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¿Y ahora qué?

Para muchos aficionados –e incluso para aquellos que dicen que el futbol les parece indiferente–, el final de la Copa del Mundo en Brasil les apagó “el teatrito”. De hecho, la mayoría ha expresado en redes sociales que llegó el momento de regresar a la realidad. 

Llegó a su fin el mes de celebraciones, de memes compartidos, de contagio emocional ante el triunfo y la derrota, de constantes reuniones con los amigos, de unión colectiva. Se acabó la fiesta.

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Para muchos aficionados –e incluso para aquellos que dicen que el futbol les parece indiferente–, el final de la Copa del Mundo en Brasil les apagó “el teatrito”. De hecho, la mayoría ha expresado en redes sociales que llegó el momento de regresar a la realidad. 

Llegó a su fin el mes de celebraciones, de memes compartidos, de contagio emocional ante el triunfo y la derrota, de constantes reuniones con los amigos, de unión colectiva. Se acabó la fiesta.

“Todo lo que sube baja”. Y precisamente esto es lo que sucede con el estado emocional de quienes durante este mes abandonaron por completo sus prioridades con tal de estar al pendiente de la Copa del Mundo.

Incluso cuando apenas había transcurrido la primera fase del Mundial y los aficionados tenían que esperar varios días para volver a ver un partido, las redes sociales ponían en evidencia la ansiedad de muchos ante la “abstinencia” esporádica de futbol: “¡Hoy no hay Mundial! ¿Qué se supone que debo hacer? ¡O sea!”, tuitearon varios usuarios. 

Y es que algunos extrañan sentir los efectos de una sobredosis de “droga” del futbol. De hecho, como aludimos en este espacio a principios de mes, sentimientos o efectos físicos indeseables cuando uno no puede seguir a su selección, altibajos emocionales e irritabilidad son algunos de los síntomas de abstinencia que, junto con otros criterios, podrían describir una posible adicción a este deporte.

“No se ustedes, pero me siento muy raro sin partidos hoy. Me estoy acostumbrando mal. La depresión post Mundial será severa!”, expresaron otros.

“Uno sabe que le gusta el futbol cuando una sobredosis de Mundial por dos semanas te sabe a poquito y extrañas hoy que no haya juego”, escribió otro internauta. 

Quizá uno de los tuits que hizo aún más evidentes los estragos del apego emocional a este evento deportivo fue el de @lcvelez: “hoy que no hay partidos en el Mundial hablé con mi familia, fue muy raro todo”.

Porque pesa volver a la vieja rutina y tomar las riendas de la vida propia. 

Como señala el sitio de divulgación científica WebMD: “la vieja rutina puede sentirse como una fuerza de gravedad después de días de ligereza. Una carga familiar que de pronto se siente más difícil de soportar”. 

Celebrar que todo tiene fin

El fenómeno de la depresión postmundialista fue algo que también se pudo observar cuatro años atrás, al término de la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010. 

Así lo expresó la periodista de Ghana Ofeiba Quist-Arcton, corresponsal de NPR: “en los últimos días, aquí se ha hablado mucho de forma psicológicamente negativa sobre el blues post torneo, depresión y una larga resaca de la Copa del Mundo en Sudáfrica”. 

“Los analistas y especialistas han sido consultados y confirman que esto es inevitable y que el ‘high’ de la Copa del Mundo permanecerá solo por un tiempo antes de que venga el bajón”. 

Pero como dijo a AFP André César, analista político de la consultora brasileña Prospective, respecto al destino de Brasil una vez finalizada la Copa del Mundo: “aquí el mantra es: la vida sigue. El buen futbol es emocionante, pero es un juego y la vida es mucho más que eso. Ahora los brasileños dirigirán su atención a la economía y la alta inflación”. 

En entrevista para el sitio Altonivel, Doris González Rhode, quien es directora del Departamento de Salud y Bienestar Integral del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe, dijo que el Mundial  “es un evento que provoca grandes euforias y fanatismos desbordados, esto ha llevado a alcanzar importantes niveles de adrenalina y nerviosismo de sus simpatizantes, lo que puede derivar en el padecimiento de trastornos de ansiedad o agudizar los existentes”.

Entre dichos padecimientos, González Rhode alude a la depresión, “porque el futbol se convierte en un motivo de existencia y al terminar, genera un vacío con sentimientos de ansiedad (…)”. 

Pero de todo trago amargo siempre se saca un lado positivo. Son muchas las razones por las cuales se puede celebrar que el Mundial haya llegado a su fin. 

Entre las cuales está la convivencia social, más allá de compartir emociones respecto a lo que sucede en la cancha detrás una pantalla. 

Como destaca la escritora Olivia Goldhill del diario británico The Telegraph: “por tres años y 11 meses, se considera rudo ignorar a invitados y mirar la televisión.

“Pero durante la Copa Mundial, las fiestas se convierten en una oportunidad para sentarse, en silencio, comer comida chatarra y ‘convivir’ en materia de deporte. La cobertura domina cada reunión social, y los que se batallan por reunir el entusiasmo se ponen a jugar con sus teléfonos. Las vidas sociales están mejorando ahora que la Copa Mundial ha terminado”. 

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