Viaje a lo desconocido

La taiga –expansiva como blanquecina– es un lugar completamente ajeno a nuestra realidad. Ese entorno desconocido y lejano, la escritora Cristina Rivera Garza ha decidido tomar como escenario para su más reciente novela “El Mal de la Taiga”.

Un libro corto y complejo. Pese a que la historia es breve, cada capítulo parece contener un mundo gracias a la riqueza en el contenido del texto. 

Es un viaje hacia lo desconocido de la mano de una de las escritoras más interesantes que tiene México.

"Un libro es una entidad viva, cambia mucho”
Cristina Rivera GarzaEscritora

La taiga –expansiva como blanquecina– es un lugar completamente ajeno a nuestra realidad. Ese entorno desconocido y lejano, la escritora Cristina Rivera Garza ha decidido tomar como escenario para su más reciente novela “El Mal de la Taiga”.

Un libro corto y complejo. Pese a que la historia es breve, cada capítulo parece contener un mundo gracias a la riqueza en el contenido del texto. 

Es un viaje hacia lo desconocido de la mano de una de las escritoras más interesantes que tiene México.

“La idea que estuvo desde el inicio y permaneció era la presencia del bosque. El bosque como un territorio fértil, como un territorio luminal, una especie de umbral”, explica Rivera Garza en entrevista para Reporte Indigo. 

“Esa presencia estuvo allí desde el inicio, tenía que ser un lugar lejano, tenía que representar un confín de la experiencia humana porque lo que me interesaba de esta novela era invitar al lector a  experimentar la trayectoria de dos personajes que se deciden a ir a dónde uno va cuando el deseo lo llama, que es hacia lo desconocido”. 

El lector acompaña a los personajes –una detective y un traductor– en ese viaje de descubrimiento de parajes inhóspitos y nuevas sensaciones internas. La novela lleva a los personajes a explorar “La parte más lejana, tal vez la más básica de uno mismo, pero de la que hablamos y que conocemos menos”.

Escribir para descubrir “Yo tenía mucho tiempo de no escribir tan febrilmente, tan agotadoramente”, lo cual es algo que salta en las páginas y se nota en la intensidad de los capítulos.

“Yo sigo escribiendo libros porque uno entra al libro sabiendo algunas cosas del mismo, pero la historia en realidad se arma en el momento de estarla escribiendo”, explica Rivera Garza sobre el proceso de escritura de “El Mal de la Taiga”. 

“Es decir, tal como el lector, el autor va al libro para conocer, no conociendo”.

Esta idea de descubrimiento de lo desconocido hasta para la autora está resumida en una de las frases que cimenta al libro: “Uno no sabe hasta que llega”.

“Finalmente lo que se propone en el libro no es una glorificación de los intensos o los que deciden tomar el deseo por los cuernos, sino más bien ir acompañando cautelosamente lo que significa moverse en estos territorios. Puede haber emoción, hay vértigo pero también hay horror, hay miedo, hay suciedad, hay vómito, hay cosa viva, hay hueso, hay carne”, dice.

Es un libro que invita a conocer el destino final de sus personajes. Rivera Garza –junto con las ilustraciones de Carlos Maiques que acompañan el texto– es una excelente guía para ello.

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