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Crónica de una indignación

Los ojos azules se ocultan tras las bolsas que resguardan el dolor con el paso de los años, un corte a rape contrasta con la barba entrecana rubia, espesa y de longitud que le llega al pecho y una sonrisa implacable amalgama al hombre que el 11 de septiembre de 2003 volvió a sentir que la libertad estaba de su lado.

Steven Avery estuvo 18 años de su vida tras las rejas al ser inculpado por la violación de Penny Beerntsen en el condado de Manitowoc del estado de Wisconsin, tenía solo 23 años.

28
años en total ha estado encerrado Steven Avery, por dos crímenes distintos que no cometió
"Estaba feliz cuando salí, debo haber sido el hombre más feliz de la tierra”
Steven AveryLa verdad documentada

Los ojos azules se ocultan tras las bolsas que resguardan el dolor con el paso de los años, un corte a rape contrasta con la barba entrecana rubia, espesa y de longitud que le llega al pecho y una sonrisa implacable amalgama al hombre que el 11 de septiembre de 2003 volvió a sentir que la libertad estaba de su lado.

Steven Avery estuvo 18 años de su vida tras las rejas al ser inculpado por la violación de Penny Beerntsen en el condado de Manitowoc del estado de Wisconsin, tenía solo 23 años.

Pero más allá del altercado que se generó en la comunidad del norte de Estados Unidos, el crimen escondía una verdad inexpugnable de la que pocos daban credibilidad hacia Avery: Su rotunda y fehaciente inocencia.

Se comprobó a través de pruebas de ADN que Avery no era el atacante de Beernsten, y tuvieron que pasar casi 20 años para que estos resultados llegaran a la luz pública, así es cómo el destino le sonrió al recluido en contra de su voluntad.

“Estaba feliz cuando salí, debo haber sido el hombre más feliz de la Tierra”, decía el ex presidiario que sufrió la misma suerte que José Antonio Zuñiga Rodríguez, quien fue encarcelado por homicidio y narró su experiencia en el documental “Presunto culpable” sacudiendo a México al ser absuelto y demostrar que nada tuvo que ver en el asesinato por el cual fue procesado.

En 2005, Avery ya se había convertido en una figura pública luchadora por los derechos para las personas inculpadas de manera inocente, su libertad causó ruido, pero poco después llegaría el silencio para amordazar su protesta.

El 31 de octubre del 2005 –el mismo día que se aprobaba el proyecto de Ley Avery para evitar condenas erróneas en el estado de Wisconsin– desapareció la fotógrafa Teresa Halbach de manera misteriosa en las inmediaciones de Manitowoc.

Steven Avery fue inculpado por el asesinato de Halbach al encontrarse la camioneta de la desaparecida dentro de su propiedad y con rastros de sangre del ex presidiario.

Él se declaró inocente.

Este entramado digno de ser la ficción de una exquisita novela policiaca o una película hollywoodense, es solo el inicio de la gran bola de nieve de realidad que le ha tocado vivir a un hombre que le han construido una carrera  criminal dentro del sistema penitenciario estadounidense.

“Making a murderer” es la serie documental original de Netflix producida, dirigida y escrita por Laura Ricciardi y Moira Demos que ha recabado testimoniales, material de archivo y ha seguido el caso de Avery durante 10 años, y que se encuentra disponible desde el 18 de diciembre en 10 capítulos de una hora cada uno, en los que se explica paso a paso cómo es que este hombre ha vivido encarcelado sin una justificación veraz y el sistema penal y judicial han sabido condenarlo a conveniencia propia.

¿Acaso es culpable? ¿Y si realmente es inocente? ¿Quiénes son los verdaderos asesinos? ¿Dónde queda la verdad y la justicia para Steven Avery?

La duda del sistema procesal

Estrenada el mismo día que el nuevo episodio de “La Guerra de las Galaxias”, la estrategia de Netflix para llamar la atención de los cibernautas fue liberar el primer capítulo de “Making a murderer” en YouTube, el cual lleva más de medio millón de reproducciones desde el 18 de diciembre.

Al observar los primeros minutos de la serie, se nota el cuidado con el que se estudió el material de origen, además de cómo el ritmo y la edición ponen al espectador en situación para entender la perspectiva del acusado, dando un giro a los pocos minutos de terminar el episodio en cuestión, lo que hace una adicción inherente de manera inmediata.

Quienes se encuentran familiarizados con el sistema de justicia penal y judicial mexicano, sentirán la aversión por el caso de Avery como propia, ya que la historia del estadounidense se siente indigna y preparada como si se estuviese llevando en el corrupto margen de la legislación de nuestro país.

