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Tidal: una melodía fallida

¿Qué pasa con Tidal? ¿Qué sucede cuando un servicio promete lo mejor de la música, cuenta con el apoyo de grandes artistas y promete ser LA plataforma de streaming de música en línea pero no lo logra?

La ecuación fallida de Tidal es muy sencilla: no cumple.

25
millones de canciones ofrece Tidal
El público desea que los servicios de streaming de música ofrezcan identidad, exclusividad y calidad
Tidal parece que es un servicio hecho para artistas o al menos dirigido hacia una minoría de los usuarios amantes de la música
“Todos en un momento estuvimos enamorados de la música. No puedes llegar a lo que hemos logrado sin ese amor como base, es lo que nos hace diferentes de una compañía de tecnología que vende avatares o hardware”
Jay-ZRapero y productor

¿Qué pasa con Tidal? ¿Qué sucede cuando un servicio promete lo mejor de la música, cuenta con el apoyo de grandes artistas y promete ser LA plataforma de streaming de música en línea pero no lo logra?

La ecuación fallida de Tidal es muy sencilla: no cumple.

Promete calidad, pero solo unos pocos tienen acceso a su servicio de paga y el mejor sonido; es para artistas, pero su oferta se limita a algunos que ni siquiera continúan la labor de apoyo publicitario al servicio; pretende distribuir música, pero es un servicio de paga que requiere un equipo de audio especial –  es decir, mayor inversión por parte del consumidor – para que al final, pueda escuchar lo mismo que se puede conseguir en Apple Music, Spotify, iTunes y (lamentablemente) de manera ilegal y gratuita.

Como dice K.M. McFarland, de la revista Wired, “(…) Tidal entiende cómo atraer clientes, pero no entiende el resto, especialmente lo que significa el concepto de ‘exclusivo’”.

Tidal no ha aprendido del panorama de otras industrias, “(…) como Netflix, Hulu y Amazon. Todas tratan de distinguirse no solamente por el tamaño de sus catálogos de streaming, sino también por su contenido exclusivo y original. Y en cuanto a videojuegos, los fabricantes de consolas – como Sony y Microsoft –  forjan acuerdos con los estudios de producción de videojuegos para asegurar ventas exclusivas para PlayStation o Xbox con algunos títulos blockbusters”, agrega McFarland.

Así, para poder ganar terreno o tan siquiera entrar en la competencia –de manera real– contra servicios como Spotify y Apple Music, Tidal necesita también sus elementos exclusivos. Es decir, una ventaja adicional que todo escucha, cliente o usuario desea pero no pide porque ya es algo a lo que está acostumbrado.

Además, este servicio parece que está dirigido a “unos cuantos” en la Red, que evidentemente no son suficientes para despuntar a esta plataforma.

El servicio tiene un sonido de alta calidad, llamado “lossless”, pero para poder experimentarlo se debe pagar el doble en la suscripción mensual (20 dólares), y se requiere un equipo de audio especial. Otro elemento que, por ahora, solamente puede gozar una minoría.

Y es que ni siquiera el hecho de que el fallecido Prince subió su catálogo entero a Tidal el año pasado pudo hacer la diferencia para este servicio. Tampoco el estreno de “The Life of Pablo” de Kanye West o “Lemonade” de Beyoncé provocaron cambio alguno.

Entre más frecuente sea el contenido exclusivo, mejor. El público ya no desea pagar por música y menos en línea; desea identidad, exclusividad y calidad (sea o no parte de un servicio premium o de paga).

Irónicamente, al lanzarse en marzo de 2015, este servicio de streaming de música iniciativa del rapero, Jay-Z –quien adquirió Aspiro, la empresa matriz, por 56 millones de dólares–, contaba con el apoyo de artistas de talla internacional como Madonna, Rihanna y Kanye West.

Desde un inicio Tidal se distinguió por ser respaldado por los artistas. De hecho, anteriormente Madonna promocionaba iTunes.

Sin embargo, para abril de 2015, la aplicación de Tidal había desaparecido de la lista de las más descargadas en Estados Unidos.

Además, el hecho de proclamarse como la plataforma de los artistas, también molestó a otros cantantes y bandas. Basta recordar las palabras de Marcus Mumford, líder del grupo británico, Mumford & Sons, “cuando dicen que (Tidal) pertenece a los artistas, en realidad pertenece a esos artistas ricos y adinerados… No me quiero poner de parte de Spotify, Beats, Tidal, o lo que sea”, declaró.

La situación de Tidal no es un problema de falsas promesas, sino una falta de congruencia entre en qué consiste el servicio, hacia qué tipo de público va dirigido y hacia dónde quiere llegar.

Este tipo de “fracasos” no solamente se reduce a los servicios de streaming de música, ya que en rubros como el streaming de series, películas y hasta la distribución de arte en la era digital también está corriendo con la misma suerte, pero esa es otra historia; otras plataformas y otros elementos que han fallado en su ecuación y fórmula

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