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Cambiando al mundo con ‘clicks’

Jennifer Dulski se enteró de la existencia de Change.org en el 2011, cuando encontró una petición para perseguir al homicida de Trayvon Martin, creada por los padres del pequeño asesinado en lo que muchos consideraron un acto de violencia racial.

La petición fue firmada por 2.3 millones de personas, incluyendo a Jennifer, que en ese momento tenía un alto puesto en Google, donde comenzó a trabajar cuando la compañía compró su empresa DealMap.

Jennifer Dulski se enteró de la existencia de Change.org en el 2011, cuando encontró una petición para perseguir al homicida de Trayvon Martin, creada por los padres del pequeño asesinado en lo que muchos consideraron un acto de violencia racial.

La petición fue firmada por 2.3 millones de personas, incluyendo a Jennifer, que en ese momento tenía un alto puesto en Google, donde comenzó a trabajar cuando la compañía compró su empresa DealMap.

La oportunidad de aportar a Change.org no fue la primera ocasión en que la empresaria apoyó a una startup, ya que también estuvo involucrada en los comienzos de Yahoo.

“Desde ese momento estuve enamorada del Internet, podía ver el potencial y poder que tiene”, dijo en una entrevista en el evento Startup Grind.

Además, Jennifer fue la fundadora de una organización sin fines de lucro que ayudaba a la dar educación a niños de comunidades marginadas en las áreas urbanas de Pittsburgh, con la finalidad de que pudieran ir a la universidad.

Pero quería hacer más y sentía que la respuesta estaba en la Red. El sitio de activismo masivo, Change.org, se ajustaba exactamente a lo que buscaba.

La plataforma es un  negocio que busca ganancias, pero las consigue a través de un modelo de publicidad basado en la promoción de causas. En Change.org, asociaciones y consumidores pagan para que sus campañas reciban más difusión.

Si alguien firma una petición sobre los derechos de los animales, por ejemplo, Change.org hace que aparezca una pantalla con causas similares sugeridas.

De acuerdo a The Telegraph, en el 2012 tuvo ganancias de 15 millones de dólares.

Para asegurarse de que las firmas sean reales, el usuario tiene que proporcionar una dirección válida de correo electrónico, o conectarse a través de algunas cuentas de redes sociales. 

Si el sistema identifica una firma falsa, la elimina.

Jennifer es madre de dos hijos, pero considera que tiene un buen balance entre su vida personal y profesional. Según explicó a The Telegraph, llega a casa a las 6 de la tarde y después solo revisa correos electrónicos antes de dormir. Además, la empresa tiene una política de dar cinco semanas de vacaciones por año.

Su otro amor es, sin duda alguna, el Internet, y Jennifer cree que ha ayudado a que las personas puedan generar cambios más fácilmente.

“Podemos movilizar masas más rápida y efectivamente que en el pasado, y tener el mismo o más impacto”, aseguró.  Y por ello, ama su trabajo.

“Puedes despertar todos los días y ver el legado que has dejado, y sentirte bien por ello”, afirmó al medio británico.

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