Las mujeres toman la cámara y la fotografía
Las fotógrafas Sharenii Guzmán, Andrea Murcia, Victoria Razo y Mariana Rodríguez comparten sus experiencias como artistas visuales al cubrir eventos feministas. A pesar de todos los obstáculos que han enfrentado, sus imágenes ahora son parte del archivo de la historia de México
Karina CoronaBuscar el instante decisivo, ese momento preciso cuando el cuerpo y la cámara se sincronizan para capturar un hecho, es la labor de los fotorreporteros, quienes, además deben capturar las emociones del momento en fotografía.
El trabajo se complica cuando se trata de ellas, de las fotorreporteras, así lo cuentan Sharenii, Mariana, Andrea y Victoria, quienes comparten sus experiencias y los retos que han tenido que superar para demostrar que con su lente son capaces de cambiar vidas, hacer tambalear gobiernos y mover conciencias.
Ellas llegaron por distintos rumbos al mundo de la fotografía, su incursión fue difícil, incluso, algunas sufrieron de acoso laboral y sexual; sin embargo, fue a través de su lucha constante que, al día de hoy, sus retratos ya forman parte del archivo de la historia de México.
Cada una, con su estilo y sensibilidad, ha hecho la cobertura de eventos culturales, políticos y sociales, como las marchas del 8 de marzo. Gracias a las manifestaciones feministas ellas pudieron realizar y desarrollar sus imágenes desde una perspectiva de derechos humanos y con perspectiva de género.
El paso de Sharenii González al mundo de la fotografía se entrelaza con la historia del feminismo en la Ciudad de México y, desde el año 2011, con la evolución de las marchas del 8 de marzo. No fue un camino fácil, involucraron muchos de años de autoconocimiento que la llevaron a ser una fotógrafa y reportera que ahora puede declararse libremente como feminista.
Para Sharenii, quien se considera una storyteller, su carrera inició como fotógrafa en junio de 2011 con la marcha conocida como La Marcha de las Putas, versión mexicana de la realizada en Canadá y que se replicara en varias partes del mundo en contra del acoso sexual y callejero. En México, fue la primera vez que las mujeres convocaron a una marcha para exigir que se visibilizara la violencia hacia la mujer; la consigna de ese entonces fue “No es no”.
En este caminar aprendió a mirarlas, entrevistarlas y contar sus historias, porque puede haber consecuencias negativas, hay mucha responsabilidad detrás de este oficio; además, implica replantearse hasta qué punto puede obtener la foto y bajo qué circunstancias.
De acuerdo con ella, el que se vuelva viral una imagen puede ayudar, pero también ser contraproducente. Recuerda que durante la cobertura de una marcha en agosto de 2017, en la Glorieta de Insurgentes, fue de las pocas reporteras que pudieron estar en ese momento.
“La cobertura la hice muy directa y cercana, estaba ahí con las morras y aproveché para tomar fotos y hacer transmisiones en vivo, las cuales se hicieron virales y de repente en Facebook, en un día, tuve como 200 solicitudes de amistad; también empecé a recibir en mis otras fotografías de otras marchas ataques, agrediendo verbalmente a mis fotografiadas, tuve que cerrar la configuración, no porque me diera miedo, pero sí dije ‘ay, güey, aguas’, hay toda una responsabilidad en que una imagen se vuelva viral”, recuerda.
Para la fotógrafa, hacer periodismo en estos tiempos requiere no sólo de las herramientas de antaño, sino también debe ser perspicaz, lo que enseñan en las escuelas ya no es suficiente, se necesitan nuevos elementos, de la perspectiva de género para abordar, no sólo la lucha de las mujeres, también del medio ambiente o el movimiento LGBTTI.
La camarógrafa Índigo
La fotorreportera y camarógrafa de Reporte Índigo, Mariana Rodríguez, jamás se imaginó incursionar en esta profesión al término de su carrera en Comunicación Social en la UAM Xochimilco. Pero, al estar en los medios y hacer coberturas de todo tipo, descubrió en la fotografía la pasión por llevar la realidad del hecho histórico, cultural y social.
Durante cuatro años ella se ha dedicado a transmitir con su lente algunas de las marchas del 8M, pero también diversos sucesos que la marcaron. Para Rodríguez, como mujer, el cubrir los hechos que atañen a las luchas feministas sí marca una gran diferencia, hay una empatía para tomar registro de la noticia sin victimizar o ridiculizar a las entrevistadas.
“A muchos compañeros les han destrozado sus cámaras pero, es abogar por cuántas mujeres faltan para dominar estos campos y exista la plaza de camarógrafas, porque somos funcionales y, al menos, uno después de una cobertura sí dices ‘la verdad, lo hago mejor en comparación que tú, hombre, que eres una bestia y enorme, pero sólo vas a picar un botón”, relata.
Lamentablemente comparte que se enfrenta a camarógrafos de distintos medios que utilizaron la intimidación para hacer menos su trabajo.
No obstante, esto no ha sido motivo para querer pausar la pasión de documentar, al contrario, ella quiere mostrar el poder de la fotografía y de las mujeres.