron a Florence y su exnovio en la madrugada, lo llevaban a presentar al ministerio público cuando confesó que era un secuestrador y que si no lo volvían al rancho los cómplices matarían a las víctimas.
Pero en el rancho no había cómplices, las víctimas no estaban amarradas ni esposadas y había en el suelo varias fotografías de Florence, supuesta ayudante de Vallarta.
“Es muy curioso, había fotos de Florence. No es creíble que si ella se hubiera dedicado a eso o allí hubieran estado las víctimas haya habido fotos de su secuestradora”, dice Acosta.
El abogado penalista insiste en que la clave de este caso es el montaje y el motivo por el que Florence fue condenada en primera y segunda instancia es porque los tribunales ordinarios no se metieron al estudio de lo que éste significa.
“La historia de Florence Cassez no se puede entender si no se toma como elemento central el montaje. (Los testigos) cambian su testimonio curiosamente a unos días después de que la autoridad es descubierta en esta fabricación.
“Se quiso justificar ese cambio de testimonios señalando que los testigos víctimas de secuestro tienen cambios en la memoria.
“Puede ser posible, lo que yo sí veo es una conexión directa con el desarrollo de los acontecimientos y no me parece una casualidad o una recuperación de memoria, yo veo una relación causa y efecto entre el descubrimiento del montaje y el cambio de los testimonios”, alega.
Después de que Florence Cassez llamara por teléfono al programa de Televisa y expusiera el montaje encarando a García Luna, su defensa pudo acreditar que la señora Cristina Ríos Valladares y su hijo Cristian Hilario fueron varias veces a la SIEDO (ahora SEIDO).
“¿Qué fueron a hacer a las oficinas de la SIEDO? No lo sé, pero en esos días no declararon. Hay un día en que entraron cuatro veces a las oficinas de la SIEDO, la última a altas horas de la noche por espacio de media hora.
“Curiosamente unos días más tarde aparecen declarando, ya no en la SIEDO sino en las oficinas de la PGR en San Diego, California y ahí hacen el cambio”, agrega.
En este cambio surgen varios detalles que no coinciden.
Por ejemplo, los policías que participaron en el operativo dijeron a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en una carta que iban vestidos de civil.
Pero la señora Cristina Ríos declaró que los recordaba vestidos de policías, como en efecto estaban pero en la transmisión que se hizo para la televisión.
Testigos inverosímiles
“No le creo a los testigos que han declarado en contra de Florence Cassez. Ezequiel participa en el montaje, todos estos testigos se prestaron al montaje, fueron actores para no usar la palabra cómplices, del montaje.
En el caso de Ezequiel Elizalde, el joven que fue a la Suprema Corte y se indignó por la liberación de la francesa, no le creee que luego de 60 días de secuestro haya dado entrevistas en cámara.
“Si se supone que lo acababan de libertad de un calvario de 60 días me parece inverosímil que habiendo sido apenas liberado haya accedido a permanecer en el lugar de su cautivero, al lado de sus captores y a darle entrevistas a la tele con toda tranquilidad y sosiego”, sostiene el penalista.
Este testigo mostró siempre como prueba de la culpabilidad de Cassez una mancha en un dedo, supuesta muestra de que la lo había inyectado para cortarle el dedo, la cual resultó un lunar.
Cuando el abogado lo increpó sobre ello en un debate, Elizalde contestó que la prueba pericial se había hecho mucho tiempo después y que las manchas desaparecían.
“Me sorprende que él lo diga porque el que sigue exhibiendo la supuesta cicatriz es él mismo, no ha dejado de exhibirla en todo este tiempo, creo que con eso se confirma una vez más que esa cicatriz no es el producto de un piquete, no hay ni una sola evidencia física, médica, que indique que él fue inyectado con una anestesia”, dice Acosta.
Cree que eso fue construido para abonar a la imagen endemoniada de Cassez y jugar con un fantasma que pesa en la sociedad mexicana y es el del secuestrador que mutila.
También en las declaraciones de Cristina Ríos Valladares y de su hijo encuentra Acosta varias inconsistencias importantes.
El día del operativo la mujer dijo que la habían tratado bien, incluso que traía pijamas limpias.
Agregó que no reconocía a nadie, que nunca habían visto a ninguna persona. Reconoció a Florence tiempo después, supuestamente por su voz y acento extranjero.
En el caso de su hijo, primero dijo que no la reconocía y que un hombre llamado Hilario le había sacado sangre.
Después declaró que era Florence quien lo había inyectado y que lo sabía porque vio sus manos “blancas y tersas”.
“La contradicción es tan flagrante, tan evidente, que en su tercera declaración tiene que corregirla”, explica Acosta.