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El peso de una cubeta

El ascenso meteórico del “Ice Bucket Challenge” y las consecuentes –y no menos masivas– donaciones a la ALS Association, que busca una cura para la enfermedad de Lou Gehrig, tomó al mundo por sorpresa.

Entre el 29 de julio y el 13 de agosto, día del primer informe sobre donaciones de la organización, se recaudaron 5.7 millones de dólares. Hasta el cierre de esta edición, y todavía sin cumplirse un mes del comienzo del reto, se habían donado casi 80 millones de dólares. Ahora la asociación emite informes diarios. 

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millones de galones de agua se han usado para cumplir el reto
http://youtu.be/nfEFnbgIWuA

El ascenso meteórico del “Ice Bucket Challenge” y las consecuentes –y no menos masivas– donaciones a la ALS Association, que busca una cura para la enfermedad de Lou Gehrig, tomó al mundo por sorpresa.

Entre el 29 de julio y el 13 de agosto, día del primer informe sobre donaciones de la organización, se recaudaron 5.7 millones de dólares. Hasta el cierre de esta edición, y todavía sin cumplirse un mes del comienzo del reto, se habían donado casi 80 millones de dólares. Ahora la asociación emite informes diarios. 

Los videos con fails, parodias y adaptaciones no se hicieron esperar, e incluso se comercializan productos temáticos –desde libros y playeras hasta un disfraz de Halloween. 

Agua frente al que no tiene

Todo movimiento con una notoriedad de este calibre recibe críticas, pero en el caso del reto de la cubeta de hielo algunos de ellos incomodaron de más, porque sus méritos eran imposibles de ignorar.

Uno de los más importantes, y especialmente cercano a los estadounidenses gracias a la sequía en California, fue el desperdicio de agua que cada cubetazo traía consigo. 

Quizá el tema no hubiera llamado la atención de tratarse de una campaña pequeña, pero al crecer esta también lo hicieron la cantidad de cubetazos, y Jason Samenow, del Washington Post, calculó que los 1.2 millones de videos de personas cumpliendo el reto que se han subido a Facebook usaron cerca de 5 millones de galones de agua –casi 19 millones de litros.

De acuerdo con Samenow, esto es el equivalente a “120 mil bañeras o, en términos meteorológicos, media pulgada de lluvia cayendo sobre un área de 121 hectáreas”. 

Como respuesta a estas críticas, muchos de los valientes recurrieron al uso de agua de lluvia o tomada de sus piscinas para cumplir con el reto. Aún así, el hielo casi seguramente no fue hecho especialmente para este propósito. 

Pero estas medidas no satisfacen a quienes recuerdan que hay 780 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a agua limpia. La organización “The water project” creó una petición en línea para detener el “Ice Bucket Challenge”, argumentando que “las personas deberían continuar donando y retándose, pero es un desperdicio enorme de algo que damos por sentado todos los días, mientras que en otros países niños caminan 10 kilómetros para llenar de agua llena de parásitos una cubeta como la que usamos en el reto”. 

¿A cambio de qué?

Está claro que el reto de la cubeta de agua helada alcanzó una viralidad que nadie predijo y, gracias a eso, el dinero recaudado ayudará a las personas que sufren de ALS. 

El problema es que esto no es completamente cierto. Aún cuando para muchos es imposible criticar un fenómeno de este tipo –viral, un poco tonto y en el que se puede participar por el puro deseo de llamar la atención– cuando se está colaborando con una buena causa, participar podría no tener la influencia que se cree.

Según Felix Salmon, periodista financiero y analista social, en un artículo de la revista Slate, “dar dinero a una beneficencia para una enfermedad específica es una forma muy rara y peculiarmente inefectiva de gastar tus dólares filantrópicos –especialmente si la donación es única”. 

En primer lugar, la ALS Association no ha dado declaraciones sobre a dónde irá ese dinero, aunque se presume que será a investigación científica, ya que esta es la labor principal de la organización. 

Pero si en más de 30 años de pesquisas no se ha logrado mucho en el camino hacia una cura, Salmon propone que aún si cada estadounidense dona 100 dólares, este dinero no conseguirá hacer una diferencia significativa.

Y aunque parte del dinero donado viene de personas que lo hubieran usado para fines menos humanitarios si no fuera por el reto, cerca del 50 por ciento hubiera ido a otras asociaciones benéficas, según los cálculos de William MacAskill –cuya organización sin fines de lucro lucha por la erradicación de la pobreza.

“El problema es el canibalismo de donaciones (…), la gente pone un límite a la cantidad que están dispuestos a donar a buenas causas, así que si alguien dona 100 dólares a la ALS Association, probablemente done menos a otras organizaciones”, señaló en Quartz, basándose en la experiencia de los donadores de “Giving what we can”, que llenan un cuestionario al unirse a la causa.

Para Salmon, esto significa que asociaciones que pueden hacer una diferencia mayor –y en menos tiempo– están perdiendo posibilidades como consecuencia de la nueva notoriedad de la enfermedad de la Esclerosis Lateral Amiotrófica. 

“En términos de lo que recibes por tu dinero, darlo a la ALS Association no es mucho mejor que dárselo a Harvard. En lugar de ser inmediato y efectivo, va a ser tardado y probablemente no vaya a dar resultados”, asegura. 

A pesar de su desacuerdo con la distribución de las donaciones, el periodista hace una propuesta para hacer más eficiente la búsqueda de la cura de diversas enfermedades. 

“La investigación médica fundamental debería estar coordinada sensiblemente a nivel nacional (…), es muy poco probable que tener una sarta de beneficencias para enfermedades específicas compitiendo con las otras por el talento para la investigación, resulte en una buena repartición de recursos médicos”.

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