El poder está en el usuario

Tres botones están transformando la relación entre consumidores–productores y usuarios–desarrolladores: “copy”, “publish” y “print”. Gracias a las poderosas herramientas de comunicación, desarrollo y producción –cada vez más al alcance de todos–, la época en la que uno proveía y el otro consumía está quedando atrás. 

¿Por qué salir a comprar una funda de iPhone, si nosotros mismos podríamos hacerla oprimiendo únicamente el botón de “print”? La impresión en 3D nos puede convertir en productores en potencia

Tres botones están transformando la relación entre consumidores–productores y usuarios–desarrolladores: “copy”, “publish” y “print”. Gracias a las poderosas herramientas de comunicación, desarrollo y producción –cada vez más al alcance de todos–, la época en la que uno proveía y el otro consumía está quedando atrás. 

Lo vimos primero con la masificación del uso de Internet y la aparición de sitios Web, después blogs y ahora redes sociales: el dominio de la producción de contenidos que ostentaban periódicos, editoriales, televisoras y estaciones de radio ahora  se enfrenta a competidores con el poder de publicar historias, videos y podcasts desde la comodidad de sus casas. 

Lo vimos también en la música, mediante el uso de software que le permite a los músicos ser al mismo tiempo productores de audio y distribuidores de sus propias creaciones: del GarageBand directo a SoundCloud, por ejemplo. 

Pero el verdadero cisma se dio a partir del fenómeno de Napster, con la posibilidad que nos dio a los usuarios de hacernos de canciones y discos enteros mediante el intercambio de archivos, lo que cambió por completo el panorama para la industria de la música grabada. 

El impacto económico ha sido brutal: los ingresos mundiales generados por la industria de la música grabada bajaron un 40 por ciento en 13 años, de 27.8 mil millones de dólares a 16.5 mil millones el año pasado. Esto ha provocado que se tengan que adaptar a las exigencias de los usuarios y de ahí el surgimiento de tiendas digitales como iTunes o servicios en streaming como Spotify. 

Algo similar está pasando con la manufactura de cosas. Gracias a la aparición de máquinas cada vez más asequibles que nos permiten imprimir casi cualquier tipo de diseño en tercera dimensión, ¿por qué salir a comprar una funda para nuestro iPhone, si nosotros mismos podríamos hacerla oprimiendo únicamente el botón de “print”? 

El momento Napster del diseño industrial

La impresora en 3D más avanzada del mercado es la MakerBot Replicator™ 2X, que se consigue en línea por alrededor de 36 mil pesos. El modelo más “simple” es el MakerBot Replicator™, cuyo precio ronda los 22 mil 500 pesos. 

A decir por la descripción en línea de estos revolucionarios equipos, con una impresora así te podrías ahorrar futuras visitas a Home Depot. 

“Con MakerBot Replicator™ puedes inventar el futuro y ser el héroe de la casa. Haz los anillos de la cortina de la regadera, tapones de baño, perillas de puertas o crea regalos personalizados para ocasiones especiales”. 

Quienes han adquirido estas impresoras en 3D han demostrado que las posibilidades van más allá de tener una ferretería en potencia en el hogar. Juguetes, accesorios estilo joyería, fundas divertidas para smartphones y decoraciones de todo tipo son ejemplos de las creaciones más “hogareños”, pero en las últimas semanas hemos conocido casos que van desde una pistola semiautomático AR-15 de plástico hasta el proyecto Urbee 2 que planea imprimir en 3D autopartes. 

No solo eso, se le están encontrando usos tan diversos como en la bioingeniería y las misiones espaciales. Ingenieros de la Cornell University dieron a conocer hace unos días que pudieron imprimir en 3D implantes de oreja a base de gel extraíble hecho de células vivas; mientras que la NASA y la Agencia Espacial Europea han anunciado planes para que en un futuro sean robots los que construyan en la Luna una base espacial a base de la impresión en 3D. 

El futuro nos alcanza a un ritmo más acelerado del que imaginamos. Las impresoras en 3D –como los modelos MakerBot Replicator™– ya le permiten a cualquier usuario crear productos tangibles, convirtiendo al pasivo consumidor en un activo productor en potencia. 

La palabra clave aquí es “crear”, de ahí el concepto de “Maker Movement” o “El Movimiento de los Hacedores o Fabricadores”, que, como ya hemos planteado en ediciones anteriores en este espacio, podría representar una nueva etapa en la revolución industrial. 

Este es el momento Napster aplicado al diseño industrial: “las impresoras en 3D están cambiando la dinámica de la cultura del consumidor”, dice Joseph Flaherty de la revista Wired. Esto se traduce en que los consumidores ya no serán entes pasivos, sino que ahora tendrán una participación activa en la creación de objetos que pueden ser de uso personal o que podrán poner a la venta. 

Futuros usos del 3D

>Salud

Estructuras tridimensionales a base de células vivas. En un futuro no tan lejano se podrán construir sistemas tan complejos como vasos sanguíneos o tejidos de piel. La meta es poder recrear órganos basados en las células y genética de los pacientes. ¿Adiós a la lista de espera y la donación de órganos? Podría ser. 

>Alimentación

Desde 2010 uno de los proyectos del MIT Media Lab tiene que ver con la posibilidad de crear una impresora que nos imprima… comida. Se trata de Cornucopia, que por el momento continúa en etapa de prototipo y diseño conceptual con el fin de acercar las tecnologías de fabricación digital con la comida. ¿Platillos gourmet al alcance de un click? Es probable.

>Construcción espacial

La Agencia Espacial Europea designó a la reconocida firma de arquitectos Foster + Partners para explorar la viabilidad de construir, a base de impresión en 3D, una base de operaciones en la Luna. Para ello, se estudia la posibilidad de implementar la tecnología de la impresora D-Shape de la firma británica Monolite, capaz de construir a un ritmo de dos metros por hora.

Shapeways

Este sitio es el “Amazon del 3D”, el mercado más grande de objetos creados en impresión de tercera dimensión. Aquí se puede encontrar todo tipo de artículos: desde estructuras de arte para decorar por 18 dólares, tazas con un diseño irreverente por 56 dólares, hasta réplicas en miniatura de Keanu Reeves por 45 dólares. 

 

Todos a programar

La comunidad tecnológica en Estados Unidos quiere ver a más niños, jóvenes y adultos aprendiendo a programar por computadora. Personalidades como Mark Zuckerberg, Bill Gates, Drew Houston (CEO de Dropbox) y Jack Dorsey (cofundador de Twitter), entre otros, están detrás de Code.org, una organización sin fines de lucro que busca crear conciencia sobre la escasez de programadores que existen en el mundo. Según esta organización, se espera que para el año 2020 existan 1.4 millones de puestos de trabajo relacionados a la computación pero tan solo 400 mil estudiantes. Esta iniciativa pretende motivar a la siguiente generación de programadores y desarrolladores capaces de crear a la siguiente gran compañía de tecnología. La idea es simple: no se tiene que ser un gran genio para saber programar, solo hace falta voluntad y tenacidad. 

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