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La comodidad está peleada con la felicidad

Cuando nos volvemos hipersensibles a las incomodidades de la vida queremos cambiar todo nuestro entorno, sin darnos cuenta que hacerlo nos provocará más estrés que felicidad.

Cuando nos volvemos hipersensibles a las incomodidades de la vida queremos cambiar todo nuestro entorno, sin darnos cuenta que hacerlo nos provocará más estrés que felicidad.

Les aseguro que conocen a esa persona que todo le molesta. Como dicen, esa que “hasta lo que no come le cae mal”, la que no soporta el ruido que hacen los demás al masticar la comida, la que pide cuatro veces cambio de cuarto al llegar a un hotel porque encuentra detalles en cada esquina de la habitación, la que no puede soportar hacer filas o estar en medio del tráfico, la que le enerva ver desorden o suciedad, la que el vuelo de una mosca la despierta y del coraje ya no puede conciliar el sueño. 

A estas personas se les llama cascarrabias, algunos las conocemos como picky, ellas la pasan muy mal, desde luego son una molestia para la gente cercana, pero sobre todo son una tortura para ellas mismas.

Esto se debe a que en la actualidad vivimos el periodo histórico más cómodo de la humanidad. Los carros prácticamente se manejan solos, hay aire acondicionado y calefacción en todos lados, lavadoras y refrigeradores. Cada vez inventan camas y sofás más cómodos, inclusive unos hasta dan masaje, la mayoría de los edificios tiene elevador, Internet nos proporciona cualquier información sin tener que salir a buscarla y, a pesar de todo esto, cada vez estamos más perturbados a nivel emocional.

Los medios de comunicación con tal de vender nos han hecho creer que la comodidad es la madre de la felicidad, pero nunca lo ha sido. Las imágenes siempre presentan a personas felices gracias a la comodidad. Lo cierto es que la comodidad es como el chocolate, buena en cierta medida. 

Si pudieras vivir en un entorno completamente confortable, encerrado en un cuarto con la temperatura perfecta, la cama más cómoda y con la comida siempre a la mano, te perderías de disfrutar muchas cosas.

El psicólogo Rafael Santandreu en su libro “Los lentes de la felicidad” explica cómo introdujo un ejercicio para combatir la hipersensibilidad del cascarrabias y lo llamó “la dieta de la incomodidad”. Ésta consiste en autoadministrarse cada semana cuatro dosis de incomodidad, buscando algunas molestias voluntariamente es como te desensibilizas de ellas. 

Poniéndome como ejemplo para explicarme mejor, llevo casi cinco años viviendo sola, soy tan amante de la comodidad que mi cubre colchón, mi edredón y mis cinco almohadas son de pluma de ganso, mi cama es tan cómoda que parece una nube, puse unas cortinas que no permiten la entrada de un solo rayo de luz. Para no escuchar el ruido de afuera, todas las noches prendo un abanico que hace un ruido que aparte de arrullarme, todos los demás ruidos desaparecen. 

Tanta comodidad me ha afectado al grado de no poder dormir en ningún otro lugar que no cumpla con todos los requisitos, cuando me gustaría poder dormir en cualquier situación como lo hace mucha otra gente. 

Los seres humanos somos libres y más felices en la medida que no necesitamos tanto confort.

La dieta de la incomodidad puede parecer masoquista, pueden pensar que la vida ya tiene suficientes malestares, pero Rafael comprobó con ésta técnica, que los cascarrabias disminuyeron considerablemente todos sus malestares e irritabilidad.

La mente humana tiene una especie de interruptor que prende o apaga nuestra atención, si aprendemos a apagarla sobre determinada molestia, ésta desaparecerá. Por ejemplo, cuando te esté molestando el ruido de una maquina mientras trabajas solo acuérdate que tienes el poder para concentrarte en lo tuyo y dejarás de escuchar ese ruido.

Rafael asegura que cuando nos enganchamos al placer del control mental de la incomodidad, todo se vuelve más fácil y nosotros más maduros, más fuertes y libres en todos los ámbitos de nuestra vida. 

Tú tienes el poder de centrar tu atención en aspectos interesantes y hermosos de la vida, haciendo esto, la molestia desaparece. La vida es para disfrutar, se trata de encontrar nuestra justa medida, ese equilibrio que rige todos los aspectos de la naturaleza. 

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