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Fiscalía ignora peligrosidad de sus presos

La Fiscalía General del Estado (FGE) carece de un diagnóstico pormenorizado de los perfiles sicológicos de los casi 17 mil presos que tiene bajo su custodia en el Estado, lo que le impide conocer con puntualidad cuáles son sus niveles de peligrosidad y riesgo, de acuerdo al estudio clínico-criminológico de sus personalidades. 

Esta deficiencia en la gestión penitenciaria de Jalisco se mantiene a pesar de tratarse de un insumo que está considerado fundamental para la seguridad y el mantenimiento de la estabilidad al interior de las instalaciones carcelarias. 

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La Fiscalía General del Estado (FGE) carece de un diagnóstico pormenorizado de los perfiles sicológicos de los casi 17 mil presos que tiene bajo su custodia en el Estado, lo que le impide conocer con puntualidad cuáles son sus niveles de peligrosidad y riesgo, de acuerdo al estudio clínico-criminológico de sus personalidades. 

Esta deficiencia en la gestión penitenciaria de Jalisco se mantiene a pesar de tratarse de un insumo que está considerado fundamental para la seguridad y el mantenimiento de la estabilidad al interior de las instalaciones carcelarias. 

El Gobierno de Jalisco es responsable de la vigilancia de 16 mil 961 presos en sus centros de reinserción social, pero desconoce a ciencia cierta cuántos de estos son de alta, media o baja peligrosidad, y por tanto, tampoco sabe cómo están compuestas las poblaciones de cada una de sus cárceles, según el tipo criminal de los internos. 

El Gobierno Federal y su Comisión Nacional de Seguridad (CNS), por otra parte, han alcanzado un grado de clasificación de sus reclusos muy avanzado, y que está muy lejos del que se conoce en el Estado. 

La CNS y su Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OADPRS) están a cargo de 25 mil seis presos en todo el país, y de estos, 19 mil 253 están debidamente diagnosticados en su capacidad delictiva. 

Por eso, el OADPRS puede informar con puntualidad que en Jalisco se encuentran mil 581 presos de alta peligrosidad, dentro de su Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) de Occidente, en el complejo de Puente Grande, y donde se incluye a líderes del crimen organizado, sicarios, secuestradores y asesinos con conductas sicópatas. 

En Jalisco hay más presos de alta peligrosidad custodiados por la Federación que en las Islas Marías, donde hay mil 501; que en el Cefereso 1 Altiplano, en el Estado de México (antes llamado La Palma y Almoloya, donde hoy está Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”), con mil 256; y que en el Cefereso 3 Noreste de Tamaulipas, con mil 185. 

A la Fiscalía General de Jalisco se le solicitó que informara cuántos presos por cada nivel de peligrosidad custodia en sus respectivos centros penitenciarios, especificando si están procesados o si ya cuentan con una sentencia, respondió: 

“Se advierte que de la búsqueda practicada en las áreas correspondientes, se tuvo a bien informar que no se cuenta con una base de datos que de manera ordinaria aglutine la totalidad de las características pretendidas, dado que no se puede determinar con precisión la información solicitada”.

Perfil indispensable

La clasificación de los presos por su nivel de peligrosidad es  sustancial para las autoridades penitenciarias para  determinar la distribución en los centros carcelarios, al interior de estos y sus pabellones, para regular su convivencia.

Además, si bien su fin primario es el mantenimiento del orden y la seguridad de estas instalaciones, también es indispensable para el proceso de reinserción social. 

Esto es señalado por el director del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica de la Universidad de Guadalajara, Francisco José Gutiérrez Rodríguez, quien se ha especializado en la psicología forense. 

“Hay una valoración diferenciada, si hablamos de los Ceferesos (de la Federación), el sistema de clasificación es más elaborado, más puntual, que si hablamos de los Ceresos (del Estado), porque en éstos por la cantidad de población, las revaloraciones o cómo ha ido evolucionando el perfil muchas veces encontramos valoraciones de inicio, someras, que no permiten la clasificación.

“Yo no podría hablar que en todos los penales del país haya un sistema de clasificación de internos”, indicó el académico. 

Esta valoración psicológica comenzó a usarse a finales del siglo 19 con “la primera intencionalidad de disuadir algún tipo de problemas dentro de las celdas, porque se daban actos de crueldad y tortura entre los mismo presos. 

“Personas que tienen psicopatía, un psicópata es una persona con crueldad, con saña inaudita, que exhibe los cuerpos, no solamente los mata, sino los mutila, podemos encontrar actos de ritualización”, dijo.

Los psicópatas están considerados dentro de la alta peligrosidad y es muy importante que estén bien identificados, continúa el experto, pues “implica el que no hagan grupo, porque varias personas con liderazgo delictivo pueden conformar fugas, pueden conformar motines, pueden generar un estado de desequilibrio del penal. Cuando estas personas llegan a aliarse hay mayor nivel de peligrosidad para las autoridades; al interior les convienen que existan fracciones, donde conserven el equilibrio porque hay un antagónico”. 

Los niveles  de peligrosidad de los presos

Así los delinea el director del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica de la Universidad de Guadalajara, Francisco José Gutiérrez Rodríguez: 

Bajo: “Personas que cometen actos antisociales, pero que en sus motivaciones no está lesionar a otros ni a sí mismo, son casos relacionados con fraudes, robos, hurtos menores. No hay una premeditación para cometer una agresión a una persona o generarle lesiones; si se llega a cometer fue por haber sido sorprendido, o por facilitar la huida”. 

Medio: “Personas que cometieron actos no solamente de carácter económico, sino que pueden encontrarse ofensores sexuales, personas que ya generaron algún tipo de daño a la integridad de la persona, daño psíquico o moral a las víctimas de este acto delictivo”. 

Alto: “Personas que pueden realizar crímenes seriados, pueden cometer asesinatos en masa, asesinatos por encargo, aquí se encuentran los sicarios, los líderes del crimen organizado, que ya por su actividad psíquica representan una amenaza potencial a la sociedad”. 

Hay organizados, que “planifican el acto criminal, ocultan evidencia, pueden cometer varios actos con el mismo modus operandi, y tener decenas de personas contra las cuales cometió el acto delictivo”. 

Y desorganizados, cuando “actuando bajo las características de su enfermedad mental llegan a tener perfiles complejos como descuartizar, mutilar, beber la sangre, comer la carne”.