¿Guerra Fría?

El cruce de señalamientos y acusaciones entre los gobiernos de Rusia y Estados Unidos, tras el ataque norteamericano a Siria, sube de tono, recordando la era de hostilidades entre ambos países durante la Guerra Fría.

Si con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se abría la puerta a una nueva etapa de la relación bilateral entre Washington y Moscú, los sucesos recientes en Medio Oriente han echado por la borda las expectativas.

La situación en Oriente Medio es tema prioritario en la cumbre del G7 que inició ayer en Italia
“A partir de ahora responderemos con fuerza a cualquier agresor o cualquier violación de las líneas rojas de quien quiera que sea, y América conoce nuestra capacidad de responder bien”
Comunicado conjuntoGobiernos de Siria y Rusia
“Nos dedicaremos a tener en cuenta a todos aquellos que cometan crímenes contra inocentes en cualquier lugar del mundo”
Rex TillersonSecretario de Estado de Estados Unidos

El cruce de señalamientos y acusaciones entre los gobiernos de Rusia y Estados Unidos, tras el ataque norteamericano a Siria, sube de tono, recordando la era de hostilidades entre ambos países durante la Guerra Fría.

Si con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se abría la puerta a una nueva etapa de la relación bilateral entre Washington y Moscú, los sucesos recientes en Medio Oriente han echado por la borda las expectativas.

Muy al contrario, el bombardeo de la base siria de Shayrat, que presuntamente albergaba armas químicas, ha llevado a una tensión máxima en la relación diplomática entre ambos países, como no se percibía desde hace más de 30 años.

En el fondo está la guerra civil en Siria y la participación en la región tanto del Kremlin como de la Casa Blanca, que hasta antes del pasado jueves 7 de abril no se habían encontrado en bandos antagonistas.

Al igual que el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial y antes de la caída del Muro de Berlín, hasta ahora, las dos potencias no han tomado acciones directas una en contra de la otra; sin embargo se colocan a los dos lados del tablero en la geopolítica.

Cruce de advertencias

En lo que ha sido un giro de 180 grados en su política exterior, Trump ha decidido tomar acciones más directas en contra del régimen de Bashar Al-Assad, cuando su presencia en la región se limitaba a atacar al Estado Islámico (EI).

Estados Unidos, junto con Reino Unido y Francia, había realizado incursiones aéreas en contra de posiciones estratégicas del EI en Siria, sin embargo había evitado atacar directamente a las fuerzas del mandatario Basharl Al-Assad.

Rusia por su parte ha sido, junto con Irán, el principal aliado de Damasco, tanto en apoyo logístico y financiero y con el respaldo en acciones militares como bombardeos en contra de los rebeldes y opositores al gobierno.

Siria es un país clave para los intereses políticos y estratégicos de Moscú. Basta señalar que es precisamente en esta nación de Oriente Medio donde los rusos tienen su mayor base militar transfronteriza.

Hasta antes del pasado jueves 7 de abril, los intereses de ambas potencias parecían no haberse encontrado, limitados por una delgada línea que nadie se había atrevido a cruzar, y hoy esa línea ha saltado por los aires.

Estados Unidos ha apuntado hacia Rusia como corresponsable del supuesto ataque con armas químicas del régimen sirio hacia la población civil, no solo por haber permitido la acumulación del arsenal químico, sino incluso de haber actuado en complicidad.

El gobierno del presidente ruso Vladimir Putin ha entrado también en la batalla dialéctica, y a través de un comunicado conjunto con el gobierno iraní advierte a Estados Unidos que responderán con fuerza si vuelve a atacar a Siria.

“Lo que Estados Unidos ha perpetrado es una agresión contra Siria que cruza las líneas rojas. A partir de ahora responderemos con fuerza a cualquier agresor o cualquier violación de las líneas rojas de quien quiera que sea, y América conoce nuestra capacidad de responder bien”, detalla el comunicado.

Las comunicaciones oficiales entre ambos están bajo mínimos. La tensión crece a cada instante y mientras se espera que alguno de los dos bandos dé el siguiente paso, está latente la posibilidad de una escalada en el enfrentamiento entre los dos antiguos enemigos.

Esta semana se tiene prevista una reunión en Moscú entre el secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson, y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, que pudiera ayudar a reducir un poco la tensión.

Contrapeso internacional

La escalada en el conflicto sirio, con la intervención de diversos países, y en donde han saltado a primera línea Estados Unidos y Rusia, no es un problema exclusivo entre ambas naciones.

La situación en Oriente Medio es uno de los temas prioritarios en la agenda de la cumbre del G7 que comenzó ayer en Italia, y que reúne a los ministros de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Japón y Canadá.

La guerra civil en Siria será uno de los asuntos principales en las conversaciones centradas en temas internacionales que afectan la paz y la seguridad global.

Trascendió que tras esta cumbre, algunos países podrían anunciar severas sanciones contra Rusia por su defensa del régimen de Bashar Al-Assad.

Un portavoz del gobierno del Reino Unido reconoció que Theresa May discute con sus aliados clave para determinar cómo presionar al régimen y a quienes lo apoyan, incluido Rusia.

Gran Bretaña, junto a Estados Unidos, no dudó en señalar a Rusia como cómplice de la muerte de civiles sirios, tras el ataque con supuestas armas químicas la semana pasada en contra de una localidad bajo control de los rebeldes.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del cual forman parte Estados Unidos y Rusia, será también escenario del enfrentamiento entre ambos bloques.

Rusia justifica las acciones militares del régimen sirio recalcando ante la ONU que éste no posee armas químicas, sino que los misiles lanzados por las fuerzas armadas sirias impactaron un arsenal químico rebelde que esparció el gas entre la población civil.

El mandatario iraní Hassan Rouhani cuestionó el lanzamiento de los misiles estadounidenses, acción que acusó de unilateral y sin haber pasado por la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

Rex Tillerson, el secretario de Estado estadounidense, ya marcó las líneas que seguirá la intervención de Estados Unidos en el conflicto sirio.

“Nos dedicaremos a tener en cuenta a todos aquellos que cometan crímenes contra inocentes en cualquier lugar del mundo”, dijo Tillerson en sus primeras horas en Italia.

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