De Palacio Nacional a la Cancillería: Marcelo Ebrard
Marcelo Ebrard ha sido clave para que la política exterior mexicana mantenga su prestigio, pues ha logrado mediar entre las posturas más radicales del presidente, la población y los gobiernos extranjeros
Rubén ZermeñoPaola Anahí Hernández Ozuna, especialista en política exterior de México y política internacional latinoamericana, comenta que la triada de personajes en la política exterior mexicana ha funcionado porque la han logrado equilibrar, sobre todo Marcelo Ebrard, quien internamente comulga con el proyecto de nación de López Obrador pero pasando las fronteras del país busca la conciliación y la cooperación.
“Por un lado podemos notar el apego que tiene Marcelo Ebrard con el proyecto nacional del presidente por lo que constantemente, incluso en posturas oficiales, ha reivindicado al movimiento de la Cuarta Transformación. Pero en el ámbito de la política exterior ha demostrado independencia y un tipo de liderazgo diferente al del presidente.
“Se le nota su vena internacionalista, su formación internacionalista y su experiencia en la diplomacia, ya que su actuar es muy diferente al de López Obrador. Muestra una apertura a la información que viene del exterior, busca constantemente la conciliación y la cooperación en temas clave, como en el de las vacunas”, explica la especialista miembro del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (CASEDE).
Esta dualidad le ha servido a México para reconocer la importancia de ser vecino y socio de Estados Unidos, pero también para diversificar la política exterior mexicana a través del multilateralismo, como el hecho de sacar de las sombras e incluir a los países centroamericanos y caribeños.
“Ese estilo hace que sus actitudes sean menos deterministas, agresivas y discursivamente hablando menos conflictivas.
Esto demuestra que Marcelo Ebrard no representa completamente la visión de Andrés Manuel, pero sí le hace justicia a la visión que tiene el Gobierno de la Cuarta Transformación.
Juan Manuel Aguilar Antonio, especialista en seguridad nacional y política exterior de CASEDE, opina que los últimos acercamientos del presidente con países centroamericanos y del Caribe solo tienen el objetivo de ganar simpatías entre las bases de su movimiento.
“El presidente le habla a sus bases y tiene incursiones internacionales cuando estas pueden legitimar su agenda o las reformas que busca impulsar desde el Congreso. Por eso no lo vemos hablando sobre las violaciones de Derechos Humanos en Nicaragua o sobre las invasiones de Putin.
“Si no le sirven o abonan a sus intenciones políticas y a su proyecto nacional no le interesan. Pero creo que pronto podremos ver una participación más amplia del presidente buscando el liderazgo de la región. Por eso impulsa un discurso latinoamericanista para sumar más simpatías a su movimiento, porque cuando él tiene posturas alejadas a Estados Unidos se festeja en la opinión pública y en ciertos círculos políticos”, concluye.