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Excavación de impuestos

La búsqueda por recursos continúa sin cese entre los que hacen política fiscal en el país. En esta ocasión le tocó a la industria minera entregar parte de sus tesoros a las arcas públicas. 

Desde febrero de este año, el Congreso debatía la posibilidad de cobrar regalías, un tipo de impuesto bastante común en recursos naturales, a la industria de la minería en México.

16 %
de la minería mexicana se basa en el cobre
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La búsqueda por recursos continúa sin cese entre los que hacen política fiscal en el país. En esta ocasión le tocó a la industria minera entregar parte de sus tesoros a las arcas públicas. 

Desde febrero de este año, el Congreso debatía la posibilidad de cobrar regalías, un tipo de impuesto bastante común en recursos naturales, a la industria de la minería en México.

El proceso ha seguido adelante con pocos contratiempos, aprobándose en el Congreso el 25 de abril de este año, aunque todavía tiene que pasar por el visto bueno del Senado, en donde el PRI, que propuso la medida, tiene menos poder. 

De acuerdo con el sitio oficial del Pacto por México, la implementación completa de la reforma a la industria minera se daría en el segundo trimestre del 2014. 

La propuesta cobraría una regalía de 5 por ciento sobre las ganancias antes de impuestos de las empresas mineras y después se distribuiría a los estados y municipios donde operan. De acuerdo con estimaciones del Senado, se espera recaudar entre 250 y 500 millones de dólares al año. 

Hasta hoy, México es de los pocos países en el mundo que había resistido la tentación de cobrar este tipo de impuestos, optando mejor por tratar a la industria casi como cualquier otra, cobrando el impuesto sobre la renta y cuotas por el número de hectáreas en la concesión minera.  

Impuesto escondido

Desde luego a los productores no les gustó la propuesta, pues argumentaron que ya pagan un “impuesto de seguridad” oculto. 

Es decir, que ya pagan cuantiosas cantidades para proteger sus intereses en el país debido a la inseguridad que los gobiernos locales no han podido controlar. 

De acuerdo con Keith Neumeyer, el director ejecutivo de First Majestic Silver, una de las tantas empresas extranjeras que operan en el país, la industria está constantemente “bajo ataque”, obligándolos a gastar hasta 10 por ciento de sus ingresos en guardias y otras barreras físicas para protegerse de la inseguridad.

Una importante parte de la producción minera se da en regiones con problemas serios de seguridad, como Chihuahua y Coahuila. 

El gobierno argumenta que los recursos recaudados beneficiarán más a las comunidades locales, ayudándolos a combatir la inseguridad en la región, pero dados los resultados obtenidos hasta hoy por la autoridad, no parece exagerado el escepticismo mostrado por los mineros.

Las empresas mineras también señalan que en otros países donde se cobran regalías, estas son deducibles cuando se paga el impuesto a la renta, cosa que no aplicaría en la ley actual. 

Excusa conveniente

Si bien la nueva ley empeora los prospectos de ganancias en el sector, hasta hoy la industria no está sufriendo como argumentan los productores. 

En un reporte del año pasado, la consultora de contaduría, Deloitte, aseguró que  la industria de la minería está “floreciendo” gracias a numerosas y significativas inversiones en el sector.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, la inversión en minería podría incrementar de 7 mil 650 millones de dólares en el 2012 hasta más de 25 mil millones para el 2018. Por otro lado, los ingresos de la industria crecieron 134 por ciento del 2009 al 2011, de acuerdo con datos de Reuters. 

Quienes están a favor del impuesto también argumentan que expandir la base fiscal es una condición necesaria para mejorar la recaudación y por lo tanto la equidad en el país. 

El problema con el argumento es que cobrando más a los mismos no es expandir la base fiscal, sino aprovecharse de los contribuyentes cautivos, algo que resulta mucho más sencillo de hacer en la práctica. 

El impuesto también podría apretar mucho más a las empresas pequeñas, que operan con márgenes más reducidos, propiciando quiebras o fusiones y afectando la competencia en el sector.

Además, la aparente bonanza que disfrutan los mineros, y que sirvió como excusa para imponer las regalías, no parece tener prospectos seguros para el futuro. 

Desde el inicio de este año, el precio de la plata ha caído 25.69 por ciento, del oro otro 17.91 por ciento, y del cobre un 9.75 por ciento. Los tres productos anteriores representan 62 por ciento de la producción minera en el país.        

Puntos encontrados

Citibank y Goldman Sachs argumentan que la caída de los precios apenas comienza, mientras que JP Morgan mantiene perspectivas un poco más optimistas para el precio de los metales a futuro.  

La oportunidad será una buena estrategia para recaudar más, pero sin duda afectará el clima de optimismo en el cual la industria había estado viviendo hasta hoy. Por ejemplo, First Majestic señaló que tendrá que recortar su presupuesto de inversión en 160 millones de dólares, o un 15 por ciento, gracias a la combinación de inseguridad, impuestos y precios en caída.

Bradford Cooke, otro director ejecutivo de la empresa canadiense Endeavour Silver, predice que las mineras recortarán a la mitad sus inversiones, aunque ello parece más exageración que ciencia.

En este caso, las causas están difíciles de probar. Quizás los precios, y no los impuestos, sean las preocupaciones más grandes de las mineras y lo que cause una menor inversión este año. 

Pero aun así cabe preguntarse si la mejor manera de balancear los libros fiscales es simplemente recaudar dinero a los contribuyentes de una industria que emplea a 2 millones de personas indirectamente y que de por sí ya tenía malos prospectos para el año. 

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