Japón y México: 120 años demigración

En 1897 México y Japón celebraron un acuerdo, realizado entre Porfirio Díaz y Takeaki Enomoto, para lograr la instauración de colonias japonesas en el país.

El tratado –que no tuvo el progreso que se esperaba– marcó una pauta para el inicio de la migración de miles japoneses a América Latina.

Para celebrar la colaboración hecha entre ambos gobiernos hace 12 décadas, el Museo Franz Mayer y la Asociación México-Japonesa (AMJ) presentó la exposición “Iroha. Diálogos en el arte. Japón-México”, la cual continuará con el festejo hasta el 17 de septiembre de este año.

+350
Piezas de arte japonés y mexicano componen esta exposición

En 1897 México y Japón celebraron un acuerdo, realizado entre Porfirio Díaz y Takeaki Enomoto, para lograr la instauración de colonias japonesas en el país.

El tratado –que no tuvo el progreso que se esperaba– marcó una pauta para el inicio de la migración de miles japoneses a América Latina.

Para celebrar la colaboración hecha entre ambos gobiernos hace 12 décadas, el Museo Franz Mayer y la Asociación México-Japonesa (AMJ) presentó la exposición “Iroha. Diálogos en el arte. Japón-México”, la cual continuará con el festejo hasta el 17 de septiembre de este año.

La muestra lograda también con apoyo de algunas asociaciones civiles, cuenta con más de 350 piezas de arte japonés y mexicano de diversas épocas, esto como el testimonio de la estrecha relación que los países han tenido desde su primer contacto oficial en 1613.

“La exposición se logra por la recopilación de objetos de más de 12 colecciones personales en México… La pieza más antigua y con la que abre la exposición es la escultura ‘Hanwa’, que data de hace más de 10 mil años”, dice Karina Ruiz, co-curadora de la exposición.

La muestra está dividida en cuatro secciones, un eje adicional, una muestra ligada a “Iroha” llamada “Estampas y sensualidad” y la inclusión obras de artistas del siglo 20, tales como Luis Nishizawa.

En la sala uno se hablará sobre “El primer samurái”. El eje recordará al primer embajador que llegó a México con su grupo de guerreros procedente de Japón en 1614 y que buscó un acto diplomático.

El segundo eje abordará el “paralelismo” para reflexionar sobre las influencias y el diálogo entre culturas, la tercera sala se ambienta en torno a la migración “Enomoto”, en la que el mundo observaba a un Japón más abierto.

Mientras que el último salón abordará la reflexión sobre el papel de la Asociación México Japonesa y la Embajada de Japón en México.

“La exposición consta de cuatro ejes temáticos. Adicional, se encontrará la conclusión en la ‘sala temporales dos’ del museo, en la que habrá una muestra de arte de artistas emergentes y consolidados del siglo 21”, cuenta Karina Ruiz.

Esculturas, fotografías, vajillas, armaduras, novelas, cascos, máscaras, pergaminos, marfil, madera y otros elementos, permitirán apreciar cómo han cambiado las personas y las culturas a lo largo de los años.

El arte del pueblo

Como parte de la exposición de “Iroha” se encuentra “Estampa y sensualidad”, una muestra que invita a observar la estampa japonesa de la mitad del 20.

La exhibición que concluye en el Barrio de Yoshiwara, cuenta a través de imágenes escenas la vida cotidiana de un pueblo, la vida en los prostíbulos japoneses, la vida de las geishas, para exhibir el mundo del “Shunga” o “Estampa Erótica”.

Proceso migratorio

De finales del siglo 19 y hasta la tercera parte del siglo 20, la ola migratoria de Japón representó una fuerte presencia en países de América Latina.

Para el gobierno mexicano comandado entonces por Porfirio Díaz, la medida migratoria suponía una contribución al orden, al progreso nacional y a la consolidación de un proyecto de modernización de corte liberal.

Bajo el cometido del proyecto y ante las dificultades encontradas en territorio nacional, algunos japoneses emigraron a Perú (1899), Brasil (1900) y Argentina (1908), en busca de consolidar puentes de comercio a través de la política de migración.

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