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Subir o no subir…

La junta de gobierno del Banco de México (Banxico) está en un dilema.

Las autoridades de política monetaria del país tienen que decidir si es el momento de alzar su tasa de interés de referencia, la cual se encuentra en un mínimo histórico de 3 por ciento.

Pero ambas alternativas, subir o no subir, implican consecuencias negativas para la economía mexicana.

3
por ciento el actual nivel de la tasa de interés de referencia fijada por Banxico, misma que se encuentra en un mínimo histórico después de una serie de recortes
Se espera que Estados Unidos eleve sus tipos de interés el próximo mes de junio
"Con la inminencia de una alza de tasas de interés en Estados Unidos, hay una alta probabilidad de que las tasas en México tengan que incrementarse este año"
Agustín CarstensGobernador del Banco 
de México

La junta de gobierno del Banco de México (Banxico) está en un dilema.

Las autoridades de política monetaria del país tienen que decidir si es el momento de alzar su tasa de interés de referencia, la cual se encuentra en un mínimo histórico de 3 por ciento.

Pero ambas alternativas, subir o no subir, implican consecuencias negativas para la economía mexicana.

Por un lado, alzar la tasa podría tener un impacto negativo sobre el crecimiento económico, que en los últimos dos años ha sido decepcionante. Además, en un entorno en el cual otros bancos centrales están reduciendo sus propias tasas, esto le restaría competitividad al país.

Pero si Banxico no alza su tasa, en un año en que se prevé que la Reserva Federal (Fed) alzará la suya, México podría enfrentarse a fugas de capital, una fuerte depreciación del peso, y un incremento en la inflación.

Estas circunstancias hacen que Banxico, más que escoger el mejor camino, tenga que elegir entre el menor de dos males. Dado este escenario, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, acudió a la última junta de política monetaria de Banxico, algo que no hacía desde marzo del año pasado. 

Golpear al crecimiento…

Un alza de tasas en México tendría implicaciones negativas para el crecimiento que ha mostrado una tendencia débil desde el 2012. 

Además, mayores tasas de interés se verían reflejadas en una apreciación relativa del peso mexicano, lo que le restaría competitividad a las exportaciones del país.

Mientras que la economía mexicana se ha visto amenazada por un pobre consumo interno y un recorte del gasto público, el sector exportador ha sido el único componente dinámico del país. 

La recuperación de Estados Unidos, primer socio comercial de México, se ha reflejado en altas tasas de crecimiento de las exportaciones mexicanas, particularmente en el sector automotriz.

La pérdida de competitividad sería aún peor dada la tendencia de recorte de tasas presentada por los otros bancos centrales del mundo. Durante este año, la mitad de los países del G-20 han tomado medidas en este sentido.

La debilidad del crecimiento global y la amenaza de la deflación son las principales causas de la tendencia global de estímulo monetario. El resultado de esto es una depreciación generalizada de las divisas frente al dólar, ganando competitividad para sus países a costa de las exportaciones mexicanas.

La última minuta de la junta de gobierno de Banxico enfatiza que se vigilará la postura de política monetaria relativa de México y Estados Unidos. Sin embargo, la pregunta fundamental es cuándo se tomará alguna medida.

El pronóstico promedio de los analistas indica que Estados Unidos elevará sus tipos de interés en junio del 2015. Asimismo, durante la última semana, tres miembros del comité de política monetaria de la Fed declararon que un incremento de tasas en estas fechas es altamente factible.

La encuesta de expectativas económicas de Banamex augura un alza de 3 a 3.5 por ciento en la tasa de interés de referencia de Banxico para septiembre de este año.

…O al peso

México cuenta con pocos controles de entrada y salida de capital de cartera, además de que gran parte de sus títulos están en manos de extranjeros. Esto vuelve al país sensible a los cambios en las tasas de interés de otros países, especialmente Estados Unidos.

Es por esto que si la Fed eleva su tasa de interés y Banxico no se adecua a esto, el país sufriría una severa fuga de capital. 

Esta salida además resultaría en una depreciación profunda del tipo de cambio del peso frente al dólar, lo cual en teoría traería consigo un alza probable en la inflación debido al aumento de precio de los bienes importados.

Este tipo de efectos se observaron en el verano del 2013, después de que la Fed anunció el comienzo de la retirada de su programa de compra de activos, que hasta ese momento inyectaba 70 mil millones de dólares mensualmente a la economía estadounidense.

La retirada de este programa de distensión monetaria envío una señal al mercado de que una alza de tasas se encontraba en el horizonte, y causó fugas de capital en los mercados emergentes a pesar de que esta alza no se dio entonces y aún no se ha dado.

Por otro lado, la debilidad en el crecimiento podría revertirse parcialmente con un estímulo monetario. En ese sentido, un descenso reciente en la inflación ofrece margen a Banxico para recortar los tipos de interés.

Además, durante un discurso reciente, Carstens afirmó que el efecto inflacionario de la depreciación es “muy bajo”, y menor que el que existía hace 15 o 20 años.

Bloomberg reporta que estas señales parecen mostrar que Banxico podría no cambiar su tasa de interés sino hasta después del tercer trimestre de este año.

Los tres grandes

La divergencia monetaria no sólo se está cocinando entre las economías desarrolladas y los países emergentes, ya que aún entre los tres mayores bancos centrales del mundo se están presentando situaciones significativamente diferentes.

Por un lado, después de un periodo extendido de tasas de interés bajísimas y de años de distensiones monetarias, la Fed se está alistando para comenzar a incrementar su tasa de interés de referencia.

Aún no es completamente claro cuándo se dará esta alza, pero la Fed parece tener el camino libre ya que la economía estadounidense continúa recuperándose y su inflación se ha mantenido cerca de su objetivo.

En contraste, tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Banco de Japón (BOJ, por sus siglas en inglés) se enfrentan a un escenario con crecimiento decepcionante y preocupaciones deflacionarias.

Es por esto que no sólo se prevé que el BCE y el BOJ mantendrán sus tasas bajas, sino que además continuarán utilizando medidas de política heterodoxas como programas de compra de activos para intentar estimular sus economías.

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