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Cambio generacional

Este inicio de año no ha sido el mejor para la tradicional industria del entretenimiento, sobre todo en el Reino Unido, pues en lo que va del año tres de las empresas más emblemáticas –pero quizá obsoletas– se han declarado en bancarrota.

Todo empezó los primeros días de enero, cuando la compañía de productos fotográficos Jessops anunció que cerraría sus casi 200 tiendas debido a que no pudieron llegar a un acuerdo sobre su deuda con los proveedores.

Este inicio de año no ha sido el mejor para la tradicional industria del entretenimiento, sobre todo en el Reino Unido, pues en lo que va del año tres de las empresas más emblemáticas –pero quizá obsoletas– se han declarado en bancarrota.

Todo empezó los primeros días de enero, cuando la compañía de productos fotográficos Jessops anunció que cerraría sus casi 200 tiendas debido a que no pudieron llegar a un acuerdo sobre su deuda con los proveedores.

Una semana después, HMV –la tienda de discos, DVDs y revistas de música–, se declaraba en bancarrota poniendo en riesgo a más de 4 mil 500 trabajadores. Esta cadena, que abrió su primer establecimiento en la calle de Oxford Street de Londres en 1921, no pudo superar la competencia que significa Internet, que le provocó una caída del 16 por ciento en las ventas.

Pero justo ayer, el fondo de inversión Hilco declaró que comprarían la deuda de la cadena que asciende a 176 millones de libras. Otras empresas no han corrido con tanta suerte, la tercera en caer ha sido Blockbuster, la filial de la empresa estadounidense en Reino Unido se dijo insolvente por no poder hacer frente a sus rivales en la Red.

Para la cadena de renta de películas y videojuegos que llevaba 25 años en aquel país, servicios como Netflix y LoveFilm de Amazon –que ofrecen casi el mismo servicio pero en ‘streaming’– fueron la gota que derramó el vaso en la lucha contra la crisis.

Estas tres caídas de la industria exponen el panorama del nuevo modelo de consumo que se está dando a nivel global.

Game Over

Atari, una de las compañías insignia en el mundo de los videojuegos, solicitó protección por bancarrota en París y Nueva York a principios de semana. La firma debe 28 millones de dólares a BlueBay, quien fuera su principal accionista y único prestamista.

Si la empresa no logra vender o reestructurar sus activos en los próximos meses  y encontrar algún financiamiento, lo más probable es que sea el final del juego para ellos.

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