Pero no, todo parece indicar que Estados Unidos no está exento de llevar a cabo los procesos penales a la conveniencia del estado, sobre todo cuando se trata de cuidar nombres al interior del fuero político.

Presión mediática: La bomba de tiempo

A los días de haberse lanzado la serie, la irritación de las masas se acrecentó en las redes sociales, “Making a murderer” pasó de ser un producto televisivo a noticia y día tras día sigue creciendo el interés, el morbo y el coraje por la liberación de un hombre que todo indica que es inocente de otro crimen que no cometió.

El grupo de hackeo Anonymous ha declarado que cuenta con evidencia que prueba la inocencia del acusado y se encuentra amenazando a los departamentos policiales del condado de Manitowoc, alegando que pronto liberará la documentación correspondiente al caso.

Por otro lado, el fiscal de distrito que llevó el caso, Ken Kratz, ha declarado públicamente que dentro de la serie documental se han dejado fuera más pistas que incriminan a Avery en el asesinato de la fotógrafa.

El programa siembra la duda al exponer que las pruebas con las que fue inculpado Avery fueron plantadas en el lugar de los hechos, ya que las autoridades policiacas tuvieron libre acceso a la propiedad del detenido durante ocho días, lo cual está fuera del marco de la ley.

La Casa Blanca responde 

Se soltó la bomba documental y el público reaccionó de manera casi inmediata ante la injusticia de Avery, por lo que en Change.org se lanzó un levantamiento de firmas para su inmediata liberación que ya sobrepasa las 350 mil rúbricas que demandan la absolución del preso.

Pero esto solo fue el comienzo, después de la reclamación en Change.org se dio el 20 de diciembre otro pedimento de perdón en el apartado de peticiones de la Casa Blanca de Estados Unidos, el cual sobrepasó las 100 firmas el miércoles 6 de enero, lo cual obligaba por ley a responder al órgano federal estadounidense.

Dos días después la administración presidencial dio respuesta a la petición: Barack Obama no se encuentra facultado para dar perdón a Avery y a su sobrino Brendan Dassey que también fue culpado y condenado como cómplice de su tío en el asesinato.

“Como Steven Avery y Brendan Dassey son dos presos del estado, el Presidente no puede perdonarlos. Un indulto en este caso tendría que ser emitida a nivel estatal por las autoridades competentes”, cita la respuesta.

Las reacciones de protesta no se hicieron esperar,  ya que Michael Seyedian, el hombre que empezó la petición en Change.org, declaró que “esto es decepcionante” aunque también aclara que el haber obtenido respuesta de “la oficina más alta en los Estados Unidos es increíble”.

Por lo pronto la crónica audiovisual de indignación transmitida por Netflix queda como testigo del fraudulento sistema penal  y judicial estadounidense, sin que haya castigo a los verdaderos culpables.

La verdad documentada

“Making a murderer” es solo un ejemplo de cómo se ha documentado el seguimiento a un caso penal, pero también existen otros modelos que replican la exposición de la realidad para el público novel en los temas criminales.

> Serial

Desde el formato del podcast llegan las cápsulas auditivas que iniciaron en octubre del 2014 siendo una vertiente del programa radiofónico “The American Life” en Estados Unidos. Actualmente se encuentra en su segunda temporada y se ha confirmado una tercera para la primavera de este año. En la primera temporada se trató el caso del asesinato de Hae Min Lee una estudiante de 18 años de Baltimore, en el estado de Maryland.

> The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst

“¿Qué demonios hice? Matarlos a todos por supuesto”, fue la frase que lapidó el destino de Robert Durst al hacerse culpable de los asesinatos que cometió en su vida. El soliloquio fue grabado en un descuido de Durst al pedir ir al baño tras finalizar una entrevista de la miniserie documental que realizaba de su vida con HBO, y estas palabras fueron suficientes para llevarlo ante su arresto y la justicia. Actualmente Durst está en espera de juicio.

> Presunto culpable

El sistema judicial y penitenciario mexicano se sacudió en 2008 cuando los abogados Roberto Hernández y Layda Negrete expusieron las corruptelas que llevaron a Antonio Zuñiga tras las rejas al ser culpado por un homicidio que no cometió. El documental sufrió de censura lo que causó revuelo entre los cibernautas al sentir que el Poder Judicial protegía sus fechorías, pero a los pocos días se revocó la suspensión de su exhibición, reanudando su proyección en salas.

 

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